La Firme con Willy Semler: “Me siento jugando el 2° tiempo... ojalá no me lleven para la banca muy luego”

Entrevista al actor Willy Semler para La Firme en el marco del estreno de El Fantasma. FOTO: MARIO TELLEZ / LA CUARTA

Ha vuelto al ruedo tras la desestimada denuncia, y ahora estrenó El Fantasma, película de acción que protagoniza tras casi una década de trabajo. El actor y director teatral habla sobre la cinta, pero también repasa su vida y obra, hitos felices y duros, mira hacia el futuro luego de meses complejos, y sincera distintas facetas de sí mismo: “Soy un niño de 65 años”, asegura.

Willy Semler Aguirre (65) ha tenido que lidiar con la ansiedad durante estos días… ¿Por qué? La recién estrenada película El fantasma —dirigida por Martín Duplaquet—, en cines desde el 15 de agosto. La incertidumbre el “éxito”, “fracaso”, o la infinidad de puntos intermedios entre ambos posibles resultados, es algo que inquieta a quien interpreta al protagonista de esta historia (José Hidalgo) de acción delictual, y alta cuota de comedia.

Así y todo, en conversación con La Cuarta, desde un edificio con amplia vista a los barrios de casas y solitarios edificios de La Reina hasta Peñalolén, el actor enfoca su mente en el presente, y en lo que de él depende:

—No tenemos idea si en este momento alguien apretó el “botón rojo” y en cinco minutos más vemos un “hongo” levantarse sobre la ciudad —reflexiona en alusión a la nube de una hipotética exposición nuclear.

El estreno en cuestión tiene como punto de inspiración la historia verídica de José Abello González, quien entre el 2006 y 1012 coordinó un grupo delictual para ejecutar robos tan millonarios como sutiles a distintas sucursales bancarias de Santiago oriente. Sin embargo, aquí el protagonista es otro, distinto: José, un exempleado bancario al que la vida se le ha venido toda en contra, separado, solo y en bancarrota, que ha seguido (casi) siempre las reglas, hasta que ya no le quedó nada por perder. Tras armar a su peculiar grupo para los ilícitos, todo parte de la mejor manera, hasta que comienzan a ser investigados por la PDI, pericias a cargo de un curtido policía, Daniel (Néstor Cantillana), y la cuestión se complica.

De su regreso al cine y mucho más habla Willy en entrevista para La Firme: partiendo por la “timidez patológica” que tenía cuando niño y que, según él, no se le ha ido del todo; los primeros aplausos infantiles que despertaron al actor que tenía dentro; su método teatral; algunos de sus personajes más recordados; recuerda experiencias vitales, felices y traumáticas; vislumbra su futuro; su faceta de papá; y más…

Tras un carraspeo, el director teatral y actor —que dentro de desayuno incluye dos cigarros— se refiere a su rearme laboral tras la acusación que en agosto del 2023 hizo una exasistente en su contra por supuesto abuso sexual y emocional, la que en agosto pasado fue desestimada y la Fiscalía Metropolitana Centro Norte cerró la investigación, “demostrando mi inocencia”, declaró él semanas después. Pero en el intertanto, Willy perdió proyectos y estrenos como El fantasma fueron postergados, hasta que, ahora, han ido viendo la luz.

LA FIRME CON WILLY SEMLER

Me acordé —no sé por qué— de cuando decidí ser actor, que fue a los seis años. Era un 21 de mayo (Día de las Glorias Navales) y me eligieron para hacer a Arturo Prat. Yo era patológicamente tímido, tenía reales problemas... bueno, los sigo teniendo, pero (en ese entonces) eran peores. A fuerza de voluntad y etcétera, logré hacerlo, memorizarlo, y me aplaudieron. Me acuerdo patente, porque ese aplauso me cambió la vida, totalmente... De ahí que me gustó que me aplaudieran, o que me aprobaran, yo creo.

Tuve un mellizo que murió al nacer. Durante mucho tiempo fue un tema tabú en mi familia. Me marca mucho, siempre me falta un pedazo... A lo mejor la timidez tiene que ver con eso, ¿no? Siempre me falta un pedazo, o siempre me sobra un fantasma, es una cosa así. Es muy rato ser mellizo y no conocer al mellizo. Es una frustración permanente... No tengo memoria de cuándo me enteré. En algún momento, muy chico, apareció; creo que no por mí, sino por mi madre, que tuvo una depresión muy grande a propósito de esa pérdida.

Soy el menor y tengo tres hermanas mayores. Soy un niño de 65 años po’. Mi hermana que me sigue tiene ocho años de diferencia (conmigo), y la otras 14 y 15; en el fondo, tuve tres mamás, y todavía me quedan dos. Sigo siendo muy regalón, mucho. Creo que eso me ha afectado. Soy un tipo procrastinador profesional, “no hagas hoy lo que puedes dejar para mañana”; es una cosa bien espantosa e implica que tengo un desorden de agenda, en la cabeza, permanente. Donde puedo concentrarme bien es actuando y cocinando... y dando entrevistas, jaja.

Willy recuerda su infancia, marcada por la que, según él, era una "timidez patológica". MARIO TELLEZ / LA CUARTA

Estudié en el colegio Luis Campino, en la Alameda, y ahí hice toda mi colegiatura. En el colegio primario, el del barrio, me hacían bullying: Había un pasillo largo para salir al patio en los recreos y la patota me esperaba arrinconada en la salida y me hacían montoncito, siempre. Era muy desagradable. Eso implicó que no salía a recreo, esperaba a la profesora para salir con ella y ese tipo de cuestiones... En esos tiempos (el bullying) no era una falta, era una forma de juego cruel que se terminaba cuando la profe decía “ya, salgan, no sean tan pesados”.

Para entrar a estudiar Teatro de la U. de Chile quedé pre seleccionado y tenía que ir al otorrino para que diagnosticará que tenía sanas las cuerdas vocales; después, al traumatólogo, que revisaba principalmente la columna. Y con esos exámenes aprobados, entré a una serie de exámenes prácticos de la escuela, de voz, actuación y movimiento… Había muchos problemas en mi casa con que estudiaba Teatro, porque —salvo mi abuelo que era escultor y anatomista— todos (mis familiares) eran de la rama científica; había un rechazo, era plena dictadura, eran mediados de los 70 y el artista estaba muy estigmatizado con que era bohemio, de ultra izquierda y etcétera; entonces en mi familia, que es muy conservadora pero de mente abierta, todas ese tipo de cuestiones hicieron mella. Fui a dar el examen la primera vez, me dio un ataque pánico, salí arrancando. Creo que fue algo puntual del estrés por la presión de la familia versus mi vocación. En ese momento, a punto de entrar, debo haber pensado: “Si doy el paso sin retorno, me quedaré sin familia”.

Me metí a Geografía en el Pedagógico. No fui nunca a clase, organicé el grupo de teatro de Pedagogía, leía mucho en la biblioteca y fui a clases de Astronomía, que me fascina, y de biología porque eran en terreno. Teatro era lo que me encantaba y al año siguiente di la prueba, saqué un puntaje que podría haber estudiado casi cualquier cosa, y le dije a mi familia que “ya no ha vuelta” (Y entró a Teatro).

Willy iba a estudiar Teatro, pero le bajó el pánico y se fue a Geografía; tiempo después, regresó. MARIO TELLEZ / LA CUARTA

En La Negra Ester yo interpretaba a una mujer (Esperanza, su recordado papel en la obra estrenada en 1988), personaje con el que establecí una relación personal. Hay un fenómeno que ocurre en el psicoanálisis, pero también en la actuación, que se llama “transferencia y contratransferencia”, que es cuando empiezas a distinguir cosas tuyas que son propias del personajes, y cosas en el personaje que son propias suyas. Es una etapa del método, y cuesta mucho aclararse en ese momento. Pasé por ese proceso con ese personaje, que fue muy fuerte y con el que más funciones he dado, como 500 o más. Le tenía mucho cariño, así como el público. Me daba pena que se muriera, incluso en los ensayos lo hice “aparecer” como fantasma, hueveaba tanto para que apareciera, jajaja, pero al final esa idea quedó desechada... Se produjo un afecto mutuo.

En teleseries me ha tocado hacer casi puros antagonistas, salvo en Mala conducta (CHV, 2008), que era el protagonista, ¡un pastel, no tenía nada de héroe! Pelayo Bobadilla. No tengo ningún rollo con los antagonistas; para mí un personaje es un personaje... Soy de una escuela muy antigua, en que se decía “no hay personajes pequeños, hay actores pequeños”. Yo mismo he elegido o pedido, a lo largo de mi carrera, que me den tan o cual personaje, que son menores pero que tienen mucho valor teatral. Hay personajes que, a veces, son de muy poca participación, pero que son muy, muy complejos.

Ahora están dando en (Teatro) Zoco La Prueba, que la hice hace unos quince años, o más, en la U. Católica, que era un personaje que no me lo habían ofrecido porque era muy chico. Lo pedí, por supuesto que me lo dieron y tenía que pasármela en el camarín; tenía tres escenas cortitas pero muy intensas. La concentración que debía mantener era como si fuera un gran personaje. Me di cuenta de que no podía permitirme distraerme durante las esperas, porque si me distraía me aburría, y ese aburrimiento me hacía entrar con otra energía al escenario.

Willy revive su recordado papel en teleseries Pelayo, de Mala Conducta. MARIO TELLEZ / LA CUARTA

Pelayo es mi “alterego”. La Coca Gómez (la guionista a cargo de Mala conducta) lo escribió pensando en mí, en lo despelotado y regalón que soy. No sabría trabajar en otra cosa más que en lo que trabajo. No sabría entrar a un cargo público, no tendría idea de nada; entonces la Coca creo que se alimentó mucho de esa característica de mi personalidad para poner a cargo de un colegio 2x1 a un tipo con esa calificaciones sicológicas. Ese personaje era una muy buena persona, pero muy pastel, que casi siempre van de la mano, porque en las buenas personas hay mucha ingenuidad, y la ingenuidad te hace meter las patas a cada rato porque te lo vas creyendo todo.

Soy un tipo completamente desordenado en todos los sentidos. Todos los años me compro agendas, lleno la primera hoja y escribo hasta el 15 de enero... me voy haciendo calendarios internos, pero ya estoy llegando a una edad en que tendré que ocupar la agenda todo el año. No estoy más olvidadizo, pero me empezaré a poner más olvidadizo, sin duda.

Creí que sería muy larga la pandemia y cuando ya pudiera volver al teatro estaría muy viejo (por lo que, en su momento, pensó ir a retirarse a Pucón). Tengo planes de vivir fuera de Santiago lo antes posible. Ya se me venció el plazo en la ciudad, digamos. Me gustaría vivir en alguna parte alrededor de Santiago, frente al mar ponte tú, y tener, ojalá, una sede pequeña, un departamentillo chico en Santiago Centro, para el trabajo y cosas que impliquen venir. Pero me gustaría vivir en el mar lo antes posible, actuando y dirigiendo. Creo que en esta profesión, si algo no te lo impide concretamente, no hay jubilación.

"En esta profesión, si algo no te lo impide concretamente, no hay jubilación", declara Willy MARIO TELLEZ / LA CUARTA

Yo estoy desde la génesis de la película El fantasma, con Martín (Duplaquet, director), hace diez años, secundándolo. Y ya avanzados, sabiendo que la íbamos a filmar, hicimos muchos ejercicios, como que nos citábamos en un café; llegaba Martín, y no llegaba yo, llegaba José (Hidalgo, el protagónico), y Martín lo entrevistaba y hacíamos otros ejercicios de inducción... Una vez estaba en una cafetería y llegaron unos amigos (míos), y no los saludé, jaja. Y después, cuando nos íbamos, me acerqué a la mesa de ellos y me dijeron: “Oye, hueón, ¿qué te pasa? ¿Te hemos hecho algo?”. “No, perdonen, es que estábamos haciendo un ejercicio de actuación”, les di todo tipo de explicaciones. Nos documentamos mucho con referencia a películas gansteriles.

El fantasma es una película bastante coral, es un grupo (delictual) muy protagónico el que lleva la delantera (a cargo de los actores Daniel Muñoz, Elisa Zulueta y Darío Lopilato), y Martín buscó mucho un concepto que aplicó: que todos estuviéramos afinados en el mismo “tono actoral”. Y resultó una indicación muy, muy, muy apropiada. Por los ejercicios que hemos practicado y todo el tiempo de gestación y de producción ejecutiva de él, a Martín se le acumuló tanto material que llegó a una síntesis de elementos con los que hizo magistral la dirección fílmica y de actores. Y soy testigo de fe, porque estaba todo el día con él.

Mi interpretación de José Hidalgo y la película son una pura ficción; la historia real fue el punto de partida, de inspiración (José Mauricio Abello González, apodado “El fantasma”, detenido en 2012 tras robar de catorce sucursales bancarias en seis años). Construí un personaje más que referirme al caso real. Lo que encontré en el guion final, y durante el proceso, fue su humanidad; o sea no es “un ladrón, entonces tengo que poner cara de malo y tener una pistola en la sobaquera”... No, partí desde “un tipo que fracasó en la vida, que ya se le pasó el tren y que ya no le queda ningún recurso salvo el suicidio o el delito”; desde ese “tormento”, hacia el camino del “éxito” que va encontrando después... O sea, José no roba por dinero, roba porque lo hace feliz.

El personaje de Willy, José, se encuentra con el de Daniel Muñoz para coordinar su plan delictual.

Lo primero: no juzgar al personaje, no decir “esto es bueno o malo”, “esto lo está haciendo mal” o “aquí se equivocó”. Aceptar al personaje como es, así como en terapia uno se acepta a uno mismo como es, valorarlo, y sobre todo entender el tronco o su pulpa humana. Los motivos, las causas, los efectos y las acciones vienen después. Pero como dice Georg Büchner, en cada ser humano hay un abismo, da vértigo mirar hacia el fondo; es tanta la profundidad de un personaje de esta categoría que, además, nunca estás terminando de descubrir cosas. Y me pasó que cuando dicen el corte final y “tenemos una película”, pensé: “No, empecemos ahora a filmarla, ¡ahora entiendo!”... Pero después al verte en el cine dices: “No, ya cachaba”, es sólo que ya había pasado el estrés (del rodaje)…

Tengo un problema con el ego, me descompongo si veo actuando (en una película), me encuentro lo peor... actuando mal, me encuentro que “puta que me veo más viejo de lo que creo”, “que estoy curcuncho”, “tengo papada” y cualquier huevá. Entonces si la veo en el proceso, y después hay que repetir la escena, no estoy actuando: voy a estar entrando la guata, parándome derecho, tratando de verme bien... Y también tiene que ver con mi timidez patológica. Me cuesta verme en el cine, en la pantalla en general.

No saben que se te vino todo de golpe encima (...) Te entró el agua al bote por todos lados, de milagro no caíste preso”, le dice Solange Lackington (Florencia) a José... ¿Si me sentí así en algún momento durante o después del rodaje? Lo que yo sentía era una responsabilidad grande y quería estar lo más posible a disposición del director y del resto de mis colegas y del equipo. Fue tan grato el rodaje que en ningún momento una presión hostil, sino mía contra mí mismo... “¿Cómo me las arreglo para absorber todo lo que se me está indicando?”, pensaba. “¿Cómo hago de ese material una sola masa, no tres porciones distintas?”. Al principio fue un poco más difícil, pero partimos con escenas más fáciles, y fue agarrando vuelo; además los compañeros que tengo son todos actores amigos y gente que admiro mucho, entonces lo facilitó mucho.

Willy repasa cómo construir al personaje de José Hidalgo MARIO TELLEZ / LA CUARTA

Es la producción más importante en la que he estado. Esa presión se siente cuando estás en escenas complejas y miras alrededor y veas la pluma gigante y tres cámaras en vez de una... O me pasó con el choque, que son las típicas escenas en que sólo tienes una toma, sobre todo en Chile... Bueno, creo que Christopher Nolan en Tenet sólo tenía una toma del avión estrellándose contra el aeropuerto, porque no usa métodos digitales... La escena del choque, entonces, fue un momento en que me eché un poco para atrás, pegué una mirada al equipamiento, era completamente profesional, a una escala internacional; en otra parte a lo mejor le habrían agregado más cámaras, pero la disposición y cuidado del set habría sido más o menos el mismo.

Fui preso político en 1982, en la Cárcel Pública, y mi personaje en El fantasma también fue detenido (aunque por otras razones bien distintas). La biografía propia juega un rol al hacer ese tipo de interpretaciones, que dentro del método se llama “memoria emotiva”; cuando no encuentras el estado en el que tiene que estar en una escena, recurres a recuerdos que tengan cierta semejanza, y así como recuerdas visualmente, recuerdas también emocionalmente, y hace más fácil la sintonía, no desde un punto de vista de autoflagelación, sino conductual. Pero no me fue tan necesario, por el género y el personaje... En Pacto de fuga (película del 2020, basada en la “Operación Éxito” de 1990) fue más duro, cuando entramos a la cárcel abandonada de La Serena, que es una réplica de la Cárcel Pública, donde estuve; era idéntico, como volver a entrar... Para actuar en esos casos está el “yo vigilante”, que es mantener un grado de conciencia de que “todo esto es ficción”, no te entregas del todo para no volverte loco... Pero en este (El Fantasma) caso no fue tan aplicable, porque nunca estuve en una celda, sino en el patio de visitas.

Una vez en la calle me encontré con uno de los tipos que me interrogó, y me saludó, años después... que no lo definiría como “persona” (Hace poco más de un año, en CNN Íntimo, relató aquella detención e interrogatorio: “Llegas a una oficina cuadrada, sin ventana, con dos tipos claramente drogados, sucios, hediondos, te sientas, te amarran a la silla y te dicen ‘¿por las buenas o por las malas?’, y los miras a los ojos y dices ‘estoy con el diablo; este gallo es capaz de hacer cualquier cosa para sacarme información que, además, no tengo’”). Me dijo: “Willy, ¿te acordai de mí?”. Y yo, borrado, le contesté: “No, no, para nada”. Me dijo su nombre. Se me doblaron las patas y me fui. Quedé en shock yo creo, porque no tuve ningún tipo de reacción manifiesta.

"Tenía tantos proyectos que tenía que elegir en cuál quedarme", recuerda Willy sobre los meses previos a la denuncia.

“Tengo toda la fe de que voy a volver a una vida normal en muy poco tiempo”, dije hace poco en una entrevista a La Tercera. Básicamente me falta la cuestión laboral, mantener la continuidad laboral que tenía hasta ese momento, porque evidentemente se descontinuó durante todo el proceso (la acusación finalmente fue desestimada), y ahora está volviendo a agilizarse un poco más. Tenía tantos proyectos que tenía que elegir en cuál quedarme... (Hoy) no espero tanto, pero espero más proyectos...

Ahora estrené dos películas (El fantasma y La anunciada muerte de Willy Semler en octubre del 2023), y está las serie Robinsones, que no ha salido, porque tiene cuatro etapas de grabaciones; ya vamos en la mitad, una fue en San Pedro de Atacama, otra en Chañaral de Aceituno, y faltan otras en Santiago y Chiloé. Nos han estado anunciando que ahora pronto las vamos a retomar. Estoy dirigiendo El cepillo de dientes, de Jorge Díaz, y tengo que dirigir más adelante en la Fundación Cultural de Providencia, Mamá Rosa... Son hartas cosas, pero podrían ser más... Es parte de la normalización que está ocurriendo también, no de un día para el otro, sino que lentamente se va reconformando y reconstruyendo el cuerpo desaparecido.

Me siento jugando en el segundo tiempo... ojalá no me lleven para la banca muy luego, pero doy hasta el final del partido. Siento que estoy en un momento en que me gustaría que la vida me diera la oportunidad de ser extremadamente selectivo, de decidir cosas muy puntuales, para las cuales necesitaría una estabilidad de todo tipo —valga la redundancia— muy estable. Pero siento que estoy en un momento, no como en la juventud, que uno hacía todo lo que quería o pensaba como por impulso; ahora no, siento que soy mucho más selectivo, y me gustaría serlo del todo.

Estuve en la mitad de Dime con quién andas (CHV), hasta que me sacaron; estuve la mitad (hasta la denuncia). ¿Si me gustaría volver a una teleserie? Me gustan más las series, porque son más cortas, porque se trabajan con formato de cine y porque son más ricas en trabajo de interpretación, dirección y todo eso. Son un poco más exigentes que las teleseries. Las teleseries son medias agotadoras, porque son muy largos los tiempos de grabación... No quiere decir que no haría una, pero prefiero las series.

Willy no se cierra a volver a una teleserie, aunque no se siente particularmente atraído a la idea. MARIO TELLEZ / LA CUARTA

Muchas veces a los actores les toca hacer papeles de pareja, y después se terminan enamorando. Por el problema de la “transferencia y contratransferencia”, si están haciendo —por ejemplo— de pareja en Romeo y Julieta, y les ocurre al mismo tiempo el “fenómeno”, se van a enganchar. Uno ve a tantos personajes internacionalmente conocidos, hollywoodenses, que les ocurre; es un fenómeno. Uno no está tratando de controlar nada en ese sentido, uno está trabajando, pero si ocurre, ocurre, como en la vida real. Sólo que hay circunstancias que prestan más facilidad para que ocurra, (como) si vas en la quinta toma del beso, algo puede pasar, te puede empezar a gustar (la otra persona)... ¡o no!

¿Cómo se viven los celos siendo actor? Casi siempre los actores nos emparejamos gremialmente, jeje... actrices con actrices, actores con actrices, actores con actores... porque es difícil que una pareja externa logre entender escenas de intimidad, besos y qué sé yo. Hay casos en que sí ocurre, pero es más o menos difícil. De la “antigua guardia”, conocía a algunas actrices que, en televisión sobre todo, decían: “Yo hago lo que quieran menos besos en la boca... porque mi marido me lo prohíbe”. Eran otros tiempos.

No pienso mucho en el futuro, no tengo mucho tema con la muerte, ni tengo el objetivo de trascender y que alguna calle lleve mi nombre. Soy muy de esta pseudociencia de Eckhart Tolle, de que “el futuro no existe, el pasado tampoco, la realidad es lo que está ocurriendo”. Me hace mucho sentido la frase de John Lennon cuando dice: “La vida es lo que te está ocurriendo mientras haces planes para el futuro”. Trato de estar lo más concentrado en el presente, porque, en realidad, lo que pasó ya pasó, y lo que viene es imaginación. No tenemos idea si en este momento alguien apretó el “botón rojo” y en cinco minutos más vemos un “hongo” (característico de las explosiones nucleares) levantarse sobre la ciudad. No tenemos idea de lo que puede suceder. Podemos hacer proyecciones y qué sé yo, pero soy más de concentrarme vivir el momento… no exactamente aquí, ahora, contestando esta pregunta, no el micro momento; sino que ahora estoy muy, muy, muy concentrado en el estreno de la película, tanto en la entrevistas como en mantener la calma y no ponerme ansioso.

"No pienso mucho en el futuro, no tengo mucho tema con la muerte", reflexiona el también director. MARIO TELLEZ / LA CUARTA

Me pone ansioso el éxito o fracaso de la película, por supuesto. Uno siempre quiere que le vaya bien a las cosas, pero nunca está seguro. Yo tampoco he visto la película, entonces no tengo nada a qué agarrarme en este momento, y no la voy a ver hasta la avant premiere. Es curioso. Es como cuando uno está sano no se da cuenta lo rico que es estar sano, y no lo agradece, hasta que estás enfermo, tienes fiebre y dices: “Puta, que soy malagradecido”. Y esta ansiedad queda en un rasgo “sufriente” si es que al proyecto le va mal; pero si le va bien, como que no se siente, como “qué rico que le fue bien, qué buena onda”, pero (es) como efímero.

A ver… ¿QUE ME ENCANTE ENJEVECER? ES UN POCO MUCHO (según había dicho en una entrevista). Más bien, no tengo problemas con envejecer, y me gusta que uno va preocupándose de cosas cada vez más importantes: la generosidad, los vínculos, la familia y cuestiones que son más trascendentales. Dejas de preocuparte del qué dirán, de “si hago esto, ¿qué dirán?”, “si hago esto otro...”, que a uno le quita tanto tiempo en la juventud. Empiezas a ser mucho más dueño de ti mismo; es mi caso, mi forma de envejecer, cada uno tiene la suya. Más que estar seguro de ti mismo, dejas de juzgarte, de criticarte y aceptas mucho más las cosas cómo son. Eso tiene harta gracia, ojalá empezarlo a los veinte años... pero yo no fui tan afortunado... Cuando llegué a los 60, empecé a decir: “No es tan malo tener 60″. Yo me imaginaba que a los 60 iba a ser un ANCIANO, etc... NO, estoy más viejo, pero no hay problema.

Antes mi desayuno era un café negro y cuatro cigarros; ahora, es un café negro y dos cigarros. Bajé a la mitad, jaja.

"estoy más viejo, pero no hay problema", declara el actor a sus 65 años. MARIO TELLEZ / LA CUARTA

Le tengo fobia al ser humano, jajaja, tengo antropofobia. Me da mucho nervio la gente, las multitudes, todo... Si voy a ir a una fiesta, me pongo nervioso. Casi no carreteo por lo mismo. Ahora Martín (el director) no me va a dejar, pero en La anunciada muerte de Willy Semler (2022) terminó la película y fui el primero que salí, no quería ver a nadie. Me pongo muy nervioso, incómodo. Y a veces cuando ando nervioso, estresado y crítico, me cuesta entrar a un supermercado. Soy bien neurótico en el fondo... ¿Si eso mejora o empeora con los años? Se mantiene, jejeje.

Hace poco no tenía redes sociales, WhatsApp, correo y nada más, y me hizo un instagram porque estoy obligado por razones laborales, y por la película “puse” Facebook. Pero pienso cerrarlas, porque no sé ni usarlas. Me pongo muy nervioso. No me funcionan, no es parte de mi mundo (las redes sociales), llegué demasiado tarde.

Tengo un hijo de 33 años, otro de 35, y una de 15, Julián, Martín (de su relación con María Izquierdo), y la Josefa (de su matrimonio con Carol Raddatz). La paternidad para mí es lo más importante. Todo lo que hago y decido está en función de mis hijos y de su bienestar. Y lo que me pasa —que creo que es lo que le pasa a todas las madres y padres— es que para uno los hijos nunca dejan de ser niños. Tengo un guailón de 35 y, si estoy en su casa, me pide desayuno a la cama y yo, el pelotudo, se lo llevo, y se lo llevo además con cariño. Me importa mucho saber que están bien, sufro mucho cuando sufren o algo sale mal. Son realmente partes mías. Y me fascina malcriar, más que criar, porque siempre durante la crianza lo que yo buscaba era que estuvieran contentos, entonces los regaloneaba en exceso, y eso ha tenido sus consecuencias también, que todavía quieren seguir siendo regaloneados.

Willy habla de su faceta paternal, teniendo incluso a una retoña de 17 años. MARIO TELLEZ / LA CUARTA

Ser padre de una adolescente es totalmente diferente (a la crianza de los primeros dos); además fue muchos años después, la misma diferencia (etaria) que tengo con mis hermanas; y mujercita además. Es una joyita de cristal, un ópalo, algo muy delicado que, ¡por favor!, nadie se acerca... Ya empezó a pololear, a tener su vida independiente, su pandilla y sus qué sé yo... Ahora viene a la avant premiere de El fantasma, va a ser mi dama de compañía, mi dama de honor, de todas maneras, y me dijo: “Ya, me quedo hasta el fin de semana porque el viernes tengo un concierto”; y yo desde ahora estoy tomando clonazepam, porque la iré a dejar y buscar al concierto... ¡Tengo que abrirme la mente! Tiene diecisiete (años), hace lo que quiere, tiene su vida personal, sola, y la miro y encuentro que tiene nueve.

Los traperos (no los cantantes, sino los paños para trapear) me hacen feliz. Tengo un TOC, que es que me importa mucho que haya mucho trapero limpio, doblado y ordenado. ¡Es un TOC! Definitivamente. Una trapeada y al carro de los traperos sucios, y después los lavo solo y con mucho detergente y cloro, y después los saco, los tiendo; y cuando están secos, los doblo, y siento algo parecido a la felicidad, jajaja.

¿Qué me hace feliz? Aristóteles decía que la felicidad consistía en hacer el bien en pos de los demás. Me siento feliz cuando me va bien, me siento feliz cuando le va bien a los míos, me siento feliz cuando se cumplen objetivos, cuando los proyectos resultan bien... además soy cocinero autodidacta: también me siento feliz cuando a los comensales les gustó la comida, etcétera... En general, cuando el esfuerzo que has puesto en algo, lo que sea, sea proyecto profesional, personal o familiar, se compensa con el cumplimiento del objetivo de ese esfuerzo. Ahí siento mucha ganancia.

Cuestionario Pop

Si no hubiera sido actor habría sido cocinero, o carpintero también, jajaja.

En mi época de estudiante de Teatro era súper mateo. Tenía que hacerlo bien, y era una época en que existían la U. de Chile, la Católica y la Técnica, y habían dos escuelas de Teatro, ¡no cuarenta! Y la Chile, además que era gratis, era MUY exigente. Había que ser muy mateo para salir en tres o cuatro años de la carrera.

Un apodo es “Willo”. Mis amigos más, más, más cercanos me dicen así, y en el ambiente familiar.

Un sueño pendiente es ir al espacio, aunque sea como turista, pero nunca tendré tantas lucas como para hacerlo. Me encantaría. Soy aficionado a la física teórica, la teoría cuántica me vuela los sesos; por supuesto que no entiendo nada, pero las cosas que se plantean en esos planos me parecen fantásticas. Y me habría encantado tener alguna herramienta o talento matemático para profundizar más.

Tengo varias cábalas. Una de las más ridículas, porque me importa mucho: juego harto al solitario en el teléfono y tengo que sacar el “solitario” en 112 movimientos, porque soy obsesivo con el 11-11. Veo la hora y son las 11:11, miro una patente y dice 11-11... Me metí en Google y hay una agrupación mundial que se llama “Los 11″, y yo sin saberlo pertenecía... El 11, el 1.111... me tienen muy metido.

Una suerte de hilo invisible une a Willy con el número 11, admite. MARIO TELLEZ / LA CUARTA

Tengo tantas frases favoritas... Hay una de (Pablo) Picasso, que es muy optimista, y me gusta mucho, y que dice: “Cuando se me acaba el rojo, sigo con el azul”. Y hay una muy pesimista de (William) Shakespeare que dice: “Estoy nadando en un mar tan rojo, y tan lejos de la orilla, que todo lo que toco me tiñe”.

Un trabajo mío que no se conoce es que contrabandeé orégano. Cuando chico, un cuñado mío, que era comerciante, compró para llevar a Argentina DOS TONELADAS de orégano de muy buena calidad, que era prácticamente pasto seco, y tuvimos que mezclarlo y separarlo de nuevo... ¡Fue aterrador! Nunca más comí orégano… Fue mi primer sueldo.

Un hobby escondido, y algo que siempre he querido practicar, y ahora que estuve viendo las Olimpiadas he dicho “este año sí o sí”: el tiro con arco y flecha... No tengo arco ni flecha, pero pienso este año comenzar... Y jugar pool me fascina.

Hay muchos actores y actrices que admiro. Citaré a la María Izquierdo como actriz, y a Néstor Cantillana como actor.

Un talento oculto sería la cocina, pero no está tan oculto... Tal vez el dibujo: copio muy bien... Si dibujo de la nada, comienzo a hacer círculos y monos y nada; pero si me pones una taza, te la dibujo igual.

Willy dice que tiene pendiente practicar el tiro con arco, desde hace muchos años. MARIO TELLEZ / LA CUARTA

Hartas películas me hacen llorar... El Padrino 2 me conmueve mucho y Annie Hall me parte el corazón.

No creo en el horóscopo, porque tuve una amiga que escribía el horóscopo de La Segunda, y era cualquier huevada. “¿Qué crees que le podría pasar a un Sagitario?”, preguntaba. “Yo creo que le va a ir regio para comprar...”, y lo anotaba y lo tiraba al diario... Soy Capricornio.

Si pudiera tener un superpoder sería tener acceso a todo el conocimiento.

Si pudiera invitar a tres famosos de la Historia a un asado, primero Ramsés II, que —creo— mandó a construir las pirámides, y que me explique cómo mierda las construyó; segundo Robert De Niro, sólo para estar y conversar un rato con él; y tercero, por así decirlo, John F. Kennedy, a quien siempre admiré mucho.

Willy Semler soy yo, jajaja.

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