El cantante recordó el día que Mario Kreutzberger lo llevó de compras en Gringolandia. “No quería ni siquiera contarle a la Silvana (su esposa)”, descaseteó.
El pasado domingo, Luis Jara fue el invitado a un nuevo capítulo de De tú a tú, programa de conversación conducido por Martín Cárcamo.
Y en esa instancia, el cantante. Habló de su larga trayectoria como cantante, sus altos y bajos en la televisión, y también contó anécdotas de su vida más personal.
De hecho, una de las historias que más llamó la atención lo tiene como protagonista a él y a Don Francisco en Miami, Gringolandia.
Según su relato, todo surgió cuando Mario Kreutzberger lo llevó a comprar unas camisas a una tienda de Coral Gables. Todo esto, hace cerca de 30 años.
“Yo tenía esta especie de obsesión por parecerme a Luis Miguel, qué hue… Entonces yo bajaba de peso, me hacía el jopo. O sea, no era tan hue…, pero en rigor quería ser parte de la moda del cantante latino”, relató de entrada el cantante.
Y en esa misma línea, agregó: “Le digo esto a Don Francisco y me dice ‘yo tengo una picá pah comprarte camisas’. Una ‘picá’ (ríe). Esos negocios que había que tocar el timbre. ‘¿Quién es?’. ‘Mario Kreutzberger’. ‘Adelante don Mario’. Ese nivel de negocio”.
“Nosotros no teníamos ni uno. Y me empecé a probar camisas espectaculares, la verdad es que era una más linda que la otra, de seda, caían, con lunares, yo me miraba al espejo y me hacía así, un imbécil… Y de repente digo ‘me llevo seis’. Y Mario se fue, hue… Me dijo ‘te dejo acá con todos los vendedores’. Y se fue con su caminar”, recordó.
El relato de Luis Jara
Eso sí, lo bochornoso ocurrió cuando se enteró del precio de las prendas.
“El gallo las envolvía y yo dije ‘deben costar unos cincuenta dólares. Igual voy a ir al Festival de Viña, vale la pena la inversión’. Me dan la cuenta y 2.200 dólares por seis camisas. Y cómo le iba a decir… Yo hoy día le hubiera dicho ‘mire, amigo’, hoy día no tengo ningún problema, ‘papito, no. Están muy lindas sus camisas, dígale a Don Francisco que otro día vengo’, aseguró.
Sin embargo, nada de eso ocurrió. “Eso le diría hoy día sin ningún problema. Pero en ese tiempo yo tenía 27 años, todo me daba susto, cómo iba decirle que no me las llevaba. Le paso la tarjeta, por dentro lloraba. No quería ni siquiera contarle a la Silvana (su esposa) lo que había hecho”, dijo entre risas.
“Me deja afuera y yo no tenía auto. Salí de la tienda con 2.200 dólares en camisas, pero no tenía ni para tomar un taxi, e hice dedo desde la tienda, ‘oiga, ¿me lleva?…’”, bromeó sobre la hilarante situación.