Aprendieron el ejemplo de Estados Unidos importando su lucrativo modelo.
Negocio redondo y silencioso. Así podríamos definir el fenómeno del K-pop en Chile. Movimiento que sobrepasó las barreras artísticas, estéticas y musicales para los jóvenes amantes de la cultura asiática. El Parque San Borja junto al Centro Cultural Gabriela Mistral (GAM), son el epicentro de un rótulo que sobrepasa las utilidades de Hyundai. Industria que consolidó un modelo de negocio que también apunta al cine, teleseries, vestuario y merchandising.
Y claro está, aprendieron el ejemplo de Estados Unidos importando su lucrativo modelo. Fabricar grupos como Backstreet Boys, ya no era un sueño desmedido. Decisión respaldada en el gigantesco éxito comercial desatado tanto en Asia como en América Latina.
Las visitas de Kim Hyun Joong, Super Junior, GOT7, Dreamcatcher, Monsta X sumado al Music Bank Chile, confirman la popularidad de un género consolidado en nuestro país. Favorable escenario para las venideras presentaciones de 24K (31/08), Kard (13/09) y Momoland (26/10). Felicidad que para sus fans contrasta con la imposibilidad de ver a EXO en Chile.
Agrupación que este año se presentó en la ceremonia de clausura de los Juegos Olímpicos de Invierno, alcanzando el éxito comercial tras el lanzamiento de su segundo álbum en estudio, "XOXO". Material que vendió un millón y medio de copias en el mundo, posicionando a la banda oriental como los artistas de mayor proyección. Canciones como "Call me baby" y "Monster", se elevan como himnos generacionales en China y Corea del Sur.
Las repercusiones del K-pop, son fiel radiografía del efecto Internet en la cultura de masas. Tendencia donde la nacionalidad, idiosincrasia y color de piel no forman parte de los códigos asociados a un mundo virtual.