“Lo pasé pésimo” y “Me cargan los curados”: las conclusiones de Vale Saini tras “experimento social” de 8 meses sin alcohol

Las conclusiones de Vale Saini tras "experimento social" de 8 meses sin alcohol. MARIO TELLEZ / LA CUARTA

La comediante y panelista de Hay Que Decirlo (Canal 13) se refirió a su estrecha relación con el carrete y la piscola, elementos que forman parte de su comedia.

Valentina Saini quería ser monja hasta los primeros años de la adolescencia cuando, en su gira de estudios escolar, descubrió las posibilidades de entretención que le daba la fiesta, incluyendo el alcohol, en especial la piscola. Así, a sus 39 años y con una hija adolescente, la comediante se las sigue arreglando para salir de juerga.

En conversación con La Firme de La Cuarta, la actriz se sinceró sobre su atracción por la noche, la que muchas veces le entrega material creativo tanto para sus shows de stand up como los videos que comparte en redes sociales:

“Me encanta carretear, es mi hábitat, mi zona de comodidad... mi lugar seguro, JAJAJA, no. Me fascina carretear, pero también me fascina el skincare y verme bien, soy traumada, me pongo aloe vera; puedo llegar a las 5 AM, pa’ la cagá, y me saco el maquillaje y todo. Pero me gusta carretear, porque mi rutina (de humor) va mucho dentro de lo que pasa en un carrete, desde que uno dice ‘la última y nos vamos’ o ‘vengo un ratito’, y me gusta mucho el comportamiento del ser humano, desde que llega, a los matrimonios sobre todo, todo lo hipócrita.

Vale también considera que el hecho de haber sido madre con tan sólo 23 años le entregó una fuerza para sostenerse bien en el carrete a sus 39 años, según analizó:

“Es un don: siempre he tenido mucha energía para carretear. Mis amigas piensan que tengo un poder. Puede ser porque fui mamá joven e igual carretera hasta las 5 AM y me tocaba despertarme a las 6 AM. Pero me gusta la noche, sobre todo en un país tan reprimido, que es entretenido ver a las personas... no confío en las personas que no toman, y no es un tema de alcoholismo ni nada, lo encuentro raro... Me gusta ver a alguien como “soy así”; prefiero conocerte en un after que en un aperitivo, y de ahí ya a partir de cero. Me cargan las citas, me carga actuar, y estudié Teatro, pero prefiero que digamos las cosas como son, aunque de repente sea un poco complicado”.

El “experimento social” de Vale Saini

Incluso, hace algún tiempo, la comediante decidió alejar un popular trago de vida, para vivir desde la sobriedad, relató:

“Dejé la piscola durante ochos meses, por un experimento social, y lo pasé pésimo. No fue buena idea. Me sentía rarísima. Mi primer beso sobria fue asqueroso, asqueroso, jajaja, lo juro; sentí que me tenía que casar, todo tan real, comparaba todas las situaciones (con estando ebria), como ‘espérame, voy al baño’ versus ‘oye, voy a ir al baño, ¿me esperabas acá?’ —Pone voz de tontorrana—... Llegué a la conclusión de que no es necesario tomarse doce piscolas, pero tres sí. Siento que hay que dejar que las emociones fluyan. Lo logré, pero fue fome. Me puse hater. Por lo menos acá, en Chile, es raro. Pero también me cargan los curados, para que se entienda, no es que avale que “todos hagámonos mierda” ni nada... pero un poquito, bacán; y también un poco más, JAJAJA. Hay que equilibrar”.

Si bien Vale se considera “tímida”, también es bastante espontánea, característica que queda en manifiesto en los jolgorios, analizó:

“Me mando millones de cagadas cuando tomo, cosas que no tengo que hacer; soy así, soy Mr. Bean, la frase “para qué me invitan si saben cómo me pongo”. Aunque más chica; ahora tengo el poder y la consciencia de que ya sé cómo soy. Sin querer una vez le di un beso al novio en un matrimonio, y dejé la cagada; pero fue sin querer, porque era igual a mi pinche, y me confundí, ¡uy!, terrible. Típico que me caigo y me esguinzo, y ni siquiera curada; una vez me caí a una piscina; y pierdo anillos. Soy como la película ¿Qué pasó ayer?, cuando te levantas con el celular descargado y no quieres saber NADA. No sé qué me pasa, me pongo como: ‘¡La vida es una!’”.

Sin embargo, con la experiencia de los años y también habiéndose vuelto una famosilla local a través de la tele, la radio y las redes sociales, cada vez se maneja mejor con el protocolo, según dijo:

“Pero ahora me he sorprendido, y me admiro mucho; estoy súper orgullosa. Por ejemplo, hace poco tuve un matrimonio con un pinche y para mis amigas es tema: ‘Vale, hazlo bien’ y yo ‘sí, sí, voy a tomar (sólo) champaña’. Lo hice súper bien, aunque me peleé con su mejor amigo. He ido mejorando, sobre todo ahora, que igual me conocen en muchos otros lugares. Ya no tengo la libertad. De repente ni siquiera estoy curada, pero me pongo a hacer el limbo en el suelo, y me veo rara; pero estoy pasándolo bien nomás. ¡Qué lata ir a un carrete y que no te vean! Que te digan ‘¿ah, fuiste?’. Jamás me ha pasado. Y si me pasa, estaría haciendo mal las cosas. ¡Qué lata po’!”.

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