“Debería estar muerto”, son unas de las primeras palabras de la autobiografía del actor. Libro donde revela cómo fue el infierno de sus adicciones. Él quería vivir, sin embargo, cinco traficantes le arrebataron sus sueños de tener una esposa, hijos, y ser recordado por algo más que Friends.
“Hola, me llamo Matthew, aunque seguramente tú me conozcas por otro nombre. Mis amigos me llaman Matty. Y debería estar muerto”, con esas palabras comienzan las memorias de Matthew Perry, “Amigos, amantes y aquello tan terrible”, libro que lanzó solo meses antes de morir.
El querido actor de Friends, quien dio vida por diez años a Chandler Bing, falleció producto de una sobredosis accidental de drogas en su casa en Los Ángeles, el pasado 28 de octubre de 2023. Tenía 54 años.
Una partida dolorosa para sus seguidores y fanáticos de la serie, especialmente porque muchos creían que la estrella se encontraba recuperada de sus adicciones, pero casi un año después, salió a la luz que esto no era así.
En su libro, el actor escribió con humor su desgarradora dependencia del alcohol y los analgésicos, de los que abusó durante años, y hasta el día de su partida: “Quería compartir cuando estuve a salvo de volver al lado oscuro”, dijo a People cuando lanzó la autobiografía.
El día de la muerte
Según relata la mencionada revista en un reciente reportaje, aproximadamente a las 8:30 a.m. del día de la muerte, Perry le pidió a su asistente, Kenneth Iwamasa, que le inyectara ketamina. Un anestésico de acción rápida, que sólo los médicos pueden administrar legalmente.
Poco más de cuatro horas después, el actor pidió una segunda dosis mientras veía una película. Luego, solicitó a su asistente que preparara su jacuzzi y le inyectara una tercera dosis: “Dispárame con una grande”, fueron sus palabras, según indican los documentos judiciales.
El hombre cumplió con la petición de su jefe y dejó la casa para hacer recados. Cuando regresó esa tarde, Matthew estaba muerto, boca abajo en el jacuzzi.
Los cinco sospechosos
El pasado 15 de agosto, las autoridades anunciaron que un jurado acusó al asistente de 59 años, junto a cuatro cómplices: Salvador Plasencia (42) médico que vendió la ketamina y se la administró a Perry; Mark Chávez (54) médico que consiguió de proveedores legales la ketamina para Plasencia; la traficante Jasveen Sangha (41) llamada “La Reina de la Ketamina”; y Erik Fleming (54), quien vendió el suministro de Sangha al asistente de Perry.
Los fiscales afirman que fue la ketamina de Sangha la que mató al actor, y que las cinco personas son responsables de la muerte.
Chávez, Fleming e Iwamasa se declararon culpables tras un acuerdo. Mientras que Plasencia y Sangha dijeron ser inocentes. Todos arriesgan entre 10 años y cadena perpetua si son encontrados culpables en el juicio.
Anne Milgram, directora de la Administración de Control de Drogas (DEA), dijo en una conferencia de prensa que los acusados se aprovecharon de Perry, sobre todo Plasencia y Chávez, a quienes llamó “médicos sin escrúpulos que abusaron de su posición de confianza porque veían (al actor) como un día de pago”.
La investigación comenzó después de que la autopsia del intérprete determinara que la causa de su muerte fueron los “efectos agudos” de la ketamina.
“La ketamina no era para mí”
Perry llevaba una doble vida. Mientras jugaba pickleball y se juntaba con amigos, quienes decían que lo veían bien; gastaba en secreto millones en ketamina y la consumía hasta ocho veces al día.
En sus memorias, el actor escribió que usó la droga como tratamiento en una clínica de rehabilitación suiza -una de las tantas veces en que acudió a ayuda profesional para tratar sus adicciones- y afirmó que era “como recibir un golpe en la cabeza con una pala feliz gigante. Pero la resaca fue dura y pesó más que la pala. La ketamina no era para mí”.
Pero todo cambió el 30 de septiembre de 2023, cuando los doctores Plasencia y Chávez, supieron que Perry estaba interesado en comprar ketamina. “Me pregunto cuánto pagará este imbécil”, le escribió uno al otro. Chávez obtuvo el medicamento con una receta fraudulenta y se la vendió a Plasencia.
Ese día hicieron un trato con Perry. Plasencia viajó a la casa de la estrella y le inyectó la droga, además, dejó jeringas y más dosis al asistente Iwamasa (a quien le enseñó a administrarla).
El 12 de octubre de 2023 ocurrió un problema, Plasencia le estaba administrando una dosis al actor cuando este tuvo “una reacción adversa” y su presión arterial se disparó. La droga hizo que se “congelara” temporalmente, dejándolo incapaz de hablar o moverse.
Una adicción descontrolada y un plan para borrar evidencias
El fiscal federal de California, aseguró que Plasencia dijo que la adicción de la estrella estaba “fuera de control”. “Sin embargo, al mismo tiempo le estaba ofreciendo vender ketamina al Sr. Perry. Creo que toda esa conducta muestra un nivel de codicia que antepone las ganancias prioritarias al paciente”, sentenció.
En ese mismo tiempo, Chávez se enteró de que estaba siendo investigado, así que dejó de sacar la droga de la clínica donde trabajaba y de suministrarla a Plasencia. Sin embargo, durante las semanas previas a la muerte, Perry ya había conseguido más Ketamina a través de un amigo en Hollywood, el director y productor Erik Fleming.
Fleming trabajó con Sangha, la llamada “Reina de la Ketamina”. A través de mensajes con Iwamasa, el cineasta dejó claro que esto era un negocio para él, “no lo haría si no existiera la posibilidad de ganar algo de dinero”, escribió.
Fue así como Matthew terminó comprando docenas de viales de ketamina (incluida la dosis que lo mató) a la misma persona, “Sangha, la Reina de la Ketamina”, pero a través de dos traficantes: Iwamasa y Fleming.
Poco después de la muerte, Sangha y Fleming acordaron distanciarse y eliminar todos sus mensajes. Mientras que Iwamasa limpió la escena del crimen, eliminando evidencia y jeringas.
La vida que Matthew jamás pudo tener
En sus memorias -que hoy parecen una dolorosa despedida- el actor siempre lamentó que sus adicciones no le permitieran formar la familia que tanto quiso. Había tenido incontables oportunidades de casarse, pero se sentía “poca cosa” para sus parejas.
Tampoco pudo dejar las adicciones, pese a las múltiples veces en que ingresó a rehabilitación, la mayoría de ellas a regañadientes. Tenía proyectos en mente que no pudo cumplir, y tampoco quería ser recordado solo como el actor de Friends, ya que anhelaba aportarle algo más a las personas.
Escribió mucho sobre la muerte, y de cómo lo rondaba. En el texto citó el caso de Michael Jackson, asegurando que lo entendía, porque el cantante “no quería morir, sino escapar”, igual que él.
Pero por sobre todo, dejó claro que quería seguir viviendo, se aferraba a ese sueño, así como casarse y ser padre, anhelos que cinco traficantes sin escrúpulos le arrebataron.