Es el lugar donde más tiempo pasa el animador, donde guarda su propia estrella hollywoodense y le pide al Padre Hurtado que le vaya bien.
Un televisor noventero con pinta de que con suerte funciona, es lo primero que se ve apenas Martín Cárcamo abre la puerta de su camarín en Canal 13. En este reducto, el rubio natural tiene de todo para relajar la vena luego de estar toda la mañana en pantalla, menos ducha. "Cuando necesito bañarme me meto al de la Tonka, porque en el suyo sí hay ducha", cuenta el coanimador del Bienvenidos, apuntando a la habitación de enfrente.
De vuelta a su sala, el viñamarino explica los objetos y amuletos que lo acompañan en ese reducto. "Esta tele es un clásico, es vieja, antigua, cuesta que prenda, pero he pedido que nunca me la saquen", describe al modelito Daewoo, 14 pulgadas, que yace sobre una mesa.
Justo detrás de la reliquia audiovisual, en la muralla hay una Estrella de la Fama, la de Hollywood, pero artesanal. "La vi y le pegué mi nombre jajajá", revela sobre la creación.
En un gran espejo, Martín tiene pegada una foto de San Alberto Hurtado. "Tengo al Padre Hurtado siempre. Soy fiel. También uso una medalla de plata suya en el cuello. A él me encomiendo. Me ha acompañado durante toda mi vida televisiva".
- ¿Cómo llegaste a él? Cuando llegué a TVN, Daniel Sagües (actual director de Bienvenidos) tenía una, también Felipe (Camiroaga), y él me regaló una a mí.
- ¿Cómo se ha portado el santo? Nunca me ha fallado. En los momentos más críticos me ha ayudado. Le pedí para el Festival de Viña y me fue muy bien. Soy un tremendo agradecido de él, le tengo mucha fe.