Francini Amaral, Yann Yvin, Lucila Vit, Benni y Miguelito cuentan cómo llegaron a convertirse en un compatriota más.
Aunque por estos lados varios chaquetean y tiran para abajo a esta copia feliz del Edén, no son pocos los extranjeros que llegan, y el flechazo con Chile es inmediato.
Si no lo cree, es cosa de echar una mirada y revisar la cantidad de foráneos que vienen por un tiempito, pero finalmente el enamoramiento es más fuerte y terminan echando raíces en esta larga y angosta faja de Tierra.
Sin ir más lejos, no son pocos los que llevan tantos años en este Calcetín de Tierra que pasan piola y, a estas alturas, ya son más chilenos que los porotos.
“Salí de Brasil con 18 años y llegué a Chile hace 20. Llevo más tiempo fuera que en mi propio país. Desde siempre, nunca fui de nadar contra la corriente cultural de donde estoy. Ahora que estoy en Chile siento muy mío también las costumbres. Hay cosas que ya las normalicé. Como si fueran mías de toda la vida. Hay cosas de Brasil que no las dejo, pero por lo menos mi círculo allá dice que soy más chilena que brasileña”, reconoce Francini Amaral, quien llegó a Santiago en septiembre de 2001, tras dejar el país “máis grande du mundo” para probar suerte junto a Axé Bahía.
Según cuenta, llegó justito para las Fiestas Patrias. “Este año estoy cumpliendo 20 años en Chile. Llegué un 18 de septiembre. Me vine en bus, salí de Brasil el 16″, revela la bailarina.
Por lo mismo, esas tradiciones dieciocheras la marcaron de entrada. “Amo el 18 de septiembre. Soy de las que todos los años voy a las fondas. En especial a las del Parque O’Higgins. Es una tradición que me llama la atención y creo que ya la incorporé a mi ADN”, complementa.
Una situación parecida ocurre con Lucila Vit, quien llegó a Chile el año 2004 para hacer un piloto para un programa estilo Wild on, pero debió regresar a Argentina porque no le pagaron. Eso sí, posteriormente la llamaron de una agencia y poco a poco empezó a pitutear por estos “lares”.
Y ahora, después de 17 años, se siente una compatriota más. “Me chilenicé bastante, aunque el acento no se me fue del todo. Voy allá y me dicen ‘sos una chilena más porque hablas muy chileno’. Las raíces, la sangre siempre tira, pero obviamente Chile es un país que amo Me siento una chilena más y ahora mi hija va a ser chilena, así que eso más me une a este país tan maravilloso”, afirma la modelo fitness, quien espera una “bendición” junto a Rafa Olarra, su pareja.
En cuanto a las palabras, expresiones y “chuchadas”, la mayoría de los “extranjeros-chilenos” coinciden principalmente en dos: el clásico “CTM” y la “hueá” con todos sus derivados.
“La picardía chilena en general es muy buena. La ‘puntita nomás’, el ‘pollo al velador’. Hay un abanico increíble de dichos chilenos. Cada uno es mejor que el otro. La expresión que me llamó la atención y supongo que a cualquier extranjero es ‘la hueá’. ‘El hueón que hizo la hueá, que le fue como las hueá’. Ahí podemos seguir hablando de ‘puras hueás, hueveando entre hueones’. Es increíble que una sola palabra la puedes juntar en una misma frase, para diferentes propósitos y todo el mundo te entiende”, sostiene Yann Yvin, el jurado de MasterChef quien lleva un montón de años en Chile. De hecho, sus primeros días por acá fueron en 1998, cuando Francia ganó el Mundial que justamente se jugó en su país natal.
Por su parte Benni, italiano que tiene un magister en “chuchadas”, apunta a la deslenguada forma de expresarse de los chilenos, la cual después de 28 años, ya las incorporó como suyas.
“La manera de hablar que tienen es como la callampa, pero el chileno es muy simpático, tiene una rapidez mental. Es muy creativo. Yo conozco muchos países, muchos idiomas, pero nadie tiene tanta chispa cuando habla. Tanto doble sentido. Normalmente los chilenos tienen esa talla a flor de piel. Y eso me causó risa. Ahora, son más ordinarios que la conche... La única manera que tienes de escuchar a alguien hablando bien, es en un noticiero o matinal”, bromea en su estilo.
Y sobre la misma, reconoce: “Yo siempre fui muy garabatero. Era capo en chuchás. En Sudáfrica me multaron por decir un garabato en un lugar público. Estaba prohibido. Me multaron con 50 dólares. Hablaba como las hueas. Siempre fuí cucheta, entonces me sentía identificado (con el chileno)”, afirma el intérprete de “Enchufa”, quien llegó a Chile en 1993, cuando tenía 36 años (hoy tiene 65).
Por último, otro famosillo que también llegó para quedarse ya pasa colado como un compatriota más, es Miguelito. ¿Cómo lo demuestra? Fácil: con sus comidas favoritas y su “poco miedo” a los sismos.
“Como muchas pantrucas. Los porotos con riendas me gustan, el ajiaco. El pan amasado. Cuando estoy en el sur mi suegro me hace curanto, que me encanta. También me gusta la empanada de pino”, dice el artista que llegó en 2006 proveniente de Perú.
¿Sobre los temblores? “No le tengo tanto miedo a estas alturas. Salvo que sea uno cototo, cototo, como el del otro día. Me sacó cascando de la cama”, sentencia el ex Morandé con Compañía, quien tras 15 años, algunos juran de ombligo al suelo que es chileno.
“Hasta hace poquitito la Karen Bejarano no tenía idea que yo era peruano. Eso fue hace cuatro días. Estábamos hablando y me pregunta ‘¿de dónde eres?’. ‘De Perú’, le digo. ‘¡Me estás hueveando. No hablas como peruano!’, me dice’. Y nos conocemos hace años, hemos compartido escenario, en la tele y otros lugares, y no tenía idea”, remató el fanático de la UC.