“Salió el líquido amniótico y todo”, reveló la comunicadora en medio de su participación en el Podemos Hablar.
Una impactante anécdota fue la que sacó a la luz Savka Pollak en el último capítulo de Podemos Hablar, espacio de Chilevisión conducido por Jean Philippe Cretton.
Todo surgió cuando el periodista le pidió que se pusieran de pie a los invitarnos que haya tenido una experiencia límite a lo largo de su vida.
Acto seguido, el ex rostro de Canal 13 contó lo ocurrido en el partido de una de sus hijas, el cual se llevó a cabo arriba de un auto.
“Mi experiencia límite no tiene que ver con asaltos, con pistolas, tiene que ver con el nacimiento. Yo a los 41 quise tener mi cuarta hija. Mis tres hijos ya eran mayores, estas decisiones medias irracionales que uno toma, sin tomar en cuenta que ya estás más viejita, más grande”, relató de entrada Pollak.
Y en esa misma línea, agregó: “pero había un llamado, esas cosas que uno sabe que no ha terminado y que tiene que hacerlas. Yo tenía una maternidad pendiente que la quería hacer diferente, quería parir de una forma distinta, había escuchado a muchas activistas que hablaban del parto respetado y la violencia ginecológica. Quería experimentar la maternidad desde cero”.
Luego, contó lo que ocurrió fue el complejo nacimiento de su “bendición”. “En la mañana me llama la matrona y me dice ‘Savka, estás en tu semana 37′. Yo ya estaba desesperada. Me dice ‘si tienes hora al ginecólogo hoy día que no te haga tacto, porque vas a apurar el parto’. ‘Hola don ginecólogo, ¿podríamos revisar cómo está el cuello del útero para ver si falta mucho?’. Yo quería que se apurara”, recordó.
“Me lo revisa, ‘no tienes para cuándo’. Llego a la casa, y esto yo siempre lo cuento en mis charlas, porque me encontré con el tapón mucoso. El tapón mucoso está en el útero, sale y te dice que esa guagua va a nacer dentro de las próximas horas. Se desata el proceso de parto”, complementó.
“La idea de cuando haces el preparto en la casa es que te traslades una vez que tienes más de dilatación seis, porque sino tiendes a volver a retroceder y cuando llegas tienes que retomar todo el trabajo de parto. Entonces el rango es cortito entre dilatación seis y diez, que es cuando nace la guagua. Pero ya en el seis tienes que empezar a moverte. Me subí a la camioneta, me pasan dos almohadas y una toalla. Me movía como leona enjaulada, un verdadero animal. Pero un animal no vuelto loco, súper consciente, súper despierto, vigilando y atento a cada parte del cuerpo”, agregó.
Eso sí, lo más impactante de su relato vino después, cuando contó detalles del inesperado proceso de parto.
“Después las contracciones se empiezan a sentir en la entrepierna, porque la guagua empieza a encajar la cabeza, y eso tú lo sientes, cómo la vida está encajando la cabeza entre tus caderas. De repente yo digo ‘necesito que paren el auto, porque me tengo que bajar’. Entonces el papá de la Laurita, que se porta súper bien, me mira por el espejo retrovisor y me dice ‘eso es la guagua’. Yo me doy vuelta para un lado, me doy vuelta para el otro, me acuclillo en el asiento de atrás. Me saqué los calzones primero. Estaba súper preocupada de a qué hora me iba a sacar los calzones, mira la tontera”, acotó.
“Me acuclillé en el auto y cantando saqué a la Laura. En serio. En Kennedy con Manquehue, arriba del auto. Salió el líquido amniótico y todo. Yo fascinada, en trance absoluto, sin ningún dolor, con un amor así como cuando lo ves en los monos animados, con rayos por todos lados. Tomé a la criatura, le digo ‘bienvenida’, me la planté en la pechuga y partimos a la clínica. Y el llamando a la clínica, ‘va una señora con parto terminando’. Imagínate a ese pobre señor cuando abrió la puerta y vio que salía el líquido amniótico. Y yo venía atrás con mi guagua preciosa, tomada en la pechuga”, afirmó Pollak.
La reflexión de Savka Pollak
Por último, también aprovechó la instancia de compartir una reflexión sobre lo ocurrido, y también revelar qué ocurrido una vez que llegó a la clínica.
“Yo no sabía todo esto. Mi cuerpo lo sabía, mi memoria ancestral lo sabía. Y no supe qué pasó, porque la tenía acurrucada, oscurita, calentita, no sé si la gente peleó, discutió, nada. Y me bajé caminando, dije ‘no quiero silla de ruedas, ni quiero camilla, no quiero nada, vamos en el ascensor’, relató.
“El cordón cuando llegó el doctor, quince minutos después, se lo cortó. Y así fue como yo conocí a mi Laurita preciosa y me di cuenta que nosotras tenemos capacidades infinitas, que no conocemos, que no aprovechamos y que muchas veces no vemos. Yo podría haber estado en una guerra, en un bosque sola, y esa guagua habría nacido igual”, remató.