Animador de Chilevisión contó detalles del accidente de tránsito donde falleció María Soledad. “Ese fue un momento inconmensurable de dolor”, recordó en el De tú a tú.
Tal como se había anunciado la semana pasada, Julián Elfenbein fue el invitado de este domingo en el De tú a tú, programa de conversación conducido por Martín Cárcamo.
Y en ese contexto, el animador de Chilevisión habló sobre uno de los momentos más dolorosos de su vida: la muerte en 1997 de María Soledad Aris, su polola de ese entonces, en un accidente de tránsito.
“En la vida me cuesta mucho llorar. Estuve tan mal y lloré tanto que se me secaron las lágrimas. Por eso después cuando murió mi papá no pude llorar. Es como que lloras por dentro pero no lloras físicamente”, relató de entrada el conductor de Pasapalabra.
De inmediato, Julián también aprovechó la instancia de revelar cómo fue esa relación amorosa, con quien se quiso casar apenas la conoció.
“Fue un amor fulminante, además ella era un ángel. Fue una historia muy extraña al inicio, como esas historias de princesa que no pueden terminar bien”, recordó.
Posteriormente, habló sobre el fatal accidente de tránsito que protagonizaron, el cual ocurrió cuando salían de una discoteque. En ese minuto, fueron impactaron por un furgón manejado por jóvenes en estado de ebriedad.
“Yo choqué dos veces en mi vida. Las dos un 15 de agosto, las dos con ella, con un año de diferencia. La primera vez fue culpa mía, un accidente chiquitito, se me fueron los frenos camino a Algarrobo. La segunda, cuando fallece”, relató.
Y en esa misma línea, agregó: “despierto con bomberos y un montón de gente, sin entender nada. La Sole al lado mío, la mano tomada, ella se veía bien, yo abro la puerta, me paro y caigo”.
Sin embargo, horas más tarde la mujer supuestamente sería operada. Eso sí, Julián no la volvió a ver con vida.
El relato de Julián Elfenbein
“Ese fue un momento inconmensurable de dolor. Incluso las felicidades máximas mías, como el nacimiento de mis hijos, son incomparables en términos de intensidad con ese grito de dolor”, acotó.
“Me costó mucho querer vivir. Había perdido todo el sentido. Yo me paraba en un balcón y miraba a un parque, pasaba gente y yo me sentía afuera. ‘Todos ellos tienen vida, y yo no’. Los primeros dos o tres años yo iba al cementerio todos los días”, agregó.
Por último, reveló que recién cuando conoció a Daniela Kirberg, su ahora es esposa, empezó a mejorar. Sin embargo, el recuerdo de María Soledad sigue intacto hasta hoy.
“Tengo todo lo de ella guardado, fotos, cartas. Cuando estás solo con mayor razón vuelves a eso, pero no es competencia de nadie, es algo tuyo. La Sole es como yo, no es para que la Daniela o cualquier persona que venga en el futuro se pueda poner celosa. No es que yo siga enamorado o pegado porque hablo de ella. Es parte de mi vida no más”, cerró.