El “Profesor Rossa”, en su faceta de coleccionista, siempre está buscando nuevas adquisidores. “Tengo todo en la casa en Rapel”, aseguró.
Iván Arenas en un coleccionista obsesivo y caótico, reúne distintos tipos de objetos, sin un criterio definitivo, simplemente por tincada o gusto. De hecho, en algún minuto le echó el ojo a una colección del actor Álvaro Rudolphy: sopletes de gasfitería, pero finalmente desistió.
En marzo del 2023, entrevistado por De tú a tú (Canal 13), el actor mostró su colección de sopletes a la cual se ha dedicado durante más de veinte años. “Llevo 360 sopletes”, reveló él. Acto seguido, contó que “me estoy deshaciendo de todos”, porque a pesar del afecto emocional, “siento que igual es una mochila, un peso que llevas”.
En paralelo, Iván también es un coleccionista, aunque de distintas variedades de objetos y, por ejemplo: “Tengo la colección más grande en Sudamérica de cajas de fósforos, ¡tengo 95 mil cajitas!”, contó en entrevista con La Firme de La Cuarta. “Tengo colección de campanas, unas ciento y tantas, grandes, de barcos, iglesias, de la India, Pakistán y Tailandia. Colecciono máscaras, búhos, instrumentos de bronce, sables, espadas, ballestas, dagas, cuchillos, pipas y dedales, que tengo todo en la casa en Rapel”.
De hecho, el comunicador contó que estaba al tanto de la colección que maneja Rudolphy, sobre la cual dijo:
“Me gustó mucho. Lo estaba vendiendo, pero los estaba vendiendo en una locura. No le pregunté, no tengo contacto; pero me llegó el dato de que lo vendía en una locura, así que dije no… Ahora empecé con los sopletes, que tengo pocos, dieciocho, pero voy de a poco; y con destapadores de botellas, que ya voy en 4 mil y tantos... No tengo criterio. De lentes tengo ganas, pero a lo mejor justo antes de que me muera. Quiero que todo eso vaya al museo. Voy a las ferias de antigüedades en Europa o donde esté, y ando averiguando. La colección que aumentó rápidamente fue la colección de teléfonos antiguos, ya voy en más de cien; el otro día fui a Argentina y me traje diecisiete”.
El sueño del museo
Laboralmente, hoy el actor se dedica a sus shows de comedia (hoy estrenando Dado de alta), escribe una trilogía de libros sobre datos curiosos, y además tiene el anhelo de dejar un museo personal para las futuras generaciones, donde espera poder dejar sus colecciones también, según vislumbró:
“Los shows para mí son entretención maravillosa, pero si me preguntan: “¿Cuál es mi sueño de aquí para adelante?”... Ni uno... Sí tengo ganas, a lo mejor, por razones obvias, de hacer un museo. Tengo TANTA cosa que he juntado paulatinamente, premios, galvanos, diplomas y mis enormes colecciones, que digo: “¿Quién se va a quedar con todo esto?”. Nadie querrá cuidarlo. Significará un costo, hay que estarlo cuidando. Pensé en un museo que se transforme en un centro educativo. Lo que quiero es que sea un núcleo educativo, que vayan a aprender, leer e investigar; hoy, que está tan de moda la inteligencia artificial, que se enseñe el manejo de eso, cómo investigar respecto a las diferentes temáticas y profesiones en que están los cabros. Hoy hay un mundo enorme dentro de la computación; que no les pase lo que a mí: me llegó la computación y no tenía idea qué era ese aparato”.
Respecto a dónde instalaría aquel museo, Iván tiene tres opciones: Rancagua, su tierra natal; Valparaíso o Viña del Mar, donde nació el personaje del Profesor Rossa; y en Santiago, que estratégicamente es la ciudad con mayor población, por lo que “sería mucho más visitado”, supone.
“Estuve a punto de instalarlo en Rancagua, en una casona del Centro español, inmensa y abandonada, con un parque maravilloso; había que meterle harta plata, 400 millones, según calculamos”, agregó. “Ya teníamos alguna visualización de sacar dinero por intermedio de la municipalidad y el Estado... Pero justo se quemó, o la quemaron, no sé”.