No sólo talento ha pasado por el escenario de la Quinta Vergara, también excéntricos momentos donde los artistas no brillaron por su música.
No solo con grandes actuaciones y bellas melodías se define un Festival de Viña. También hay artistas que han dejado su huella en el escenario más importante de Chile y no precisamente por su calidad musical. Son momentos freak, raros, fuera de lugar, o quizás, de un nivel artístico tan elevado que aun no somos capaces de comprender.
Pero lo cierto es que todos estos momentos comparten varias cosas en común: escaso talento en la puesta en escena que sólo se volvió memorable por los incomprensibles momentos que nos regalaron en el escenario.
Basta con recordar algunos de los que más han marcado la historia reciente del Festival de los Festivales.
La tina de Ambra
De toda la camada de artistas italianos que se tomaron las radios en los 90, incluyendo a Laura Pausini, Paolo Meneguzzi, Eros Ramazotti o Jovanotti, probablemente la menos talentosa de todas era Ambra. Algo que a muchos les daba lo mismo porque su carisma y belleza en ese entonces bastaban como para no solo ser exitosa sino que para valer una invitación a Viña.
En su corto paso por el escenario, Ambra demostró ser nada más que un producto de laboratorio: muchas desafinadas, acoples y de frentón malas presentaciones eran escudadas tras sus bailes y coqueteos con los bailarines e incluso con el propio Antonio Vodanovic, que despertaban los gritos del monstruo.
Pero nada superó al final de su última canción, Necesito Amarte, la cual decidió terminar dentro de una tina llena de espuma, junto a sus bailarines y tratando de no ensuciar el micrófono. Nadie entendió nada, y mucho menos de donde salió esa tina.
Javier Estrada, el vedetto latino
El Festival del 2005 ya fue lo suficientemente freak al tener a Ricardo Montaner como animador y llavero de Myriam Hernández. Pero sin duda lo que más resaltó ese año, de la muchas veces ignorada Competencia Internacional fue el participante de España, Javier Estrada. Llegó representando el típico estereotipo del latin lover: pelo largo y desordenado, un collar de conchitas y un tostado fascinante. Y luego nos enteraríamos que también contaba con bastante pelo en pecho, ya que al finalizar la interpretación de su canción Niña, Estrada no encontró nada mejor que demostrar toda su hombría haciendo pedazos su polera y quedando semidesnudo frente la Quinta.
Javier Estrada no ganó la gaviota ese año -de hecho, fue el peruano Jorge Pardo, pero de él ya nadie se acuerda. Estrada se convirtió en una estrella de TV, ganando la edición de La Granja VIP y yendo al año siguiente como jurado del certamen. Y todo por romper unas cuantas poleras.
El asesinato de Anahí
Anahí Giovanna Puente Portilla, más conocida como Anahí y por formar parte de ese oscuro experimento musical llamado RBD, fue invitada como Jurado de la Competencia Internacional en la edición 2010 del Festival. Su participación en el escenario pasó sin pena ni gloria, en una noche donde todo el público esperaba ver a Don Omar. De hecho, ni siquiera se fue con antorcha de plata.
Pero no podemos negar que Anahí nos regaló uno de los momentos más extraños que han pasado por la Quinta Vergara y que fue su canción de despedida: una interpretación de El Me Mintió, la icónica canción de Amanda Miguel que hasta el día de hoy suena en karaokes y despedidas de soltera. Anahí apareció con un atuendo especial, vestida de una suerte de novia sexy que recordaba bastante al de Britney y Christina Aguilera, hecho 7 años atrás.
Pero lo que nadie presagiaba era lo que Anahí ocultaba tras su velo: una serie de cuatro cuchillos de utilería, ensangrentados y que simulaban que la cantante había sido apuñalada no sólo metafóricamente sino que en la realidad por este hombre mentiroso. Anahí comenzó a contorsionarse y a arrastrarse en el piso hasta terminar con un brazo colgando del escenario. Para algunos, una genialidad. Para otros, un abuso que mejor hubiese sido guardado para una fiesta de Halloween.
Las percusiones de La Gocha
De todos los momentos estrafalarios que han pasado por la Quinta Vergara, este es quizás mi favorito. Ocurrió durante la competencia internacional del año 2006, cuando la intérprete venezolana La Gocha, llegó a participar con su tema Cumbia y Reggaeton. Una canción de mucha cumbia y poco Reggaeton, pero que marchaba como una canción normal del certamen, hasta que llega el último minuto del tema. Sergio Lagos en su presentación había adelantado que La Gocha tenía la capacidad de tocar cualquier instrumento de percusión. Lo que no nos advirtió era sobre la forma en que lo haría.
Ya hacia el cierre de la presentación, La Gocha se acerca a unos timbales que había en el costado y comienza a golpearlos de manera desenfrenada. Entra en una especie de trance que la vuelve loca: golpea con las manos, con los codos, se golpea los pechos y para finalizar, se saca un zapato y empieza a golpear los timbales con el taco. Una locura total.
Algo que repetiría en su segunda presentación pero de manera aun más absurda: Se aleja de los micrófonos, pone los timbales en el piso y comienza a golpearlos con dos cucharas, algo que nadie escucha porque no había audio. Es tan delirante este momento que de la nada aparece un zapato con el que termina de hacer lo que a estas alturas parece ser un ritual satánico.
¿Lo mejor de toda esta historia? Ese año La Gocha ganó como mejor intérprete. Revisando de nuevo sus presentaciones, no me cabe duda por qué.
El incansable Brandon Scott
Aun para ser el año 2002, Brandon Scott Gastson parecía un personaje proveniente de otra época. El representante de Estados Unidos en la Competencia Internacional entraba al escenario realizando múltiples piruetas y luego, vestido como el peor de los estereotipos musicales, hacía como que cantaba y jugaba con la cámara. La presentación de Brandon Scott parecía más un casting en vivo para The New Kids on the Block que un cantante en un Festival de Música.
Su incansable Party duraba cerca de cuatro minutos y medio, interrumpidos por un gran solo de baile. Y no era para sorprenderse. Brandon venía de una familia de acróbatas y se notaba en el escenario: lo que no tenía de músico, lo tenía en sus bailes.
Hoy Brandon Gatson es un peleador de lucha libre, en la escena independiente, aunque tuvo un breve paso por WWE y otras promociones importantes. Algo que demuestra que lo suyo nunca fue el baile.
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