Dejando atrás sus recientes polémicas, el “niño bueno” de la música urbana mostró sus credenciales musicales ante un público que lo esperó desde temprano.
En el Parque Bicentenario de Cerrillos no había ninguna nube que aplacara por momentos el calor imperante de Santiago en marzo.
Afuera, varios adolescentes hacían fila y en los vendedores ambulantes había un producto que se repetía: cintillos, gorros, credenciales, flores. Todo bajo el rótulo de Pailita, el encargado de montar el primer karaoke masivo de este Lollapalooza Chile.
Dejando atrás varias polémicas que lo tuvieron en las páginas de la prensa y los portales de farándula, y que incluso lo llevaron a dar varias declaraciones “aclaratorias” en su Instagram, Carlos Raín volvió a ponerse en piel de estrella.
Con un set de 45 minutos, el magallánico encendió correctamente uno de los escenarios principales del festival, pese al horario y el hecho de ser en un día laboral, algo sumamente rescatable en una edición marcada por las bajadas de artistas y las reventas de tickets a última hora.
Marcianeke en la casa
“Hace un año estaba acá de invitado y hoy con show propio”, rememoró Pailita, “gracias a diosito que me tira todas las bendiciones”.
El recuerdo no era casual. Hace un año Marcianeke, otro de los personajes icónicos del género, lo invitó a cantar en este mismo recinto.
Un abrazo fraterno y la locura del público, principalmente adolescentes y tempranos veinteañeros, selló la vuelta de mano.
“Dímelo Ma”, acaso el hit que elevó los streams y volvió popular al de Punta Arenas, y “Farandulera” -también con la presencia de Tunechikidd- cerraron la participación especial del talquino.
Las altas temperaturas y la euforia naif incluso terminaron con un par de desmayos y con Pailita dejando una pausa en su setlist para que todos se mantuvieran seguros.
Si bien las presentaciones en vivo son apuntadas a menudo como uno de los puntos bajos de esta generación de artistas, la vitrina que da un festival como Lollapalooza hace que se quiera brillar a lo grande.
Pailita lo sabe y tal como vimos en el Festival televisado de Las Condes, acá fue acompañado por un paritario cuerpo de baile que elevó el protagonismo de canciones como “Ultra solo” y “Me arrepentí”, que adolecieron la falta de sus feats en estudio.
Las apariciones de Young Cister, que se presenta mañana, y del Jordan 23 ayudaron a poner nota azul a una presentación que lleva a la latencia algo que, normalmente, solo se traduce en números.