Tres expertos deconstruyen la laureadísima serie que este jueves estrenó su live action producido por Netflix. Aquí explican sus virtudes, por qué recibe tanto “hate” en redes sociales y qué esperan de la tan comentada adaptación.
Un pequeño disclaimer: si no has leído el manga o visto el anime de One Piece, evita el siguiente párrafo porque contiene spoilers.
Jeffry Bastías se toma unos segundos antes de hacer frente a la consulta. El profesor de historia, exparticipante de Masterchef y ahora youtuber, reconoce que no es algo sencillo y, para acreditarlo, enumera por lo menos cinco fragmentos, hasta que por fin, aunque no muy convencido, parece dirimir: “Cuando se despiden del barco, el final de la saga de Enies Lobby”. Hace un rato se le consultó por su escena favorita de One Piece, el famosísimo manga que enhebra cuidadosamente Eiichirō Oda desde julio de mil novecientos noventa y siete y que dos años más tarde arrancó como anime. Bastías, en rigor, se remonta al episodio 312, ¡Gracias, Merry! La nevada en el mar de las despedidas. Entonces fue cuando Monkey D. Luffy y su tripulación, los Sombrero de Paja, se ven obligados a decirle adiós a uno de sus primeros nakamas: el célebre barco que llamaron Going Merry. En resumidas cuentas, allí los piratas ponen en juego su tristeza, en tanto la carabela se quema lentamente hasta hundirse en lo profundo del mar.
“Cada vez que veo esa escena me pongo a llorar”, se sincera Bastías. “Está muy bien hecha en el manga y también en el anime. Es de los momentos icónicos de One Piece, que me han vuelto loco verdaderamente… Hay muchos momentos de emoción, de llanto. Una locura”.
Esto último que advierte el influencer forma parte de la receta que ha permitido a la serie cosechar un éxito acaso fuera de alcance, y por tantos años. Es cosa de echar un vistazo al historial: desde su debut, ya con ciento seis volúmenes a cuestas, One Piece es el manga más vendido de la revista Weekly Shōnen Jump y de toda la historia de Japón. Superó la barrera de los 516 millones de copias, cifra que inclusive le mereció a Eiichirō Oda un récord Guinness.
En concreto, el escritor fraguó el relato en torno a Monkey D. Luffy, un peculiar joven, portador de las propiedades de la goma en su cuerpo, que a sus diecisiete años se arrojó a la aventura para concretar su único sueño: ser el rey de los piratas. A partir de entonces, monta su propia tripulación y se adentra en el Grand Line, una suerte de cementerio de piratas, donde enfrenta a toda clase de enemigos y organizaciones que se atraviesan en su camino. De buenas a primeras, visto así, parece difícil refrendar su fama. ¿Entonces qué le hace tan especial? Bastías nos echa una mano: “Toca temas sociales que otros animes nunca se han atrevido a tocar, ¿cachái? Depresión, pero brígida. Temas como gobiernos corruptos, misterios que hay en el mundo, de ésos que siempre te interesan pero no estás habilitado para saberlos. Todo eso engloba a sólo un tipo que quiere ser feliz. Y hay un plus, el de desarrollar prácticamente todos los personajes que aparecen”.
Para Claudio Portilla, periodista de Mouse de La Tercera, no hay ni que pensárselo: “Es, actualmente, la historia de manga y anime más importante y más relevante que hay a nivel mundial. Una de esas series que logra traspasar a las audiencias, mucho más allá de lo que es el fan del anime duro”.
“Oda ha logrado construirla de tal forma que, aunque pasen los años, se sigue conectando con cosas que ocurren en el pasado”, recalca. Es decir, “no se pierde la correlación de la historia a lo largo de los años; cosas que pasaron hace diez o quince años todavía tienen impacto hoy en día”, de modo que “genera un relato súper rico y súper atractivo para los lectores, para los que disfrutan del anime”.
El periodista de Mouse, además, se arriesga: “Han habido otras series populares como Shingeki no Kyojin, Death Note en su momento, pero que una se mantenga en el tope durante tantos años, es algo que ninguna otra va a poder lograr. One Piece va a tener ese trono por muchísimos años”.
Matías Zumaeta, dueño de Patrulla Roja, página que reúne a más de ciento ocho mil fanáticos del anime en Instagram, cree sin embargo que “su mayor implicancia es fuera de lo que es Chile, ya que acá nos criamos más con un Dragon Ball o un Slam Dunk”. Para él, “One Piece estos últimos años ha tomado mayor peso y ha sumado a muchos nuevos seguidores, pero no logra lo que se vivió con otras series”.
En este punto los tres coinciden: algo que le juega en contra al producto de Oda, y que ha propiciado buena parte de las críticas en su contra, es su larga duración. A fin de cuentas, el manga esta semana acaba de estrenar el capítulo 1.091, mientras que el anime, el sábado presentará el 1.074. “Dada la alta cantidad de episodios, se entiende que no logre conectar ni arrasar como otras series”, justifica el “Tío Patrulla”.
Bastías advierte el mismo fenómeno: “Generalmente las personas que hacen este hate hacia la serie es porque no la han visto. La principal excusa, y me he topado con muchas personas, es ¿pero cómo la voy a ver? ¡Si tiene mil capítulos! ¡Es imposible! Se va a hacer muy tedioso. Es por su duración. La gente se asusta. Pero, en serio, tú te vuelves adicto desde el capítulo uno. Es una obra maestra”.
En tanto, Portilla suma un elemento más a la discusión: “Cuando una serie tiene tanto éxito y se ha extendido durante tanto tiempo, sin que en teoría nadie la pueda superar, a algunos les genera una especie de celos. Hay que tener en cuenta que cuando One Piece se estrenó, compartía revista con Bleach y Naruto, los tres grandes. Siempre existió esa competencia entre esas tres franquicias a nivel de fanáticos”.
Expectación por el live action
El diagnóstico, hasta ahora, a la espera de la nueva adaptación de One Piece producida por Netflix, es contundente: cada vez que Hollywood se ha aventurado a llevar historias del anime al formato live action, la caída ha sido estrepitosa. Es probablemente uno de los mayores retos que tienen pendiente. Hay ejemplos de sobra, como sucedió antes con Dragon Ball o Death Note, y unas cuantas razones también:
“Es muy difícil adaptar un anime, por los efectos, por cómo están contadas las historias”, opina Claudio Portilla. “Los fanáticos lo que quieren es ver a sus personajes retratados tal cual como los leyó, como los vio en el anime, y hasta ahora eso no ha pasado”.
De todos modos, en el caso de One Piece parece haber cierto optimismo. “No soy fan de los live action, pero todo lo que se ha generado me tiene muy entusiasmado. Siento que han hecho una muy buena campaña de marketing y el cast lo amo aun sin haberlos visto actuar. Además, que Oda esté participando me tiene muy contento”, apunta Zumaeta.
Por su parte, Bastías cree que “el elenco que escogieron es casi perfecto”. Y aunque, como fanático acérrimo de la serie puede haber ciertas críticas de entrada, por ejemplo “que Usopp no tiene la nariz larga o que Sanji no tiene las cejas encrespadas”, el ex Masterchef propone “verlo con altura de miras”.
“Yo quiero que me sorprenda, la escenografía se ve increíble. Le tengo fe porque está metido Oda. Buggy es una locura. Puede llegar a convertirse en el mejor live action que se haya hecho”, se la juega al cierre.
Un tanto más escéptico es Portilla: “Es muy difícil la adaptación hablando de una serie que tiene más de mil capítulos. ¿Hasta cuándo vas a tener a Iñaki interpretando a Luffy? ¿Es posible? Vas a tener que hacer un corte apresurado… o cambiar el actor”.
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