28 canciones, cambios de vestuario y mensajes por la guerra en Ucrania se tomaron una noche de puro rock. La jungla de los Roses aún ofrece diversión.
21 horas y, tal como decía en el papel, se apagan las luces y aparece la banda. No es cualquiera. Es la “más peligrosa del mundo” reconvertida ahora en un espectáculo de rock familiar y sin ninguna morisqueta reprochable y paternal. Son un clásico y lo están asumiendo.
Apropiados de esa elegancia, Axl Rose aparece junto a Slash y el blondo Duff McKagan —los tres miembros originales que volvieron a estrechar caminos en la última década— para entregar un repaso de su propia historia e influencias.
Con la excepción de dos banderas de Ucrania flameando durante todo el concierto a los costados de la tarima y un mensaje explícito contra el conflicto en Civil War, aquel éxito noventero del “Use Your Illusion II” (1993), lo de Guns hace rato es una cosa distinta a la polémica y el peligro.
El setlist, generoso en su extensión y con la inclusión de sus dos últimos singles justo al medio, acaso a modo de respiro, se centró principalmente en su álbum debut, a estas alturas un clásico de las poleras licenciadas al retail y cumbre absoluta del rock en partes iguales.
Con 60 años a cuestas, Rose se mueve de un lado a otro del escenario, corre, se cambia innumerables veces de camiseta, sombrero y chaquetón, desaparece también cuando Slash se lleva la banda al hombro y la silueta de la banda vuelve a los noventas. No se entiende cómo pasaron tanto tiempo sobreviviendo sin su guitarrista.
La voz, claro está, no es la misma. El cantante con “mayor rango vocal de la historia” sigue ahí pero los años no pasan en vano. Las dificultades las enfrenta con ahínco asumiendo lo que no es secreto para nadie: ya no es aquel chico que inspiraba deseos carnales, si no un frontman de una leyenda vivienda.
La imagen de Axl sentado tras el piano, con una chaqueta brillante como sacada del armario de Elton John, entonando una carrasposa y emotiva versión de November Rain es la instantánea perfecta del actual momento de la banda. Los noventas no volverán, el tiempo pasa y la destrucción también. La postal parece hablar.
Salvo estallidos de ‘si se la sabe, cante’ en canciones cumbres como Welcome To The Jungle y Sweet Child o’ Mine, el público chileno fue más bien frío y respetuoso.
La efervescencia se dejó para el final: tras un breve descanso, volvieron con un bis demoledor y que cerró en alto la noche.
Coma, Patience —que en esta gira empieza con una hermosa reversión a Blackbird comandada por Slash—, Don’t Cry y Paradise City aparecen una tras otra ante un público que al fin reacciona, salta, se enloquece.
Este show, tal como los de otros estandartes del género, entran de lleno en esa lista de bandas que todo amante de la música popular debe ver “al menos una vez en la vida” y en esa categoría siguen saludables y a la altura.
Sin pirotecnia, fueguitos ni ningún otro plus que las tres pantallas estándar para un concierto de rock, los adjetivos finales se resumen en satisfacción y dignidad, algo que las estrellas no siempre son capaces de entregar. El “We’re F’N Back! Tour” aún está lejos de la decadencia.
Lista de canciones:
- It’s so easy
- Mr. Brownstone
- Chinese Democracy
- Slither (cover)
- Welcome to the jungle
- Better
- Reckless Life
- Double Talkin’ Jive
- Live and let die (cover)
- Estranged
- Shadow of your love
- Rocket queen
- You could be mine
- Attitude
- Absurd
- Hard Skool
- Civil War
- Sorry
- Solo de guitarra de Slash
- Sweet Child o’ Mine
- November rain
- Wichita Lineman (cover)
- Knockin’ on heaven’s door
- Nightrain
- Coma
- Patience
- Don’t cry
- Paradise city