Una terrible broma en el set del éxito cinematográfico de 1997 salió a la luz. Las víctimas de la jugarreta fueron actores, productores, y el mismísimo director, James Cameron.
Corrían los años 90, y James Cameron grababa una de las mega producciones cinematográficas más importantes de todos los tiempos y de la cultura pop: Titanic.
Fue después de una jornada de trabajo, que el grupete conformado por los actores Bill Paxton y Suzy Amis, el productor Jon Landau, el director de fotografía Caleb Deschanel, y Cameron; se reunió a cenar.
Según declaró la revista Vanity Fair, el menú era una sopa de almejas, o de mejillones o de langosta. Sin embargo, parece que había un ingrediente desconocido que mermó la salud del equipo.
El director de la cinta confesó al medio que tuvo que pararse de la mesa para vomitar, asegurando que se había intoxicado con alguna “neurotoxina de mariscos paralizante”.
“Estoy de pie frente a los monitores, cerca de la cámara, y la habitación está vacía. Era como La dimensión desconocida”, relató el realizador.
Por su parte, el actor Bill Paxton contó a Enterteinment Weekly que: “El equipo estaba dando vueltas. Algunas personas se reían, otras lloraban, otras vomitaban”.
“Estaba sentado ahí, sangrando y riéndome”
Los trabajadores fueron trasladados al Hospital General de Dartmouth, mientras que la policía tuvo que analizar la sopa, la cual contenía fenciclidina, droga conocida como PCP o polvo de ángel
Por lo que los efectos psicodélicos se hicieron notar en la estadía del equipo en el hospital: “Nos pusieron a todos en estos cubículos con las cortinas a nuestro alrededor, pero nadie quería quedarse en esos lugares”, reveló la pintora de escenarios Marilyn McAvoy, al sitio Vice.
Y además, añadió que :”Todos estaban en los pasillos y saltando a los cubículos de otras personas. La gente tenía mucha energía. Algunos iban en sillas de ruedas, saltando por los pasillos. Quiero decir ¡Todos estaban colocados!”.
Lo más insólito, es que uno de los miembros del equipo atacó a Cameron clavándole un lápiz en el rostro. “Estaba sentado ahí, sangrando y riéndome”, contó el director a Vanity Fair.
El realizador también agregó que: “La gente gemía, lloraba, gemía y se desplomaba sobre mesas y camillas”.
¿Quién fue el chistosito?
Hasta el día de hoy, ni la Policía de Halifax que estuvo a cargo de la investigación del caso, ni las víctimas del envenenamiento, saben quién fue el culpable.
Pero James Cameron sí tiene sus sospechas: “Habíamos despedido a un miembro del equipo el día anterior porque estaban creando problemas con los proveedores. Así que creemos que el envenenamiento fue el plan de este idiota para vengarse de los proveedores, a quienes, por supuesto, despedimos de inmediato al día siguiente. Así que funcionó”, tiró en broma.
Lo bueno es que el incidente no pasó a mayores y el equipo pudo continuar al día siguiente con el rodaje, quedando el hecho como una extraña anécdota hollywoodense.