Me voy a agarrar de una cuña de Raquel Argandoña para referirme a Bienvenidos. Porque tiene toda la razón, y es que realmente son muchos, no sé si para calificarlo como "gallinero", pero es evidente que se atropellan unos con otros y se pelean la palabra. Cosa que han ido aprendiendo los otros matinales, que también llegaron a tener más de 10 panelistas y al final es una lata porque no se puede desarrollar una conversación.
El oficio de cada uno de los integrantes del Bienvenidos se nota muchísimo, sin querer descalificar a nadie porque no es mi intención, pero no me van a decir que el "carrete televisivo" no pesa. Es cosa de ver a Sergio Lagos, Tonka Tomicic, Raquel Argandoña, Martín Cárcamo o incluso a Andrés Caniulef, que ha tenido bastante intermitencia en el último período, frente a un Mauricio Jürgensen o una Jenny Cavallo o Mariana Derderián que, insisto, pueden ser excelentes profesionales en sus áreas, pero que no están "empapados de televisión". Y eso se nota en pantalla.
Sin duda que tener a Raquel o a Sergio como panelistas es un lujo, son el aliño de la mañana, literalmente la sal y la pimienta del matinal. Se comen con zapatos al resto, me van a perdonar. Incluso debo confesar que le tenía bastante fe a Mauricio Jürgensen en un principio, y aunque han intentado hacerle un "lavado de imagen" y mostrar el lado sensible y más emotivo del periodista, no repunta para mi gusto y se queda en la categoría de los "parejitos".
No pierdan la gracia muchachos, sé que la tevé pasa por una crisis y ya no es lo mismo que antes, pero la televisión es pasión, es comunicar, es espectáculo. Ya estamos hartos de asesinatos, robos y teleseries turcas en la pantalla.
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