El animador prestó declaraciones por el portonazo sufrido en 2017. Al relatar los estremecedores detalles, calificó lo sucedido como el momento más difícil de su vida.
"Lo que se llevaron no tiene ninguna relación a la pérdida de la paz y de la tranquilidad. Los bienes materiales no son nada al lado de eso". Así se inicia, a las 12.05 hrs de ayer en la sala 302 de la torre C del Centro de Justicia, la declaración de Rafael Araneda por el portonazo que sufrió el 20 de agosto del 2017.
Frente a la jueza, 591 días después del hecho delictual, la tradicional sonrisa del animador no aparece en su rostro. En su lugar hay un gesto de melancolía al relatar, a cinco metros de tres de los presuntos culpables, algo "que no le doy a nadie", según palabras del rostro de tevé, quien intercambia miradas con los imputados.
El fiscal a cargo pidió entonces la descripción de lo sucedido aquella noche cuando Araneda junto a Marcela Vacarezza y sus tres hijos llegaron a su casa en Vitacura, luego de haber ido al cine. El relato ofreció detalles estremecedores de la compleja situación.
"Apenas vi que ingresamos a la propiedad y dos autos entraron tras el nuestro, entendí lo que pasaba. Me bajé y les dije que se lo llevaran, pero no le hicieran daño a los niños", comenzó el rostro de Fox, quien reconoció que el pánico principal lo sintió cuando los delincuentes bajaron al resto de su familia del auto. "Mi mayor temor en ese momento era no tener a la vista a los míos", reconoció el Rafa, en relación a sus hijos que en ese entonces tenían 15, 13 y 7 años, más aún cuando su hija mayor le empezó a pedir ayuda.
"Yo estoy en este espacio (jardín del hogar) y sólo me muevo de ahí motivado por el grito de mi hija Martina que me dice '¡papá me están manoseando, me están toqueteando!', yo le digo 'tranquila Martina' y sigo solicitando que no se le haga daño a los niños", recordó el periodista, quien solo detuvo su relato para beber agua e incluso rechazó el primer receso que le ofreció la jueza presente, todo para seguir avanzando en el relato.
Más de 90 minutos duró el relato que finalizó con los asaltantes renunciando a un robo mayor. "El sistema de seguridad que está en mi casa les hablaba y les decía 'va Carabineros, salgan de ahí. Usted señor que tiene un arma de fuego salga de ahí'. Ese delincuente, a mi juicio, se percató de esa situación y después se ve en las cámaras de seguridad. Así él razona un poco más que el resto y empieza a decirles 'vamos' al resto del grupo", recordó.
La instancia judicial, que terminó extendiéndose hasta las 14 horas, incluyó una minuciosa revisión de tres cámaras de seguridad que mostraban desde distintos ángulos el episodio que no duró más de cinco minutos, "pero fue como una película en cámara lenta", según relató el rostro televisivo e, incluso, debió reconocer prendas de vestir ante la fiscalía, en una audiencia que continuará hoy con el resto del relato de Araneda, además de las declaraciones de su esposa y una de sus hijas.