Cuatro veces se presentó en el Festival de Viña del Mar, incluso hizo corear a la Quinta Vergara uno de sus más recordados chistes. Debido a su enfermedad, el humorista boliviano sufrió la amputación de sus dos piernas. Tras una compleja situación económica, fue captado pidiendo limosna en la calle, por lo que se inició una campaña solidaria para ayudar al hombre que sacó carcajadas con sus chistes de gallegos y gangosos. Aquí un repaso por la carrera de el Gran Sandy.
Recordado por su humor blanco y sus chistes que sacaron carcajadas a los chilenos al punto de corear uno en el Festival de Viña, el humorista boliviano Sandy fue uno de los comediantes más destacados de Latinoamérica.
Alejandro Hangano Cassab, más conocido como el Gran Sandy, se logró llevar el cariño del público con sus tallas sobre gallegos, gangosos, tartamudos y otros tantos.
Nacido el 23 de octubre de 1937 en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, el comediante inició su carrera en la década de los ‘50 como animador de eventos, pero el éxito llegó en los ‘90 con su faceta como comediante.
Aunque vivió gran parte de su vida en Argentina, el humorista boliviano tuvo una especial conexión con Chile y se ganó el cariño de los televidentes con su ingenioso humor y absurdo, que si bien se alejaba de las groserías y el doble sentido, quizás en hoy recibiría cuestionamientos por sus chistes plagados de estereotipos.
Sin embargo, a pesar del gran éxito que obtuvo en su carrera como comediante, la vida de Sandy estuvo marcada por algunos difíciles momentos que enfrentó, los problemas económicos y una diabetes que heredó de su madre comenzó a complicar su vida, hasta sufrir la amputación de sus dos piernas.
Pero sus problemas no lo detuvieron y continuó haciendo reír con sus rutinas incluso burlándose de sí mismo, hasta que perdió la vida en 2005.
Su paso por el festival
La primera vez que visitó el Festival de Viña del Mar fue en el año 1993, la que consiguió tras ganar una competencia en un programa realizado en el Teatro Municipal de la ciudad jardín. Con su gran estatura y un elegante traje, Sandy se paró en el escenario de la Quinta Vergara y rápidamente sacó carcajadas al llamado “Monstruo”, con algo de nervios y algunos de sus clásicos chistes sobre médicos, mexicanos y tartamudos.
El éxito fue tal en su primera presentación, que el humorista se repitió el plato tan solo dos días después, presentándose por una segunda vez en el certamen viñamarino.
Este fue el inicio de la carrera en el país que lo llevaría a la cima de la fama que incluso lo llevó a trasladarse a Chile. Ante esto, el comediante participó en varios programas de entretención de la televisión nacional.
Su regreso al festival no ocurrió hasta 1999, donde volvió al certamen ya como un humorista consagrado con sus bromas de los gallegos, los gangosos y el recordado chiste de la “Jañaña”.
Fue durante esa rutina que Sandy protagonizó un momento único con el público de la Quinta Vergara: el público coreó uno de sus reconocidos chistes.
Se trata de un clásico sobre un taxista y un español, un cuento de humor absurdo y cuya gracia radica en la manera en la que el comediante lo relata. Apenas comenzó su rutina hizo referencia a la talla. “Tanto que me han pedido esta talla que tengo que inevitablemente hacerla”, explicó.
Hablando lento y relatando la conversación entre el viajero con el taxista, el público comenzó a seguir al humorista y coreó el chiste, desatando los aplausos y las risas de todos quienes llenaban los asientos del recinto. Así, se convirtió en todo un clásico de sus rutinas.
Al año siguiente, Sandy nuevamente se presentó en el certamen viñamarino, aunque esta vez apareció en el escenario con unas muletas debido a sus problemas de salud causados por su diabetes.
Y nuevamente contó la misma historia sobre el hombre que viajaba a Finlandia. Si bien para un comediante repetir un chiste está casi prohibido, el público nuevamente coreó y celebró el cuento que ya todos conocían, pero que seguía sacando risas a todos.
Problemas con la diabetes
Sin embargo, a pesar del éxito y del cariño del público que ganó con su humor, la vida de Sandy estuvo marcada por varios complejos momentos que debió enfrentar.
Con el pasar de los años, la diabetes que heredó fue empeorando y en una primera instancia le debieron amputar una de sus piernas.
En una conversación con Alfredo Lamadrid en Humanamente Hablando, el comediante se sinceró sobre la delicada situación. “Yo sufría tanto el dolor que le tuve que pedir al médico ‘por favor, doctor amputeme, no doy más’. Tuve dos años de sufrimiento, una llaga en el pie hasta que se engangrenó”, relató.
Con respecto al proceso de recuperación, el comediante contó que en aquel entonces, ya llevaba tres años desde la operación. “Estoy haciendo unos ejercicios, rehabilitación y la fuerza de voluntad mía más que nada, porque estoy trabajando en este momento con un pilón, que le llaman, de ensayo, y he mandado a hacer una pierna ortopédica”, explicó.
Pero los problemas no terminaron ahí. Un tiempo después le debieron amputar la otra pierna. Según consignó Infobae, en aquellos años el humorista sufrió el robo de sus piernas ortopédicas.
Tras un tratamiento costeado por la Teletón, el comediante recibió dos prótesis que no le duraron mucho. Fue asaltado mientras se dirigía con su esposa a realizar un show, fue amenazado por armas de fuego y le quitaron sus piernas ortopédicas.
Pidiendo limosna en Buenos Aires
Enfrentando un avanzado estado de su enfermedad y pasando por un complejo momento económico, Sandy fue captado a principios del año 2004 pidiendo limosna en las calles de Buenos Aires.
Fue un chileno, Enrique Cabrolier, quien vio al destacado humorista pidiendo ayuda en el país trasandino para poder alimentar a su esposa y a su pequeña hija. La dura imagen del comediante sorprendió al turista, por lo que decidió contactarse con los medios chilenos para dar a conocer la triste situación que estaba enfrentando el hombre que había hecho reír a todos en el Festival de Viña.
Según consignó Cooperativa, en aquellos años Sandy explicó a Libre Acceso que “hace cinco años que no hago ningún programa de televisión, está como medio rezagado mi nombre y mi figura. A lo mejor pensando llevar ese momento de economía que no tenía, dije ‘voy a aprovechar de salir a la calle, porque es un pueblo que prácticamente no me conoce’”.
“Me camuflaba, me ponía barba, gorra, sombrero, lentes para pasar desapercibido”, reveló el comediante.
Tras darse a conocer el complejo momento que estaba enfrentando, Sandy regresó a Chile donde fue recibido con aplausos en el aeropuerto, consignó Emol. Fue invitado al matinal Viva la mañana (Canal 13), que gestionó una campaña solidaria para ayudar al humorista.
Varios de sus colegas le tendieron una mano en aquel entonces, fue contratado para participar en distintos festivales e incluso Cecilia Bolocco con Carlos Menem -quien era el padrino de la hija de Sandy- lo apoyaron para poder paliar su cesantía.
Por otro lado, también recibió la ayuda de la Municipalidad de Peñaflor, recibiendo una vivienda para su familia y dándole un espacio para que hiciera cursos de humor a los niños, informó Emol.
“Es mágico Chile para mi, es bueno. Después voy a pedir a las autoridades, a quien tenga la amabilidad, la gestión de convertirme en un chileno más”, afirmó Sandy en su retorno al país. “Me quiero nacionalizar, por favor”, añadió en un archivo que compartieron en “El Camino del Comediante”.
En el matinal, Sandy contó que no juntó dinero cuando estaba sano y tenía mucho trabajo, por lo que en ese momento estaba pensionado y solo recibía un sueldo de 40 dólares, con los que debía mantener a su familia.
“Es dura la vida, he tenido muchas noches de desvelos, de decir ‘qué voy a hacer mañana, qué hago, qué vendo’. Me he tenido que deshacer hasta de mi anillo de compromiso, de cosas que compraba en un dutty free cuando viajaba, relojes, para venderlas en la calle”, relató, según consignó Cooperativa.
Incluso, llegó a pedir disculpas por la situación que estaba viviendo. “Pido disculpas por tener que pedir en la calle, pero no tuve otra alternativa, porque vendí cosa en la calle, hice tatuajes, de todo, pero no me quedó otra cosa que hacer”, afirmó el querido comediante.
Su última presentación en el Festival de Viña
Fue en medio de todo esto que Sandy, en ese mismo 2004, regresó a la Quinta Vergara para su cuarta y última participación en el Festival de Viña del Mar por una invitación de la comisión organizadora.
En una silla de ruedas y con una manta, el comediante no perdió la capacidad de hacer reír a pesar de los problemas que enfrentaba y nuevamente conquistó al Monstruo en una emotiva rutina que fue su gran despedida al escenario que lo consagró.
Si bien no contó el clásico del taxista, ni tampoco el de la “Jañaña”, aún así pudo hacer reír al público que le entregó todo su cariño, con sus chistes repetidos y su humor blanco.
“Gracias hermanos míos, les pertenezco”, fueron sus primeras palabras en el escenario, mientras que los presentes coreaban su nombre.
El último adiós a un “genio” del humor
Un año después, ya con varios problemas de salud que lo aquejaban, el Gran Sandy falleció el 23 de abril de 2005 a los 67 años tras sufrir un paro cardíaco en Buenos Aires, Argentina.
Según explicó en aquel entonces el alcalde de Peñaflor, Manuel Fuentes, el humorista se encontraba en el país vecino desde hacía unos 25 días. Había viajado para encontrar medicamentos baratos, ya que en Chile eran demasiado caros para sus tratamientos.
El plan era regresar al país, en el que se había radicado unos meses antes tras el cariño que recibió en medio de su crisis económica. Pero su corazón no pudo más.
Su legado sigue intacto y Sandy sigue siendo recordando como uno de los grandes humoristas que, con humor muy característico y, a pesar del pasar de los años, sigue haciendo reír a los chilenos.
Este 2024, el comediante Luis Slimming fue en el encargado de hacer reír al Monstruo de la Quinta Vergara y durante su rutina recordó al querido humorista boliviano. “Mi papá era fanático de Sandy. ¿Se acuerdan de Sandy? Que era bueno Sandy, a menos que fueras tartamudo o gangoso. En ese caso entiendo que el caballero no fuese tu favorito, pero para el resto de nosotros era muy bueno”, partió afirmando Don Comedia.
“Es que Sandy era lo más grande, era como Bad Bunny: la gente le coreaba los chistes. Lo mejor de Sandy, con mucho respeto, es que a Sandy le cortaban un dedo y al año siguiente llegaba más chistoso. Como que el caballero, entre más cortito, más cómico se iba poniendo. Como que el humor se iba concentrando en él, como el tubito de la pasta de dientes. ¡Muy bueno, hue..., grande Sandy! ¡Búscalo, te vai’ a cagar de la risa!”, remató Slimming.