El diario pop entrevistó a la banda en el contexto de su gira de despedida: “No es motivo para estar tristes, es un momento para agradecer a los fans por todo el apoyo y celebrar. Y está bien tomarse un respiro, mirar desde afuera, explorar nuevas cosas”.
Durante el 23 de marzo en el Parque Bicentenario de Cerrillos, el negro predominaba entre los asistentes. Desde las primeras horas, las poleras con estampados de bandas como Tool y Sepultura eran las más vistas. Estos últimos, a pesar de las críticas que han recibido desde la salida de los hermanos Cavalera, siguen siendo un número más que probado con clásicos del metal mundial.
En la previa, los leales seguidores del sonido guitarrero, un grupo etario diverso, disfrutaban de exponentes como Chances, Candelabro, Turf, Lucybell, Los Tres, Dillom y más. Ya a eso de las 21:00 horas, en el Smart Fit Stage, le tocó el turno a los mencionados brasileños, quienes ya llevan más de 40 años de carrera.
Con un setlist que recorrió distintas etapas de su historia, Sepultura abrió con su faceta más old school con “Escape to the Void”, “Refuse/Resist” y “Territory”, transportando a los asistentes a la era del aclamado Chaos A.D. (1993). También hubo espacio para su último álbum, Quadra, con “Agony of Defeat” y “Means to an End”.
El espectáculo, que se extendió por una hora, fue una descarga de adrenalina con mosh pits, saltos y guturales de la mano de Paulo Jr. (bajo), Andreas Kisser (guitarra), Derrick Green (voz) y Greyson Nekrutman (batería). Su mezcla de metal con ritmos de raíz brasileña desató la furia y el desorden, todo enmarcado en la gira de despedida de la banda.

Para cerrar, regalaron dos de sus mayores éxitos: una versión acortada de “Ratamahatta”, precedida por un solo de batería de Nekrutman, y un verdadero clásico del género, “Roots Bloody Roots”, que transformó el mosh pit en un huracán.
Esperemos que el metal no falte en futuras ediciones, ya que solo contribuye a enriquecer el lineup y la experiencia del festival, tanto para el oyente turista como para el más acérrimo fanático. Y, sea cual sea el futuro de los oriundos de Belo Horizonte, siempre es un placer disfrutar de una institución del género.
Andreas Kisser, guitarrista, en conversación con el Diario Pop abordó su cometido en este Lollapalooza 2025, dio detalles de su despedida y explicó los motivos de la excelencia metalera en Brasil.
— ¿Cuál es la experiencia de estar en un Lollapalooza?
—La experiencia de un festival es muy distinta a la de un show en solitario. Para Sepultura es más común de lo que parece participar en festivales alternativos, no solo de metal y rock. Especialmente desde los 90, después de los discos Chaos A.D. y Roots, que nos abrieron puertas con la percusión brasileña y ritmos distintos comparados con otras bandas de metal.
“Desde entonces, hemos tocado en festivales junto a artistas como Peter Gabriel, Sting, Alanis Morissette, e incluso en festivales flamencos en el sur de España con bandas locales. Ahora estamos celebrando 40 años con un tour de despedida y es una oportunidad increíble ser parte de un festival tan icónico como Lollapalooza, especialmente en Sudamérica: Argentina, Chile y Brasil”.

— Brasil tiene el bossa nova, el rock, el funk carioca... Es un país que ha destacado en la música a nivel mundial. En el caso del metal, cuando uno escucha una banda brasileña, sabe que es brasileña, ya sea Angra, Ratos de Porão, Sarcófago, entre otras. ¿Qué hace que el metal brasileño tenga tanta identidad?
—El agua, ja, ja, ja. Brasil es un país enorme, con muchas influencias y estilos diferentes. Nosotros fuimos influenciados por la música de Chico Science, Carlinhos Brown en Bahía, la guitarra clásica del sur, la música de la frontera de Río Grande del Sur con Uruguay y Paraguay. También absorbimos la escena punk metal de São Paulo y Río de Janeiro, que mezcla metal con samba y bossa nova. Tenemos un poco de todo.
— ¿Y por qué la despedida?
—Son 40 años de historia. Yo entré a Sepultura en el ‘87 y desde entonces nunca paré. Ha sido una carrera increíble, una historia fantástica. Sobrevivimos a muchos cambios tecnológicos, la pandemia, y acá estamos en nuestro mejor momento, con una energía fantástica y los fans participando de esta fiesta.
“No es motivo para estar tristes, es un momento para agradecer a los fans por todo el apoyo y celebrar. Y está bien tomarse un respiro, mirar desde afuera, explorar nuevas cosas. Como artista, es importante no quedarse en la zona de confort. Yo sigo estudiando guitarra clásica con un maestro una vez por semana y siempre trato de expandir mis horizontes. Pero quién sabe qué pasará en el futuro. Hay tantas bandas que paran y luego vuelven, así que no se puede decir que es el final definitivo”.
— ¿Después de la despedida se viene un show en solitario en Chile?
—Si tuviéramos la oportunidad, sería increíble…
— ¿Hasta el 2026 seguirán girando?
—Sí, la idea es hacer un gran concierto de despedida con invitados al final del 2026.
— Por último, siempre le pido a los artistas que recomienden algún músico que estén escuchando.
—Bueno, voy a hablar de mi hijo, Yohan Kisser. Recién lanzó su primer trabajo como solista. Escribe sus letras, compone, es un artista nato. Su disco The Rivals Are Fed and Rested es muy progresivo.