Tras dejar el encierro, Eva Gómez conversó largo y tendido con el diario pop sobre su debut en la telerrealidad. Aquí, definió su participación como “justiciera”, que pudo mostrarse tal como es, y espera que esa vitrina le permita impulsar su carrera. En las próximas horas, por cierto, estrena un podcast, e incluso bromeó con abrir un OnlyFans.
A la izquierda de Karla Constant, una de las conductoras del espacio, aguardaba su turno para hablar Eva Gómez. La española —52 años, periodista, recordada especialmente por El diario de Eva y la conducción del Festival de Viña entre 2011 y 2013— mientras tanto, miraba fijamente a sus compañeros que descansaban amontonados sobre un sillón, como advirtiéndoles que sería la última vez. De todos modos, a esas alturas ellos ya seguramente sospechaban algo. Estas asambleas repentinas, improvisadas, en un reality show, sólo pueden significar una cosa:
“Uno propone y Dios dispone. Hay un tema familiar que me dificulta el poder seguir acá. Decidí irme, estar afuera”, les resumió la presentadora sevillana.
En efecto, con esas palabras Eva Gómez anunció su salida anticipada de Tierra brava. Lo que ocurrió después se vio en detalle la noche del martes en pantalla. Valentina Torres, Shirley Arica y Camila Arismendi rompieron en llanto, extrañando desde ya la presencia de quien, en cierta medida, ofició las últimas semanas como una “mami” en el encierro. Camila, tal vez la más afectada con la renuncia, reconoció que sin ella se iba a sentir muy sola. Gómez tampoco pudo contener la emoción y, tras dedicar palabras a prácticamente cada participante, se despidió cariñosamente de sus “niñas”, a quienes les prometió reunirse en un tiempo, fuera del programa.
—Fue un momento súper triste, porque hay muchos vínculos que se generan en la casa y son vínculos súper afiatados —reconoce Gómez a unas horas de dejar el encierro en un mano a mano con La Cuarta.
Sentada bajo una sombrilla en uno de los patios interiores de Canal 13, detrás de un cenicero y un puñado de cigarrillos fumados, la periodista española explica:
—La convivencia 24/7 genera eso: que todo se exacerba, y así como uno discute por un pan, el cariño, el afecto, el apoyo, también se magnifica. Y fue súper triste pa’ mí dejar a las niñas, ¿cachái? Fue un momento súper duro.
—Mencionaste un tema familiar en tu adiós.
—Sí, era una decisión tomada y que tenía que ver con un asunto familiar que requería de mi presencia y de mi contacto permanente y con posibilidades incluso de tener que viajar a España. Entonces preferí, desde la calma de mi casa, tomar ese tipo de decisiones, ver cómo se iban dando las cosas y no estar pidiendo a la producción cosas que yo sabía, desde antes, que no se podían dar. Como tener contacto con el exterior o estar llamando dos o tres veces al día. Así que fue una decisión conversada con ellos y encontraron que, efectivamente, si yo iba a estar más tranquila, y en el reality iba a estar acontecida, aproblemada, preocupada, era lo mejor. Tampoco era la idea que yo lo pasara mal, ni que ellos estuvieran todo el rato grabando a una persona que iba a estar menos contenta. Por eso tomé la decisión.
—¿Es la única vez que renunciaste?
—Es la única renuncia que hice a Tierra brava, porque también vi lo que se comentó antes. Pero no: nunca renuncié hasta que renuncié, y por eso estoy acá. Es de dulce y agraz, pero estoy tranquila porque fue la decisión correcta.
—¿Y has extrañado ahora que ya estás fuera?
—¡Mucho!, extraño mucho a mis niñas. Las risas, los abrazos, la contención. Las locuras, las extraño un montón. Tengo muchas ganas de verlas, pero por otro lado, ojalá que no las vea hasta abril, eso es buena señal. Pero de verdad que las extraño mucho, y aunque parezca raro, las adoro. Las quiero muchísimo.
La telerrealidad: una tierra realmente brava
Eva Gómez aterrizó en Chile a mediados de los noventa, con veinticinco años, para estudiar periodismo en la Universidad Diego Portales. Entonces su sueño era desempeñarse en la radio, pero la primera puerta se le abrió en pantalla. Fue panelista en SQP y más tarde le propusieron conducir el programa que la impulsó definitivamente en nuestro país, El diario de Eva, un talk show que se emitió en Chilevisión entre 2003 y 2010. Allí —donde la comunicadora enseñó probablemente su lado más implacable y devino Reina de los pokemones, buscando resolver los problemas de una juventud chilena encarnada precisamente en pokemones, pelolais, visual keys, eroguros y gothic lolitas— ganó la notoriedad necesaria que pronto le permitiría dar el gran salto: los primeros días de diciembre de 2010, la anunciaron animadora de la quincuagésima segunda edición del Festival de Viña del Mar, en compañía de Rafael Araneda.
Eva siempre sostuvo que agarrar Viña fue la decisión más difícil de su carrera profesional. Claro, se trata del Festival de festivales, acaso el certamen de música más longevo y relevante de América Latina. La exposición era otra, los costos eran mayores. Las críticas fueron distintas, en algunos casos despiadadas. De ahí que su diagnóstico haya sido ése.
Lo sorpresivo, sin embargo, es que unos días antes de ingresar a Tierra brava, la periodista ubicó al espacio de telerrealidad como su segunda decisión más compleja. No parecía del todo convencida.
——Dijiste que después de Viña ésta fue tu decisión más difícil. En tu salida, hablaste de una locura a estas alturas, una prueba de fuego, una raya más al tigre. ¿Cuál es tu balance, después de todo?
—Es súper positivo. Fue una decisión que me costó un mundo, y gracias a Dios mis hijos, que siempre han sido un impulso gigantesco, me animaron a que la tomara. Después descubrí que a lo mejor, en el fondo de mí, había ganas de hacer esta locura. De probarme, de este desafío. Yo soy buena pa’ los desafíos. Pero claro, lo encontraba de verdad una soberana locura. Yo decía ¿un reality? ¿Qué hago yo en un reality? Bueno: la hice. Una historia más pa’ mis nietos, una raya más pa’l tigre. Y contenta, súper feliz con mi participación, súper contenta con los nexos, con los vínculos, conmigo, con la gente que conocí. Superó con creces mis expectativas.
—¿Y cómo es la experiencia reality? Mencionabas que un día equivalía prácticamente a un mes.
—¡Heavy! De verdad que la primera semana es como si hubiera estado un año. O sea, de locos. Entre que no duermes, que comes pésimo. El baño ni te explico lo que era esa cuestión. Uno entraba pa’ hacer una cosa y terminabai vomitando... una hueá que tú decís ¡broma! La verdad que todo muy extremo. La primera semana yo dije: no lo puedo creer. Y trataba de no perderme en el tiempo, entonces decía, ponte tú, hoy es martes 17. Entonces al otro día, todo el mundo: ¿qué día es hoy? Miércoles 18. ¿Cómo sabís? Porque lo sé, po hueón. Pero era como 18 del mismo mes del siguiente año... ¡era una locura! Muy largo los períodos, muy intenso todo. Duro, duro. La cama pésima, los fardos de pasto, la cosa más dura en que tú has podido dormir en tu vida. Discusiones por un pan. En el baño... he visto cosas infrahumanas. Esas cuestiones no sé de dónde salían, porque parecían de producción. En serio, ¡maqueteado el mojón! Era una cosa que tú decíai esto no puede haber salido de un ser humano. Las horas, eternas. Nos levantamos súper temprano, empezamos con las actividades.
—Pero no fue todo tan malo.
—No, claro. Descubrí una faceta mía que me encantó, que es con el tema de los animales. Para mí, los corrales menores eran mi desahogo, mi cable a tierra. Los chanchos, los patos. Te juro que me conecté un montón con la granja en sí misma, con los trabajos de la granja. Me tocó ver el parto de una vaca... el ternero, que encima nació al revés, por las patitas. Súper conmovedor, llorando. Fue todo muy intenso y en una parada de mi vida donde yo estoy muy bien, entonces pude sortear todo con una visión muy grande de mí, muy amable de mí, muy de autocuidado. Fue enriquecedor en todos los niveles, pero sobre todo personalmente.
—Dijiste que se iba a “desmitificar un poco lo que se dice de mí”. Y tu hijo, Matías, dijo en una entrevista que el reality te humanizó, que pudiste mostrar una faceta que no todos conocían. ¿Lo compartes?
—Es verdad. Mis hijos siempre han tenido un tema, porque les tocó leer mucha prensa y ya eran grandes. Entonces era como ¡mamá, pero di que no pasó esto! Porque obviamente son mis hijos y les dolía. Y yo les decía: pero Mati, si tú agarras una mentira y la justificas, el que explica se complica, y es darle más... Entonces nunca entendieron mi silencio frente a ciertas cosas que eran, de verdad, de locos. Yo he escuchado cosas de mí que tú decís esto es una cámara escondida. Cuando él dice que la humanizó, que la acercó a la gente, ellos vieron lo que yo soy en mi casa, lo que ven a diario. Con los garabatos... ¡buena pa’ la chuchá que soy! Con los llantos, con las parás de carros. Pero soy multidimensional. O sea, me enfado, me río y probablemente me ría más de lo que me enfado, y probablemente lloro más de lo que grito, no sé... pero pa’ ellos siento que fue como justiciera mi participación. Es como: por fin, ahora si no les gustas es porque tú no les gustas, pero desde lo que eres. Y también: mamá, todo el mundo te ama, mis compañeros, mis amigos, tía Eva, ¿cachái? Siento que pa’ ellos fue súper rico que me pudieran ver tal como soy.
—Fernando, tu otro hijo, mencionó que preferías una verdad dolorosa que una mentira para proteger. Sin embargo, claro, tú habías mencionado que en los medios se hizo esa imagen de que eras “un monstruo”.
—Fernando dijo eso porque una vez uno de ellos se robó unas bebidas del minibar, y llegó a la casa, y nooo si no me las pelé, y le dije: la peor verdad del mundo es mucho mejor que la mejor mentira, porque además las mentiras tienen patitas cortas y te voy a pillar igual. Entonces yo prefiero que me digas una cuestión brutal y vemos cómo lo solucionamos, a que me estés mintiendo.
—¿Y qué crees tú que pasó que se generó esa imagen sobre ti entonces?
—Nunca lo supe mucho. Yo creo que tenía que ver con la exposición. Tenía un programa que tenía mi nombre, Las historias de Eva, El diario de Eva, hice Viña. Acuérdate que El diario de Eva al principio era súper duro, yo era un poco las juezas de hoy día. Yo era un poco la Carmen Gloria. En el fondo, siempre la última palabra la tenía yo. He mandado a la chucha a mucha gente en pantalla. Nunca se me va a olvidar; yo estaba embarazada de seis meses de la Triana, y una señora llegó porque su marido la quemaba. El marido decía, claro, cuando yo llego a la casa de trabajar no me tiene la comida lista... la agredía brutalmente. Entonces le dije: sálgase de acá, usted es un sinvergüenza. Él me dijo váyase a la conchesumadre, y yo le dije, nos vemos allá, caballero, porque el primero que se va es usted. Entonces claro, eso me fue armando de una imagen, más dura... pero yo llegaba a mi casa y me ponía a llorar que te morís. No sé si se ha visto, pero yo soy muy justiciera, siempre trato de defender al más débil y creo que puedo, que yo soy como súper fuerte y después me desarmo. Pero trato de ser muy justa.
—Se dijeron muchas cosas…
—Con el tema de las entrevistas, hay un mito de que yo no me reía, y después venía gente a entrevistarme y me decía oh, hueona, que erís divertida. Por eso nunca me preocupé de lo que dijeran, porque además, alguna cosa que desmentí después salía de nuevo. No valía la pena. Sé que hay cosas que venden y otras que venden menos. Ser una tipa buena onda y piola vende repoco, po, ¿cachái? Pero creo que en esta pasada fue una vuelta, que si pa’ mí fue importante, pa’ mis hijos aún más. Porque, en el fondo, la sensación que tengo es que ellos sintieron que se hizo justicia y que se vio, insisto, con todo lo bueno y todo lo malo, lo que soy.
—¿Y quién es Eva Gómez?
—Una mujer de 52 años, que ha vivido muchas cosas muy lindas, otras no tan lindas. Con muchos dolores a cuestas y muchas alegrías. Mamá orgullosa de tres hijos maravillosos que por lejos son lo mejor que he hecho en la vida. Enamorándome de la vida de vuelta, con ganas de ser muy feliz. Con mucha necesidad de afecto y con fe de que hay algo para mí, por ahí, que me va a encontrar y me va a hacer muy feliz. Con una madre con 92 años de la que me siento orgullosa de acá al infinito. Súper sencilla: disfruto de cosas muy pequeñas. Amante de mis amigos, que se convirtieron en mi familia porque no tengo familia acá, excepto a mis hijos. Hablo fuerte y muevo las manos porque soy española, y es algo de lo que hoy día me siento muy orgullosa. Sensible, también un poco más de la cuenta quizás. Cariñosa hasta agotar a la gente que quiero. Y con muchas ganas de hacer muchas cosas. Sintiéndome hoy día en la plenitud de mi vida y con herramientas que he trabajado para mí misma, y espero que me hagan ser una persona con más amor propio y con más seguridad.
La experiencia reality
—Eso que me comentaste se pudo ver reflejado especialmente en tu relación con Shirley, Camila y Valentina. ¿Cómo se generó eso, y seguirá después?
—Espero que sí. Yo tengo toda la disposición del mundo y espero que sea así. Yo creo que las chiquillas, cuando salgan, no imaginan lo que les espera afuera, y quiero que lo disfruten a concho y que lo vivan y que se hagan súper, híper, requeteconocidas y que cumplan todos sus sueños. Que la Cami llegue a la tele, que es lo que quiere; que la Guari pueda pagar su cirugía, que la pobre está endeudada hasta..., que la Shirley pueda salir de sus temas personales. Y después de que la pasen muy bien y todos las entrevisten, poder vernos en la tranquilidad de mi casa o en el lugar que sea, y conversar de esto, reírnos, abrazarnos y nada, decirles que inmensamente agradecida. Porque así como pa’ ellas yo fui como un colchoncito, un apoyo, ellas también lo fueron para mí.
—¿Quién fue el que más te sorprendió en el encierro?
—Yo creo que me sorprendieron todos, hueón... pa’ cosas buenas y pa’ cosas malas. Todos. Pero el que más me sorprendió, no necesariamente de mala forma, fue Mateucci. Porque es como bien estratega, se las sabe por libro yo creo. Eso lo hacía ser a veces muy divertido. Yo me reía mucho con él de lo malo que podía ser. Le decía ¡hueón, erís malo!, como en talla, ¿cachái? Y también con una historia de vida que se vio con lo de las cajas, con la pérdida de su mamá y todo. Todos cargamos una mochila; que unos la muestren más, otros menos, que unos sean más pesados y otros menos..., pero detrás de todos nosotros allá, hay una persona con corazón y todo. Yo creo que él me sorprendió porque es un maestro, y por eso también era como ¡uuuy! ganas de matarlo. Me llamó la atención su cabeza, su frialdad y su saber hacer este reality.
—Hablando de Mateucci y los hombres. Se sintieron mal cuando entraste al encierro y dijiste que no te fijarías en los más chicos...
—Oye, sí, puta que me han hueveado con eso... ¡¿Pero por qué no?!, me decían. Porque no, po. Porque no me gustan los pendejos. ¿Por qué no te gustan? ¡Porque no me gustan! Y ni siquiera es como una premisa a priori. Es porque, en el fondo, si yo hoy me involucrara con alguien, que estoy felizmente soltera, sería con alguien que tenga un proceso de vida parecido al mío, con hijos ya más grandes, más resuelto. A éstos me los imagino carreteando. A mí me sacái una vez en semana y estoy tres días recuperándome, si ya tengo una edad. Pero todos me decían: porque tú no hay querido, jajajá. Me subían el ego sí.
—El Junior también dijo algunas cositas...
—¡Síiiii!, el Junior de antes decía. Y después me pidió disculpas, ah. Porque, una vez, en algo dijo como ¿tendrían sexo en la casa? Sí, con la Eva. Y una de las veces le dije: ¿y vos, hueón, de dónde saliste? Ahí estuvimos hablando y me dijo que igual se le fue la mano. Y ahí, muy divertido, miró a las cámaras, me preguntó cómo se llamaban mis hijos. Fernando, Matías y Triana, discúlpenme, con su mamá todo bien, y qué sé yo.
—Al menos fue en buena onda, nunca te sentiste mal.
—Nooo, al revés. Me tiraban todo el rato flores. Que estaba regia y qué mina, y que por qué no querís. Me terminé besando con Fabio en una actividad, pero fue muy divertido. Después, de hecho, le digo oye, gracias por prestarte pa’ esto. Pero todos sabían que era como una joda para Videomatch esta cuestión.
—La postal tuya en el reality, de hecho, fue el baile con Jhonatan. Salió en todos lados.
—¡No lo he visto!
—¡Pero cómo! Si hasta te hicieron un fanart que publicaron en tus redes sociales.
—Sí, buenísimo, pero de verdad no lo he visto. Ahora estaba comentando que me metí a Tierra brava pa’ verlo y no lo subieron. Y pedí que lo subieran pa’ verlo yo, porque parece que dejó la... después todos, oye, dónde aprendiste a bailar. Yo, ¿cómo de adónde? Claro, en mis años en el cabaret... ¡¿de adónde?! ¡Si esto no lo había hecho nunca! Y el Fabio me decía por qué no me lo hiciste a mí, todos cagados de la risa. Pero no me he visto... ¿estuvo lindo?
—Obvio, jajajá... pero para ti, ¿ésa fue la postal? O rescatas otro momento.
—Ésa es una, de todas maneras. Porque muestra una faceta mía. Otra es con la Guari, la Cami y la Shirley echada en mi cama, que es muy mío con los niños. Riéndonos, hablándonos tonteras y qué sé yo. Y otra, sería cuando ganamos y escondía cosas pa’ mis niñas. Me iba como pa’l lado y le decía a la Guari: abre la boca, y le chantaba un chocolate. A la otra, tengo un plátano. Muy de compartir. Los niños hasta el día de hoy se ríen de mí, porque si hay un chicle en el auto, pregunto quién quiere, todos quieren y hay uno solo... entonces lo parto en cuatro y lo mido. Me dicen al final: mamá, cómetelo tú. Pero eso tiene que ver con la maternidad. Porque creo que de chica no era tan ahueoná, quiero creer jajajá. Pero después de que nacieron los niños, uno tiene esto de que nadie se quede sin. Eso también es característico mío.
—Esto último lo pudimos ver cuando Miguelito estaba llorando y lo fuiste a apoyar.
—Sí, es que nunca había visto a Miguelito así... él es como a veces cascarrabias, y se queja, y en las competencias es como una mosca, yo le decía que gritaba y se daba vueltas. Todo en buena onda. De verdad que él es una muy linda persona. Pero cuando lo vi así, me vino una rabia. Entre que me bajó una ternura y la rabia, ¡era taaan exagerada la reacción! Él estaba descompuesto, que le dije, hueón, mira de quién viene esto. Me desencajó mucho.
—Antes de entrar mencionaste que Tierra brava podía ser una vitrina. Ahora, ¿sientes que esto puede suponer un impulso para tu carrera de nuevo?
—Lo vamos a ver, porque salí hoy... ¡espero que me llame todo el mundo! Pero sí te puedo decir que el miércoles aparece el primer capítulo de mi podcast. Estoy chocha. Se llama @evagomezpodcast, y es un podcast de conversación con personas de diferentes índoles. Artistas urbanos, personajes televisivos, tiktokeros, influencers, en una conversación íntima pero buscando el lado B, el que no se sabe, el que no se conoce. En un tono de mucho respeto, divertido, emocional, y va una vez a la semana. Eso me tiene súper contenta.
—También tienes otros proyectos...
—Sí, saqué un tema con mi hijo, con Matías, que se llama “Mentiras” y que es como la segunda parte de “Incomprendido”, porque tiene el estribillo aflamencado y todo eso. Eso también me tiene muy chocha. Imagínate sacar un tema con mi hijo: es algo que me tiene emocionada y que él además fue el que me lo propuso, con lo cual me parece fantástico que todavía me siga considerando, jajajá. Estreno la película el 3 de febrero, Noches de sol, que también me tiene súper emocionada. Y nada, esperando cumplir uno de mis sueños. Siempre quise hacer radio, de hecho estudié periodismo para hacer radio... me fue regio: no he hecho radio nunca. Pero bueno, he hecho otras cosas. Y meterme en el mundo de las comunicaciones, que innatamente es lo mío, lo que me gusta, pa’ lo que estudié. Tengo muchas ganas de hacer algo que a mí me haga muy feliz y en lo que de verdad me sienta contenta y siendo un aporte.
—Dijiste en tu despedida “me han lastimado”, pero que supiste poner límites y que eso te tenía orgullosa.
—Lo de los límites fue gracias a un trabajo personal que llevo haciendo desde hace un tiempo. Claro, porque al final me han lastimado y yo decido quién me lastima y quién no. Haber llegado a un punto en que no todo me lastima, como hace un año atrás, es súper bueno. Porque al final no todo el mundo en mi corazón tiene el mismo lugar. Hay gente que no llega a mi corazón. Entonces, si a mí me hieren mis hijos, mis amigos más cercanos, probablemente me duela y yo lo permito, pero es porque es una persona que tiene mucha importancia para mí. En ese sentido, cuando digo “me han lastimado” pero hasta donde yo he querido, en el fondo, es que hay cosas que han sido desagradables, cosas que no han sido las mejores. Discusiones... como lo del pan. Y pensaba: me lo está quitando Fabio, por decirte algo, que mide dos metros más que yo y el pobre necesita comer más... ya, pongámosle. No hay acá una animadversión, no es un tema pa’ que paren los motores que pasó algo increíble. Ese autocuidado lo pude poner en práctica en el reality. Por eso me siento muy orgullosa y muy contenta, porque esta situación, esta oportunidad, llegó cuando tenía que llegar. Hubiese entrado el año pasado y yo estoy llorando por los rincones todo el año. Hubiésemos visto a otra Eva. Yo soy súper llorona, pero dije no voy a estar llorando por cualquier tontera. Eso para mí era impensable.
—Es un poco apresurado, pero… ¿podremos ver de nuevo a Eva Gómez en un reality?
—Me falta un OnlyFans... de acá a diciembre el OnlyFans, jajajá. Noo, mentira. Pero a ver, no creo. Y ojo, no tiene que ver con que haya sido una mala experiencia. Tiene que ver con que era una experiencia que yo siento que tenía que vivir, la viví y estamos, po. No sé, me tiré en paracaídas antes de pandemia, porque también era una experiencia que tenía que vivir. Si me preguntái ahora si voy a ir todos los meses, no. Si antes de que me muera lo tengo que hacer de nuevo... sí. Pero es algo que implica un corto tiempo. Capaz que después salga un reality pa’ gente más madura y a lo mejor en una de ésas me meto, po... naah, ¿te cachái? Ahora yo siempre digo que uno no puede decir nunca jamás, pero en este instante no. Quiero hacer muchas cosas afuera y estoy muy motivada como para encerrarme de nuevo.
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