La banda estadounidense ofreció una experiencia hipnótica e inmersiva en el Parque Cerrillos, donde la música se transformó en un ritual sonoro. Entre estampidas en la parte frontal y una ejecución impecable, Tool convirtió su esperado debut en un viaje catártico que dejó a su público en un estado de total arrebatamiento.
Mientras en el otro escenario Shawn Mendes estaba en la última parte de su show, la gente en la parte frontal que esperaba a Tool estaba ciertamente inquieta.
Bromeaban sobre un calvo miembro del equipo e inclusive hacían tiempo cantando canciones de Soda Stereo y Antonio Ríos. Es decir, muchos ya estaban aburridos por esperar toda la jornada para estar adelante, pero bastaron los primeros acordes para que quedara la grande.
Lo que ocurrió desde el primer segundo en ese sector fue un verdadero trance. Todos los presentes en ese lugar entraron en un estado de éxtasis y nada ya fue igual.
De hecho, elevaron las revoluciones al máximo y la situación provocó una estampida continua que nunca se detuvo y que llevó a que todos se moviesen de un lado a otro en medio de una marea inquieta, apretada, eufórica y totalmente desatada. Basta decir que en medio de todo eso perdí mi billetera.

Mientras Tool daba rienda suelta a todo su virtuosismo, con una performance musical del más alto nivel, la audiencia gritaba eufórica agradeciendo el hecho de que finalmente la banda de Los Angeles estuviese sobre suelo chileno.
Y en medio de la locura, con la soberbia interpretación de la hipnótica "Jambi“, el rock emanaba sin pausas, sin concesiones, sin dar un respiro, siendo una sofocación metálica que progresivamente atacó los sentidos.
Lo que vino posteriormente fue una gala musical que pasó la aplanadora, incluyendo varias de las canciones más populares del grupo estadounidense. Tras ese clásico del disco Ænima llamado “Stinkfist", que retumbó con una batería magistral, el sonido pesado y envolvente continuó con obras para todos los fans acérrimos como la épica “Fear Inoculum”, “Rosetta Stoned" o la celebrada “Pneuma”, que marcó otro punto alto de la jornada.
Claramente también hubo espacio para su canción más popular, “Schism”, así como celebradas obras como “Ænema” y “Vicarius”, la cual concluyó la jornada en lo alto tras una decena de canciones que prendieron con fuerza en medio de la oleada devota que podría haber seguido sin problemas durante la madrugada.

Solo basta agregar que el despliegue épico fue total y el gozo en la parte frontal no dio descanso alguno, con muchos quedando sin aire entre los aplastamientos. Pero no tengo duda que también ganaron vida gracias al despliegue musical que cumplió con creces las excesivas expectativas que existían para la primera presentación de Tool en el país.
De ese modo, lo presentado en el Parque Cerrillos fue sin duda una verdadera epopeya que no dejó a nadie indiferente y que cerró con una ovación ensordecedora, dejando a todos los presentes con la certeza de haber presenciado algo único e irrepetible, aún cuando pronto habrá una nueva instancia - más tranquila y menos apretada - en el Movistar Arena.
En ese sentido, Tool no solo cumplió las expectativas: las pulverizó con una descarga de virtuosismo y potencia sonora que encendió un verdadero rito colectivo que quedará impregnado en la historia del rock en Chile.