El último emperador de la televisión chilena

En esta televisión cada vez más revuelta, confusa, cambiante y sin un destino claro, han sobrevivido quienes tienen como principal talento, generar empatía. Algo que no es otra cosa, que ponerse en los zapatos del otro.

Julio César Rodríguez, un hualpenino que las ha pasado todas, ha terminado por cosechar triunfos desde su larga lista de aciertos y desaciertos. Y no le cuesta ponerse en los calzados ajenos, porque los suyos también están llenos de barro.

Se separó, se arrejuntó y se volvió a separar. Ha tenido plata y no. Se cayó mil veces en varios proyectos, y le pegó el "palo al gato" en más de uno. Es decir, es un "self-made man" al que no le cuesta empatizar con la gente, porque él precisamente, es parte de esa gente. Esa que se cae una y otra vez. Vivió lo que muchos pasan. Eso sí, con una gran cuota de persistencia.

Si bien a veces se deja llevar por la emocionalidad, adjetiviza desde las tripas y se olvida de lo que dice su cartón, lo cierto es que Julio César es uno de los pocos rostros televisivos que ha sabido comprender el país que quedó después de octubre. Y por eso está ahí. Dónde Cristián Sánchez, Marcela Vaccareza, Patricia Maldonad o Karol Dance, dejaron de estar. Donde a Tonka la hicieron titubear.

No le cuesta llorar ni menos, mostrar que tiene corazón y que las cosas le afectan. Y lo que para otros es una pose, a él le emana todo desde una profunda sinceridad. Quizás, porque él también caminó por esas calles desde donde se le emplaza al poder diariamente.

Tiene, además, otra gran virtud. Ha sabido creer en sus capacidades cuando otros han dudado. Sin ir más lejos, recordemos que él no era la primera opción para el matinal de Chilevisión, y a punta de oficio, se los comió a todos.

El "late" le ha ayudado mucho. Convencido que era un nicho a explotar, probó una y otra vez hasta que logró consolidar un espacio que no era fácil -lo digo porque a mí me tocó reemplazarlo- y que aún conserva, siendo conductor y productor. Una faceta que también construyó en la radio Bio Bio, en un horario que siempre se le catalogó como "muerto".

Ser emperador en la tele, nunca fue sencillo. Julio César, cada mañana, está un poco más cerca.

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