Incomparable, tanto por su arsenal de anécdotas como por una personalidad explosiva, irregular, inesperada, Junior Playboy encantó al público desde su primera aparición en los realities. Ahora, en el 13, está refrendando lo que dijo hace unos meses: “Soy más que un hombre común y corriente: aquí hay conocimiento, sabiduría, entrega, locura”.
Hace no mucho repasábamos los argumentos que puso sobre la mesa Canal 13 para apostar nuevamente por Pamela Díaz como rostro de un reality show suyo.
Varios testimonios de productores, excompañeros y funcionarios involucrados en su desarrollo, daban cuenta en Reality.doc, programa homenaje al género, que La Fiera encarna un personaje hecho a la medida de la telerrealidad. Ella misma, a poco de someterse al encierro, se definió como alguien “única”, capaz de “generar un contenido interesante”. En resumen, espetó, “sé hacer tele”.
Esto último es algo que, a decir verdad, también puede imputarse a otros nombres que suelen repetirse en la ecuación. Probablemente con otras formas, sin apelar a la tensión o discusiones que trascienden en el tiempo como lo hace Díaz. Pero Junior Playboy es otro acierto.
De hecho, no es descabellado a estas alturas pensar que José Luis Concha, como se llama realmente, es la personalidad más impredecible de la televisión nacional. En los primeros compases de Tierra brava, como para certificar esa lectura, descolocó a sus flamantes compañeros al revelarles su capacidad para comunicarse con seres alienígenas. Es más, les prometió que fue abducido por ellos. Otra locura a su expediente. ¿O no?
Su confesión vino precedida de una pregunta que le planteó la propia Pamela Díaz, que aparentemente manejaba información algo errada. La Fiera, como parte de un diálogo surrealista, le consultó a Junior si efectivamente podía entender a los animales, como había leído por ahí. Pero si acaso uno podía imaginarse una réplica insólita, lo de Concha no fue eso sino lo siguiente: “Con los extraterrestres más que con los animales”.
¿Cómo?, le contrapreguntaron, de seguro aguantando la risa. Y él entonces formuló:
“Por el tercer ojo”.
“Siento presencias, me dan mensajes a veces”.
Más serio que de costumbre, se precipitó a explicar: “No es un juego, yo no me estoy burlando de esto. No soy el único, hay muchas personas así. Un momento yo dije ‘me estoy volviendo loco, ¿cómo es posible que yo vea lo que ellos no ven?’”.
Y ante la avalancha de preguntas de sus compañeros, se allanó a comentar una experiencia paranormal. Dijo haber visto “naves, seres grises, de dos metros y medio”. “Hay figuras también, que se mueven en el cielo de forma como una cuncuna”. Más tarde, reseñó que “en todos estos viajes ancestrales yo viajé a un lugar donde habían cuatro hombres. Yo mido un metro 82 y a ellos yo les llegaba a las tetillas”.
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Veintiocho años tenía José Luis cuando fue convocado para el plantel que compuso 40 o 20, dating show que se desarrolló en la misma estación a lo largo de 2011. La premisa del programa era clara: un grupo de hombres de entre veinte y sesenta años tenía por objetivo conquistar, mediante competencias y citas, en primera instancia a la actriz Jennifer Mayani y luego a la modelo Dominique Gallego.
Entonces, con un look muy diferente al actual, calvo, con un descuidado chivito como vello facial y un corte pronunciado en la ceja derecha, se quedó en la retina de los aficionados al programa una cena en la que Junior no halló nada mejor que hacerle saber a Mayani una cábala muy propia:
—Sabís que cuando salgo con alguien, cuando me tinca, así por cábala, uso un colaless. ¿Te gustaría tocarlo? —le ofreció, con una sonrisa pícara.
Pero la respuesta fue seca:
—Mira Junior, ¿te digo algo? No todo es broma en la vida, y la estupidez que me acabas de decir lo encontré demasiado asqueroso. De verdad.
De todos modos, Junior se plantó y no quiso dar la razón a la actriz. Mientras comían mariscos y se tomaban una copa de vino, el participante justificó que su relato era transparente. “Se me quitó el apetito”, se quejó luego de no encontrar la recepción que esperaba. “Lo estoy pasando como mal”, insistió antes de que Mayani aleccionara que había límites. “Así soy yo, sincero, demasiado espontáneo. Quería sorprenderte, mostrar de lado, si no me iba a bajar los pantalones, ¿cachái? Ando con colaless por cábala. Encuentro que es algo lindo por mi parte”, cerró ante la mirada incrédula de la protagonista.
En 40 o 20, ya con Gallego como musa, también se pudo ver el nacimiento de “El desajunior”, tema musical con el que intentó llamar la atención de la modelo:
“Por la mañana te traigo el desaJunior, a ti te gusta que te dé mi desaJunior”, rezaba el estribillo. (Como dato, hace un año lo estrenó oficialmente con El Tigre García).
Esa clase de arrebatos que él disfrazaba de espontaneidad, y por cierto que sus interacciones inesperadas, hicieron de Junior tarde o temprano un rostro requerido no sólo para los realities —pronto se repitió el plato en Pareja perfecta y Amor a prueba— sino que para diversos formatos de la televisión. Su peculiar manera de ser, su naturaleza, identidad, o como usted le prefiera llamar, resultaba sumamente atractiva para el espectador.
Tal vez eso explique lo que permitió a Concha arreglárselas para aparecer en dos oportunidades en Pareja perfecta, habiendo ingresado en principio el día 57 junto a Cristhel, Andrés y Wilma, y luego de ser eliminado, diez días después, haber sido el reemplazo de Esteban, en el día 82.
En el espacio se recuerda con cariño su relación con Eugenia Lemos:
—¡Te voy a devolver las flores, Junior Playboy! —le gritó una noche la modelo, quejándose por el vacío que le hizo Concha.
Y él respondió… a lo Junior: “¡Métetelas en la ra…!”.
Otro episodio clave en su historial en los realities sucedió durante su periplo por Amor a prueba, programa destinado a reunir parejas y solteros “de oro”, dedicados especialmente a “tentar” a los comprometidos. Allí, ya consignado bajo la etiqueta de chico reality, protagonizó varios impasses —como cuando sacó carcajadas de Patricia Maldonado imitando a Luli Moreno—, pero tal vez el más recordado, ante la pareja que conformaban Stefanie Kemplau y Danilo Rodríguez, quienes le acusaron de haber reventado huevos al interior de sus almohadas.
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Desde luego, no es fácil enumerar cada highlight de Junior en la TV.
Pero hace una década, imposible dejarlo pasar, el ahora “influencer” protagonizó uno de los momentos más crueles vistos en teve abierta, en el programa Juga2 de TVN, cuando sin saberlo, debió interactuar con un trasero para superar una prueba. Sí, así mismo: en una pieza oscura, donde le era imposible reconocer qué tenía enfrente, Junior debió olfatear algunos objetos… y un trasero. Un “cara pálida” en toda regla, que en principio se tomó con humor pero con el tiempo entendió, se trataba de una humillación:
“Lo dejé pasar, porque soy buena onda, pero yo estuve en el momento, le pasé la lengua, le sentí los pelos. La situación me ha traído muchas secuelas, me han hueveado mucho”, relató en aquella oportunidad al diario pop. “Lo he pasado mal. La plata que me pagaron no era mala, pero marcaron mi vida, me la cagaron para siempre, hasta el día de hoy hago arcadas”.
“Triste que la gente goce a costillas del dolor de uno. No sé hasta dónde puede llegar la televisión hoy en día, la otra vez defendían a los animales y acá pusieron a una persona con un culo humano”, cerró entonces.
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Percibido como alguien esencial para el retorno del formato —los comentarios se repetían uno detrás de otro en redes pidiéndolo como alternativa para Gran hermano—, como se pudo advertir en las primeras horas de Tierra brava, Junior Playboy aterrizó con una nueva identidad. O con nuevos poderes, vaya a saber uno.
El chico reality, en rigor, ahora se define como El Thor chileno. Los últimos días de agosto, confirmado como primer participante, comunicó lo siguiente:
“Soy el tercer hombre más encachado, solo me ganan Dios y Jesús. Soy un conquistador innato, es mi PH el que las atrae, y donde pongo el ojo, pongo la bala”.
Y después, presumió de su estilo, de su modo de vida: “Mi look es de Thor o de vikingo medieval porque estoy conectado con la naturaleza. Siento que vengo guiado, porque no puede ser casualidad que me haya conectado tanto con la naturaleza todos estos años, y justo me invitan a un reality de estas características. He estado andando a caballo, conectándome con el lado natural, tengo comunicación con muchos animales, como los pájaros y los colibríes”.
“Como Gokú”, añadió al cierre, “me fui a entrenar al Cajón del Maipo, estuve acampando y viendo cómo sobrevivir, y me di cuenta de que puedo estar perfectamente un año con dos kilos de arroz”.
Como sea, de esa declaración se entiende que Pamela Díaz le haya consultado por su relación con los animales.
Sobre lo que podría aportar en Tierra brava, con la empresa de competir a la casa más famosa del mundo, Junior abrevió antes de entrar:
“Soy más que un hombre común y corriente: aquí hay conocimiento, sabiduría, entrega, locura. Genios habemos pocos, y soy uno de ellos. Steven Spielberg está dentro de mi cuerpo en este momento, aquí hay mucha creatividad”.
Y cerró:
“Soy el mejor chico reality de la historia, si hoy estoy de vuelta es porque el pueblo de Chile se manifestó”.
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“Había personas que de verdad yo no soportaba”, le comentó Max Cabezón al diario pop, luego de perder en el duelo de eliminación ante Luis Mateucci y dejar Tierra brava.
“En especial Junior”, aclaró.
Al singular influencer no le tomó demasiado tiempo hacerse de enemigos en el encierro. Miguelito es, de seguro, uno de ellos. Desde un inicio que con él vienen sacando chispas. Mientras el actor lo acusa de faltarle el respeto cada vez que puede, Concha suele defenderse diciendo que lo suyo es apenas humor. Pero las cosas subieron de tono hace un par de semanas.
“¡¡¡Hocicón!!! ¡¡¡Te gusta llamar la atención!!! ¿Te crees intocable o qué?”, lo buscó enfurecido el ex Morandé con Compañía, cuando Junior le robó una piña a vista y paciencia de todos. Para él había cruzado una línea, pero el Thor chileno no se dio ni por enterado. De todos modos debió intervenir la producción para separarlos.
A Cabezón le ocurrió algo parecido.
El ex Amor ciego se le acercó un día para increparlo por un motivo insólito: dijo que el chef presuntamente había imitado su aspecto. El diálogo, desde luego, fue llamativo… por decir lo menos.
“Deberías arrodillarte ante tu Dios. Si tú sabes los poderes que tengo yo, ¿o no los percibís?”, le preguntó, sin titubear. Claro que Cabezón no le prestó mucha atención, de modo que Junior volvió sobre sus pasos y cambió la estrategia: “Me copiaste el look igual para entrar”.
Fabio Agostini, que andaba por allí, se unió a la conversación y le preguntó al chef si eso era cierto, pero él se defendió. Explicó que era una coincidencia. Entonces Junior desenfundó un speech muy propio: “Aprende del maestro (...); ni siquiera deberías alzarme la voz, bájame un poco el volumen, bájate los cambios y háblame suave, porque estás hablando contra un Dios”.
De hecho, en cuanto tuvo oportunidad, se puso de pie y acercó sus pies al rostro de Cabezón. “Chúpame los pies, te digo altiro, no voy a dejarte tranquilo si no me chupái el pie izquierdo”, le exigió.
A La Cuarta, el cocinero le sinceró que, por esa clase de situaciones, la energía de Junior le hacía mal.
Arturo Longton fue el último en propinarle una estocada.
En la última jornada de nominación —en la que Concha acumuló nueve votos—, lo encaró: “Mira, te cachaba de afuera, me caías muy bien, me hacías reír, eras amigo de mi hermano, tenía la mejor opinión tuya. Pero me llevé una gran desilusión. Me encontré con algo muy distinto a lo que yo esperaba: una persona que no piensa, un irresponsable, cochino, maleducado, ordinario. Eres sumamente envidioso, me he dado cuenta”.
Pero tal vez lo que dijo al cierre fue lo que más le chocó a Junior: “Olvídate de que cuando salgas la gente te va a querer cómo te quería antes, porque no te va a querer ¡nadie!”.
El protagonista de este artículo después asistió al confesionario para hacer un mea culpa. Desde su llegada a la hacienda debe ser el participante más polémico. Por eso es que, como acusando la declaración de Longton, pidió disculpas —“estoy arrepentido bastante de mis palabras, creo que mis términos no estaban a las circunstancias”— y aseguró que tratará las próximas semanas de no responder a los palos como estaba haciendo hasta ahora.
“Obviamente que la gente va a querer picanearme”, sostuvo, “pero yo no lo voy a permitir, yo no puedo entrar en la misma situación. Junior es amor, Junior es felicidad”.
“Junior no es eso”, completó.