La penquista apostó por alejarse del hit y entregar un trabajo conceptual.
Dulce y Agraz lanzó su nuevo álbum Albor, un LP más experimental que la tiene entre música electrónica, el pop, las métricas folclóricas.
Son un total de 9 canciones donde la músico entregó el fruto de su investigación sobre la cueca, las escuchas a Villamillie, las anécdotas de su madre y el folclor, la influencia de las canciones de Belencha, Björk y Silvio Rodríguez.
Ciertamente una jugada muy distinta a lo que hizo en La piel (2020), Trino (2018) o en su EP homónimo (2015).
“Para mí, esto es un riesgo. Hice el disco siendo super consciente de que no iban a ser singles ni hits. En este momento de mi vida estoy dejando de lado las expectativas de éxito, estoy buscando profundizar, estoy estudiando. Albor no es un disco que hice para hacer crecer mi carrera en términos de números” declaró la cantante.