Veamos si podemos ponernos de acuerdo nosotros también

La verdad que en la semana de los abrazos y la buena voluntad, habrá que coincidir que para la televisión esta crisis fue un golpe al mentón.

La verdad que en la semana de los abrazos y la buena voluntad, habrá que coincidir -espero que lo hagamos- que para la televisión esta crisis fue un golpe al mentón que la tiene tambaleante y desorientada.

Es cierto que la credibilidad de la televisión ha sido castigada brutalmente. Los manifestantes que comenzaron a levantarse hace un mes casi, apuntaron a los canales por "ocultar la verdad" y no decir lo que realmente estaba ocurriendo. Que los informativos apuntaban con excesivo celo a los actos vandálicos, los incendios y la destrucción, omitiendo el descontento social que se manifestaba pacíficamente en buena parte del país. Ese rechazo a la televisión, que podríamos ejemplificar con el incómodo momento que vivió Roberto Cox en Ñuñoa, encarado duramente durante un reporteo en terreno, provocó el lento y progresivo abandono de las calles por parte de la prensa. El trabajo en la calle fue lentamente desapareciendo. El cara a cara con quienes marchaban, fue reemplazado por un ejercicio peligroso y que, a mi juicio, caracteriza lo que ha ocurrido en este mes: la predominancia de las informaciones reportadas por las redes sociales.

Los canales de televisión optaron, supongo que por razones de seguridad y presupuesto, a limitarse a sacar cámaras propias en altura para mostrar lo que ocurría, y por confiar en el llamado "periodismo ciudadano". Participativo. Es decir, un cúmulo de videos subidos a redes sociales. De un minuto a otro, los matinales y los noticiarios se convirtieron en una sesión interminable de videos sacados de Twitter, Instagram y Youtube, fruto de esa imposibilidad de poder estar donde realmente pasaban las cosas con recursos propios, y -seguramente- para evitarse reproches como el que Marilyn Pérez de Bienvenidos, sufrió de parte de un ofuscado Pablo Schwarz.

Es real que la televisión perdió pulcritud. La pantalla pasó a ser el canal de cualquier cosa pixelada, en horizontal o diagonal. Un atentado estético, que duda cabe. Pero además, esto devino en situaciones límite como el incidente en el que TVN se vio envuelto al usar un video viralizado donde se observa a una chica prendiéndole fuego a la vitrina de un banco en Providencia. Se habló de manipulación de la imagen e incluso el Colegio de Periodistas, llamó a denunciar ante el CNTV al canal estatal acusado falta a la ética por mostrar "contenidos que no se ajustan a la realidad".

Finalmente, TVN tuvo razón. Pero de seguro, el incidente no hubiese ocurrido si el canal hubiese estado realmente ahí.

Los canales se han visto superados con la crisis, y la apuesta por lo que la gente les nutre se ha convertido en un arma de doble filo que, a la larga, puede ampliar aún más la falta de credibilidad eso si hay que reconocer que el gran triunfo de la televisión es que los encendidos subieron un 20% así que los auspiciadores que apostaron sus fichas en la TV ganaron la apuesta.

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