La exmonarca tenía un lujoso y exclusivo closet lleno de coloridas prendas de diseñador, joyas y accesorios.
No es un misterio que Isabel II amaba la ropa de colores vibrantes, los sombreros clásicos de la monarquía británica, las carteras - casi todas iguales- y las joyas. Y es que la reina tenía un estilo bastante particular, posicionándola como un ícono de la moda.
Según Brian Hoey, autor del libro “Not in front of the Corgis”, la exmonarca era bastante solidaria y solía regalarle su ropa a las personas encargadas de vestirla, la única condición es que jamás dijeran que ella se las había dado.
Por esta razón, la revista “People” publicó que una de las teorías que ronda en torno a su guardarropa es que ya haya tenido ese mismo destino en caso de morir, es decir, que estas mismas personas se quedarán con parte del vestuario.
También, se cree que algunos de sus trajes más icónicos los hereden evidentemente su hija y algunas de sus nietas.
Y por último, puede que muchas de esas piezas también terminen exhibidas y resguardadas en algún museo.
En cuanto a las joyas, muchas pertenecen a la monarquía británica y han ido pasando de generación en generación, en este caso, ahora pasaron al rey Carlos III.
Sin embargo, Isabel además tenía cerca de 300 piezas personales: 98 broches, 46 collares, 37 brazaletes, 34 aretes, 15 anillos, 14 relojes y 5 pendientes.
Lo último que se supo es que Kate Middleton, actual princesa de Gales, se quedará con gran parte de estas. Pero también estarían destinadas al resto de las mujeres de la familia real.