Un guía turístico de Chiloé se topó con una insólita escena que le pareció una “bonita” convivencia entre animales. Sin embargo, en las 5 horas que se quedó ahí, descubrió que nada era lo que parecía, dice a La Cuarta, sino una “estrategia”. Aquel inédito video es un caso que “puede pasar”, dicen los expertos en ambas especies, “pero que sea común, no”... Pero, ¿por qué?
Justo ese día, Juan Pablo Márquez (29) había llevado su cámara al parque Tepuhueico, 45 kms al sur de Castro, en la Isla de Chiloé, donde trabajaba como guía turístico en un hotel de ese sector privado. Era miércoles 13 de abril del 2022. El sol brillaba.
Estaba con una colega y cuatro pasajeros, quienes fueron los primeros en percatarse de una impensada escena, mientras él se ubicaba en el auto que los llevaría al trekking: un zorrito chilote (Lycalopex fulvipes) —o de Darwin— estaba echado en el pasto y, aparentemente, tomaba un poco de sol. Mientras, a cierta distancia, un pudú (Pudu puda), el segundo ciervo más pequeño del mundo, lo miraba desde lo profundo de un riachuelo.
Vaya a saber uno cómo llegaron ahí.
El grupo de turistas estaba contra el tiempo, así que continuó su camino, mientras Juan Pablo se quedó tomándole fotos a ambos animalillos, que se consideran en peligro de extinción, según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). El parque estaba casi vacío, relata él a La Cuarta, por lo que había “menos intervención para el zorro y el pudú”.
Desde un puente que cruzaba el riachuelo, se quedó como único testigo durante unas cinco horas, de las 10:00 a las 15:00, cerca de la entrada del parque que da hacia la costa del Pacífico. Permaneció ahí durante todo el rato que duró el tour.
—Qué bonito cómo pueden compartir el lugar estas dos especies —pensó, porque este zorrito es mayormente carnívoro.
Siguió tomando fotos.
Una escena engañosa
Pasaron largos minutos y el observador notó que el pudú tiraba en medio del agua y que, además, tenía sangre en el hocico. “En ese momento entendí la verdadera intención del zorro”, dice.
Claro, el ciervo quería salir del agua y correr por su vida. Pero cada vez que se acercaba a la orilla, el zorro arremetía y le empezaba a morder las patas y la boca, y la potencial presa lo eludía una y otra vez, para después refugiarse otra vez en la parte más profunda.
El ciervito estaba acorralado: a un lado el meandro del río; al otro, el depredador.
Todo eso ocurría mientras el hombre grababa y fotografiaba una escena casi vetada para los ojos humanos hasta ese momento. El pudú intentó en reiteradas ocasiones escapar, pero al tiro el otro se le acercaba. Como el perseguido tenía las patas más largas, a diferencia del zorrito que era más bien paticorto, tenía un precario refugio en lo profundo del agua. “No estaba cómodo”, recuerda sobre el zorro. “Siempre intentó estar cómodo para atacarlo”.
Con el paso de las horas, ya agotado y con frío, al pudú no le quedó más chance que salir del riachuelo hacia los dientes del depredador, que de “manera más agresiva empezó a desgarrar la piel de una de sus patas delanteras”.
Frente a eso, “decidí dejar de mirar y me fui, no había nada que hacer”, dice. “La naturaleza seguía su curso”. Prefirió no saber (ni ver) el desenlace... al menos en ese momento.
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El menos popular
El zorro de Darwin pertenece a la gran familia carnívora de los cánidos, como lobos, perros, chacales y dingos. Para más precisión, es parte de la tribu de los vulpinos, al igual que sus parientes culpeo (Lycalopex culpaeus) y chilla —o gris— (Lycalopex griseus), siendo la más pequeña de estas tres y la única que solo habita en suelo chileno, es decir, es endémica.
La especie debe su nombre a que fue descrita por primera vez en 1834 por el mítico naturalista Charles Darwin —que pasó a la Historia por su teoría de la evolución—, tras recorrer durante tres años desde Tierra del Fuego a Copiapó.
De cuerpo alargado, robusto y paticorto, este animal puede medir entre 52 y 67 centímetros, y pesar un máximo de 4 kilos, según el biólogo Agustín Iriarte en su Guía Mamíferos de Chile (Centro UC). Destaca por los colores rojizos de sus orejas y patas, y la pancha blanca en su hocico y pecho.
Vive en la cordillera de Nahuelbuta (Región de BioBío), San José de Mariquina (Los Ríos) y la isla Grande de Chiloé, que concentra el grueso de la población, algo así como la mitad del total.
En la última década, desde el 2013, dentro de toda esta extensión sureña del país “se han identificado tres poblaciones que antes no se tenían como parte de la distribución del zorro”, como en La Araucanía y en la zona costera de Valdivia, explica a Ezequiel Hidalgo, director de Conservación e Investigación del Buin Zoo, y que está a cargo del proyecto Salvando al Zorro de Darwin.
Hidalgo cuenta que entre las principales amenazas para esta solitaria especie se encuentran los perros asilvestrados, que lo pueden matar y transmitir enfermedades como el distemper (o moquillo). Luego, otro factor “súper importante” es la destrucción de su hábitat, a pesar de que ha debido adaptarse a espacios rodeados por la agricultura y ganadería.
También, otra causa es la cacería que se da “en algunas partes”, en vista de que puede ser un problema para animales domésticos como las gallinas.
Otro factor “nuevo tiene que ver con los atropellos”, agrega a La Cuarta, al punto de que “hemos detectado uno o dos al año en Chiloé”. Por ejemplo, en marzo del 2022, el Movimiento Defendamos Chiloé reportó que uno de estos animalitos murió tras un accidente en el camino entre Huillinco y Cucao.
¿Por qué es “raro”?
“Es como el primer video que se obtiene de un zorro cazando un pudú”, dice Juan Pablo Márquez, testigo de la escena, a pesar de que “se ha escuchado de lugareños que habían comentado que los zorros atacaban a los pudúes, pero no habían registros”.
Junto con ello, piensa que aquellas imágenes “han sido importantes para poder hacer estudios relacionados con los zorros chilotes”.
“Son dos especies nativas, no hay que intervenir y súper afortunada la persona que vio ese instante”, porque este ciervo no suele estar en su menú, declaró unos meses atrás Carola Valencia, encargada del Centro de Rehabilitación de Fauna Silvestre de la USS, al Canal 5 de Puerto Montt.
En cuanto a la relevancia del video para conocer el comportamiento de este zorro, “creo que no (tiene) mucha”, declaro Javier Cabello, director del Centro de Conservación Chiloé Silvestre, a La Cuarta, “porque se sabe hace mucho tiempo que el pudú está en la dieta de los zorros”, por lo “que más impactante es el hecho de estar justo en el momento”.
El conservacionista Ezequiel Hidalgo destaca que, con el video, “mucha gente conoció al zorro de Darwin”, ya que este cánido “tiene una población muy limitada” comparado con sus parientes culpeo y gris.
“Antes de nuestros estudios se pensaba que las poblaciones eran de 250 adultos”, dice, por lo que se lo consideraba “muy, muy amenazado”, pero ahora se estima que las poblaciones son “un poco más grandes”, y se calcula que hay entre 600 y mil individuos en edad para tener crías.
Sobre el video a nivel ecológico, “es importante destacar que esta situación es bien rara”, declara Hidalgo, quien también trabaja en la conservación de los pudúes. En sus registros, “hay solamente un reporte de pudú ingresado a un centro de rescate a causa de un ataque de un zorro, que fue en Chiloé”, y no es el mismo al grabado por Márquez.
“Es una situación que se puede presentar, pero es bastante poco común”, insiste. “No es que todo el tiempo los zorros de Darwin estén cazando pudú, o que sea fundamental dentro de su dieta”. Esto porque es un carnívoro bastante pequeño, mientras que este ciervo puede llegar a pesar 8 o 10 kilos, casi el doble. “Evidentemente no es una presa fácil”, dice. En realidad, su alimento se basa en roedores, aves, reptiles y uno que otro fruto silvestre.
“Puede pasar, sí”, sentencia. “Pero que sea común, no”.
Al ser una presa bastante grande, “es más esporádico”, remarca Javier Cabello, “porque el zorro es más bien oportunista, es decir, va a comer lo que encuentre en el camino”, por lo que este ciervo es difícil a menos que esté enfermo o sea una cría.
Más de una vez “la gente de campo”, le ha descrito al director de Chiloé Silvestre que los zorros corretean a los pudúes hacia el río o mar para que se agoten. “Una vez que sale cansado, lo muerden en las patas hasta que el animal no puede seguir, como una especie de estrategia”, muy similar a la situación que muestra el video viralizado.
En otra arista, “hemos visto cómo la mortalidad de los pudúes ha aumentado exponencialmente, en un 300%”, asegura el experto del Buin Zoo. “Dentro de ese contexto, los perros son los importantes, no los zorros”. Su opinión coincide con la que dio la veterinaria Carola Valencia, apropósito de este mismo caso: “Sobre todo en Chiloé, el 90% o más de los la pudúes que llegan a los centros de rehabilitación es por ataques de perros”.
De hecho, remata Hidalgo, “es más probable” que una escena así “suceda con un zorro culpeo (pesa entre 10 y 12 kilos), en otras partes de Chile, pero simplemente no hay ninguna grabación que se haya hecho viral”.
Al día siguiente de la escena zorro-pudú, el 14 de abril, Juan Pablo volvió al lugar de la cacería: “Y se lo había comido”, cuenta, al menos una buena parte, quizá ayudado por algún jote con suerte.