La historia secreta tras el rol de Brasil en el golpe contra Allende en 1973

La reciente desclasificación de documentos secretos del Archivo de Seguridad Nacional (NSA) de EE.UU, detalla como desde el momento en que Allende ganó la presidencia, el gobierno militar de Brasil se interesó en desestabilizarlo. Para ello hubo varios pasos: Reuniones con Richard Nixon en la Casa Blanca, apoyo a grupos como Patria y Libertad, y la presencia de agentes brasileños en los interrogatorios a los prisioneros en el Estadio Nacional, son solo algunos de los aspectos de una historia que revela el alcance de la Guerra Fría en el corazón de Sudamérica.

Apenas recibió la información, el embajador de Chile en Brasil, el radical Raúl Rettig, corrió despachar un cable urgente a Santiago. Corría marzo de 1971 y el gobierno de Salvador Allende llevaba apenas cinco meses implementando la llamada Vía Chilena al socialismo, pero la noticia que llegó desde el país sudamericano, era alarmante.

"Con la intención de acopiar mayores antecedentes sobre las eventuales regiones donde podría operar un movimiento de guerrilla, el Ejército brasileño aparentemente envió a Chile a diversos agentes secretos quienes habrían entrado a Chile como turistas", escribe.

Peor aún, según Rettig el ejército brasileño había creado una "sala de guerra" con mapas y maquetas de los Andes. Además, señala que un colega le comentó que tras el triunfo de Allende, a Chile se le consideraba "otro país detrás del Telón de Acero".

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Este documento es uno de los 13 archivos desclasificados que liberó el Archivo de Seguridad Nacional (NSA) con sede en Estados Unidos. En estos se revela la trama que involucra al gobierno de facto de Brasil (gobernado entonces por el general Emilio Garrastazu Médici) con acciones encubiertas de sabotaje contra el gobierno de la Unidad Popular.

Los archivos son parte de la investigación desarrollada por el periodista Roberto Simon para su nuevo libro, Brasil contra la democracia: la dictadura, el golpe en Chile y la Guerra Fría en América del Sur, de reciente publicación.

"La imagen del régimen militar brasileño como 'títere de Washington', plenamente alineado con la superpotencia regional, es un mito que relega a Brasil a un mero papel subsidiario en la región", afirma Simon en la introducción del texto. "El libro demuestra que era todo lo contrario: la dictadura brasileña tenía sus propias motivaciones - estratégicas, ideológicas, económicas y más - para intervenir en Chile".

Una reunión con Nixon

Esa intervención, como detallan los documentos, comenzó desde el primer año de gobierno de la UP. Al respecto, otro cable detalla la reunión del presidente Garrastazu Médici con su par estadounidense, Richard Nixon, en el salón oval de la Casa Blanca.

Durante el encuentro, celebrado en diciembre de 1971, Nixon señaló "que era muy importante que Brasil y Estados Unidos trabajaran de cerca en este campo" y ofreció 'ayuda discreta' y dinero para operaciones brasileñas contra el gobierno de Allende".

Más aún, sobre el final de la reunión, "Nixon afirma que 'esperaba que pudiéramos cooperar estrechamente, ya que había muchas cosas que Brasil, como país sudamericano, podía hacer y que Estados Unidos no'".

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Emilo Garrastazu y Richard Nixon[/caption]

Por su lado, Garrastazu Medici le comentó a Nixon que Allende sería derrocado "por las mismas razones por las que Goulart había sido derrocado en Brasil (en 1964)" y además "dejó en claro que Brasil estaba trabajando para lograr este fin".

Se sabe que Nixon, como ha sido referido en otros archivos desclasificados, gestionó diversas acciones para desestabilizar al gobierno de Allende. No en vano, cuando se enteró del triunfo del médico socialista en las urnas, comentó que era necesario "hacer gritar" a la economía del país.

En septiembre de 1970, mientras el Congreso se preparaba a celebrar la sesión en que debían dirimir la elección entre Allende y Jorge Alessandri, el embajador estadounidense en el país, Edward Korry, se reunió con su par brasileño Antonio Cândido da Câmara.

La reunión fue de tal importancia, que se elaboró un resumen para Garrastazu, en el que se detalla que Korry le informó a Cândido da Câmara que "siguiendo órdenes directas de la Casa Blanca" estaba "insinuando a todos los sectores relevantes" que Chile tendría "dificultades" -incluida la escasez de crédito exterior y ayuda militar- si el Congreso chileno confirmaba la victoria electoral de Allende.

Golpe y Estadio Nacional

Tras el golpe que derrocó a Salvador Allende, el primer país que reconoció oficialmente a la nueva Junta Militar, fue Brasil. Un informe fechado el 13 de septiembre de 1973 por el encargado de negocios chileno, Rolando Stein, señala que el general Médici instruyó al Ministerio de Relaciones Exteriores de Brasil (Itamaraty) para reconocer a la junta "El nuevo gobierno chileno encontrará en Brasil un aliado poderoso", señaló.

Pero el apoyo no terminó ahí. Un cable de la embajada de Brasil, emitido un mes después del golpe, señala la situación de ciudadanos brasileño en el centro de detención del Estadio Nacional. Según el informe, los militares estaban realizando trámites para llevarse a tres de ellos de regreso al país.

Más aún, por esos días agentes de inteligencia brasileños llegaron a Santiago para participar en los interrogatorios de los prisioneros en el coliseo de Ñuñoa. Estos ya contaban con casi 10 años de experiencia en combate contra opositores políticos, desde que las fuerzas armadas derrocaron a Joao Goulart. Según el libro de Roberto Simon, la misión secreta fue dirigida por el coronel Sebastião Ramos de Castro, del servicio de inteligencia de Brasil, el Serviço Nacional de Informações, (SNI).

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Los contactos entre las fuerzas de seguridad de ambos países tuvo algunos capítulos anteriores. Según Roberto Simon, los agentes brasileños mantuvieron comunicación con la organización terrorista Patria y Libertad en Chile. Además, tras el "Tanquetazo", un fallido intento de golpe de Estado en junio de 1973, el gobierno brasileño entregó protección y asilo a miembros de alto rango del mencionado grupo.

Simon agrega: "Brasil obtuvo inteligencia sobre los primeros planes golpistas, identificando a oficiales militares que se preparaban para derrocar a Allende. En una reunión celebrada en la base aérea de El Bosque el 2 de agosto de 1973, oficiales chilenos evaluaron los elementos del golpe de 1964 en Brasil para ver qué podría ser útil para sus planes de asumir el poder".

Pero el vínculo entre los agentes de seguridad de los dos países no terminó ahí.

Según Simon, las fuerzas brasileñas prepararon y entrenaron a varios funcionarios y agentes de la DINA. Además, se anima a mencionar que entre estos, hubo “agentes que participaron en misiones internacionales de asesinato, incluido el coche bomba del ex embajador Orlando Letelier y su colega, Ronni Moffitt”. Nada menor, considerando que en 1974, el general Humberto Gordon, quien después fue el jefe de la Central Nacional de Informaciones (CNI), estuvo destinado en Brasilia como “agregado militar”.

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