El remaster del clásico juego de Gamecube convierte al mejor Paper Mario en un imprescindible tanto para los que alguna vez jugamos el original como para quienes no han tenido la fortuna de jugar un juego de la serie cuando efectivamente era buena.
La excelencia de un videojuego puede medirse en cuánto puedes disfrutarlo en su formato original a pesar del paso del tiempo. Y en ese sentido, Paper Mario and the Thousand Year Door para Nintendo Switch es una demostración de que el original es uno de los grandes videojuegos de todos los tiempos y, a mi juicio, el último Paper Mario realmente bueno.
Y es que esta nueva entrega creada para la consola ultra popular de Nintendo no toca prácticamente nada del original en cuanto a su jugabilidad, historia y estructura, y es en realidad una actualización gráfica y con algunas mejoras de calidad de vida para justificar que este juego pueda volver a ser vendido en el 2024.
Quiero ser muy claro en eso: Si ya tienes tu copia del juego original y una Gamecube y eres de los que la tiene conectada a un televisor, este juego no es necesario. Si lo jugaste en su época y no te gustó, tampoco cambiará tu opinión al respecto.
Pero para quienes nunca lo han jugado, para quienes puede que tengan el juego original en su caja pero, francamente les es más fácil sacar su Switch para jugar, y para los que como yo alguna vez lo jugamos pero no tenemos ni Gamecube ni el juego para recordarlo, esta versión es totalmente imperdible y un buen agregado a tu colección.
No voy a ahondar mucho en la crítica del juego en sí porque, como ya dije, es el mismo juego lanzado hace 20 años y análisis sobre él hay por montones. Sí les voy a hacer un pequeño repaso para los que no tengan idea del título y luego un repaso por mis cambios favoritos y que hacen que esta sea una versión que yo considero mejor que la original.
Paper Mario and the Thousand Year Door es un RPG por turnos, secuela visual y en jugabilidad del Paper Mario de Nintendo 64. Las características que lo hacen especial son por supuesto su diseño gráfico con personajes planos y muy coloridos, que a veces simulan mundos hechos de papel y cartón, pero la mayoría del tiempo solo sirven para desplegar mundos de exploración como un juego de plataformas 2D.
Pero si su aspecto gráfico es inolvidable, su historia y sistema de combate son lo que lo hacen único. Ambos perfeccionan lo visto en Paper Mario, y es que si bien es un juego de combates por turnos, las peleas son bien dinámicas gracias a las acciones que tienes que hacer para que tus ataques hagan más daño o bien, logres defenderte de mejor manera.
Cada ataque posee un microjuego basado en timing, desde el más sencillo que es presionar el botón en el momento correcto, hasta mover el stick y soltarlo con ritmo. Además, junto a Mario podremos tener un acompañante, que tendrá sus propias habilidades y poderes, con sus microjuegos de ataque distintos.
Me gusta también pensar que todo el juego si bien tiene estructura de RPG, es en realidad un gran juego de puzzles. Los mundo están llenos de cuartos secretos a los que tendrás que llegar con tu ingenio y desbloqueando las habilidades correctas y las peleas sobre todo con los jefes tienen elementos de deducción y memoria bastante creativos. Y saber a qué enemigos golpear con el salto y cuales con el mazo puede solucionarse solo con información visual.
También es refrescante recordar como Paper Mario and the Thousand Year Door parece ser el último gran juego donde vemos un Reino Champiñón creativo y desatado. Siempre he criticado que en los juegos posterior a este Paper Mario, han optado por hacer que todos los Toads sean iguales, todos los Goombas sean iguales, todos los Koopas sean iguales, etc. Pero acá vemos variaciones de los clásicos personajes con peinados, distintas edades, distintos géneros y distintas personalidades que en realidad me da pena que no se siga explotando.
El tono de la aventura es totalmente alocado y su estructura te permite en algunos momentos controlar a Peach mientras está capturada -y desarrollar un retorcido romance con un computador- y también a Bowser que se ve superado por una amenaza mucho mayor de enemigos, y esas secciones siempre dan risa. Por lo demás, se trata de un RPG clásico en el que hay que buscar siete artefactos mágicos para abrir una puerta que es la clave para evitar la destrucción del mundo, o en este caso, del reino.
Pero entonces ¿Qué tiene distinto? Y voy a ir directo con lo más notorio y a la vez más polémico: el aspecto gráfico. Como dije anteriormente, este es más bien un remaster y no un remake, en el sentido de que la estructura del juego es la misma, pero su apariencia está totalmente renovada. No solo las imágenes ahora se despliegan en Full HD, sino que todas las texturas y la iluminación lucen mucho más vivas que antes. Curiosamente se ven menos planas -a pesar de que todo el mundo es una hoja de papel- y en otras partes se exagera el efecto del cartón.
Personalmente creo que todos los cambios gráficos son para mejor y lucen increíbles al jugarlos en una pantalla grande. Eso sí, tampoco son una mejor con lo visto en los juegos de la serie lanzados para Wii U y la Switch. Se nota que es el mismo motor gráfico, pero llevado al 100 dado que el diseño de ambientes y personajes de este juego es mucho mejor en comparación a Color Splash o The Origami King.
Y al ser el mismo motor gráfico, ha heredado otra característica que no a todos les gusta: su framerate bajó de 60 a 30 cuadros por segundo. Yo soy un defensor de los 60 cuadros, y creo que de poder hacerlo, siempre prefiero que un juego se vea más fluido a que se vea mejor, pero también va a depender mucho del tipo de juego. Un título de plataformas, un FPS o uno de carreras, donde requerimos precisión en los movimientos y decisiones rápidas, 60 cuadros por segundo es una obligación.
Pero en un título como este, donde los combates son por turnos, nada nos apura y por lo mismo, podemos perdonar una tasa de refresco que es estable, aunque menor a la original. Y en algunos casos hasta se ve mejor, considerando que los 60 del original no jugaban muy bien con el hecho de representar un mundo de papel, a mi juicio. Así que, en mi opinión, no es algo que me moleste, aunque tampoco lo celebro.
De hecho, entiendo perfectamente a quienes puedan pensar que si se reedita un juego y se le quita una de sus características (en este caso, la fluidez de sus animaciones), no tendrían por qué pagar nuevamente el precio completo para obtenerlo. Solo que en mi caso la oportunidad de volver a jugarlo fue mejor.
También hay pequeños cambios de funcionamiento del juego: ahora puedes recolectar más monedas, si pierdes no vuelves al último lugar donde grabaste sino que inicias la sección (aunque al salir del juego si vuelves a comenzar desde tu último punto de guardado), hay un nuevo menú circular para cambiar a tus ayudantes sin tener que acudir al menú de pausa, personajes para entrenar, y medallas nuevas que permiten, por ejemplo, volver a colocar la música original del juego, aunque yo no lo haría porque las reversiones están preciosas.
Es como si fuera un parche para el juego que tan solo tardó 20 años en llegar.
¿Vale la pena entonces? Nuevamente, reitero lo que dije al principio: Es un relanzamiento que no es tan impactante como el del Mario RPG, pero Nintendo también ha hecho cosas como la colección 3D de Mario en la que son solo ROMs un poco actualizadas. Este remaster está por sobre esa media y es recomendable para quienes no jugaron el original, sobre todo porque ahora está todo en español y quieren saber cómo es que alguna vez fue el último Paper Mario realmente bueno.