La expulsión de Karadima y la renuncia de obispos cambiaron el escenario eclesiástico.
El sacerdote de la Parroquia El Bosque de Providencia nunca pensó que el otoño de 2004 marcaría el principio de su lenta caída. Que la valentía de Verónica Miranda, en ese entonces esposa de Juan Hamilton -uno de los emblemáticos denunciantes-, la llevaría a estampar la primera acusación formal contra Fernando Karadima por abusos en el seno de la iglesia.
Más de 14 años tuvieron que pasar para que la persistente batalla de las víctimas del ahora ex sacerdote lograra que el Papa Francisco decretara la expulsión definitiva de Karadima de la Iglesia.
La decisión del líder de la Iglesia, tardía para muchos, puso algo de justicia en medio del escándalo que sacude a la entidad religiosa en nuestro país, y una estocada más a la institución frente al cúmulo de denuncias por abusos sexuales a menores. Todo se suma al intrincado sistema de encubrimiento, del que se acusa a la estructura eclesiástica en todos sus estamentos.
El fallo del Vaticano, que lo declara culpable de abuso de menores y de abuso de autoridad, fue notificado a Karadima el 28 de septiembre en el Hogar San José de Lo Barnechea, a cargo de la Congregación Santa Teresa Jornet, donde vive en penitencia.
Para muchos un tardío corolario para las víctimas. Tres de las cuales decidieron, el 21 de abril de 2010, hacer la denuncia pública del hecho.
En esa oportunidad y sin pelos en la lengua, James Hamilton, José Murillo y Juan Carlos Cruz se convirtieron en los primeros en develar los abusos del ex sacerdote de El Bosque y el encubrimiento de su círculo cercano. Los "Tres Mosqueteros" provocarían la mayor fisura de la Iglesia, con consecuencias que hasta hoy se mantienen y que llevó incluso a que la Fiscalía Nacional designara persecutores en cada región para investigar los abusos.
Tanto así que a comienzos de mayo de este año los tres tuvieron una inédita cita con Francisco, quien incluso los invitó a alojarse en una residencia del Vaticano.
En el encuentro, que se produjo luego que el Papa enviara una carta a los obispos chilenos tras recibir las conclusiones del informe sobre el Obispo de Osorno, Juan Barros, realizado por el arzobispo de Malta Charles Scicluna, las víctimas de Karadima conversaron con Francisco de todo, quien incluso les pidió perdón. "Nuestro único triunfo es haberle dicho al líder de la Iglesia, al Papa, que hay una crisis y que se debe hacer algo concreto", dijo Murillo con aires de victoria.
Luego del encuentro, fueron citados los 31 obispos chilenos al Vaticano. Al final todos presentaron su renuncia.
La citación del Sumo Pontífice y la solicitud de dimisión fue la tercera en la historia de la Iglesia tras Irlanda y EE.UU. Hasta hoy son siete los obispos que desde mayo han salido de la jerarquía, de un total de 34.
Juan Carlos Cruz: "Voy a seguir peleando hasta que el cambio sea radical"
"Ha habido un cambio en 180 grados desde que hicimos la denuncia. Lo que veníamos diciendo por años, que los obispos son delincuentes. Ha habido un cambio en ciento ochenta grados y que ha quedado clarísimo este año. Que el Papa denunciara que hay cultura de encubrimiento es enorme. Que este año existan obispos y cardenales imputados es una cosa muy buena. Espero que se esté a la altura y exista una limpieza total. Estoy muy orgulloso de mi país por lo que ha sido capaz de hacer, porque el cambio es notable, pero no se puede desistir. Hay que seguir con esto. Este proceso no ha terminado y no tiene vuelta atrás.
La sociedad chilena no es tonta y los que nos querían poner el pie encima ya no lo pueden hacer más. Estoy orgulloso de mi país y voy a seguir peleando hasta que el cambio sea radical. Si hay que luchar para que haya obispos y cardenales en la cárcel, yo voy a seguir. Esto ha tenido un efecto de bola de nieve, cada vez se hace más grande y no hay quién lo pare.
Cuando me preguntan si me siento héroe, digo que no, por ningún motivo. He vivido momentos difíciles, pero hay gente más valiente que yo, que ha hablado ahora, luego de tantos años de pelea, me alegra que junto a Jimmy y José no hayamos sido una voz en el desierto, y que ayudáramos a cambiar algo espantoso, y poder cambiar la vida de otros, a pesar de los malos ratos y de los días tristes, lo haría mil veces más".
Juan Carlos Claret: "En ocho años se triplicaron las denuncias de los 105 años anteriores"
Una pausa en la escritura de su libro hizo Juan Carlos Claret para hablar con este medio sobre el escándalo de la Iglesia Católica. El líder del movimiento Laicos de Osorno señala dos cosas sobre el remezón eclesiástico. La primera es que existe una toma de conciencia por parte del colectivo, que se gatilla por el caso Karadima. "Desde 1905 hasta abril de 2010 contabilizamos 38 casos conocidos de abusos denunciados contra la Iglesia en 105 años. Eso, hasta que los 'tres mosqueteros' denuncian y hacen explotar el tema de los abusos. Luego de este hito, y hasta el 11 de abril 2018 en que el Papa pide perdón, sumamos 104 casos más. O sea, se triplicaron".
Para Claret, desde que las propias comunidades comienzan a defender a las víctimas, y dejan de ser solo "llaneros solitarios", la Iglesia "se ve obligada a reconocer a las víctimas y su legitimidad. Desde la denuncia de Karadima hasta el 2018, las denuncias se vuelven comunitarias y deja de ser una voz en el desierto". En segundo término, la crisis de la Iglesia se desencadena en Osorno por el conflicto del Obispo Barros. "Se toma otra dirección y se generan condiciones frente a nuevas denuncias. Ya no son académicos o expertos en clero. Es gente fiel y que va a la Iglesia, generó condiciones. Desde abril al 31 de octubre 2018, ya van 99 casos. Casi equipara los 8 años anteriores".
El líder de los Laicos cree que este año se ha evidenciado "que el problema está adentro de la Iglesia. La jerarquía no representa a nadie. El divorcio está adentro de la Iglesia. Por eso es importante que se vayan todos los obispos, porque han encubierto o han hecho defensas corporativas".
Concluye que aún faltan elementos para "evaluar si va existir un cambio profundo en la Iglesia o una vez que se vayan los obispos se diga que todo está arreglado".