Presidente electo de Brasil es el nuevo referente conservador en nuestra región y el gran socio de Sebastián Piñera. De hecho, La Moneda será su primera visita de estado cuando se ponga la banda.
Una puñalada al corazón de la democracia. Ese fue el sentir común cuando Jair Bolsonaro, en ese entonces el candidato con más opciones de quedarse con la presidencia de Brasil, fue atacado con un arma blanca en plena actividad de campaña.
En una tierra que por años ha gozado de buena salud política, ese acontecimiento fue una triste mancha, que si bien no impidió la victoria de Bolsonaro -quien no pudo ganar en primera instancia, pero sí en segunda vuelta-, logró instalar un clima de tensión en lo que fue todo el proceso.
El éxito del miembro del Partido Progresista de Brasil marcó un hito no sólo en su país, también en todo el continente, pues desde el 1 de enero del 2019, cuando asuma sus funciones, Bolsonaro se sumará a otros países latinoamericanos que apostaron por un giro a la derecha, bloque que encabezan Chile, Colombia y Argentina.
Controvertido
El ambiente de la elección brasileña fue muy cambiante, pero hubo un factor que acabó por definir la tendencia: el día en que se oficializó que Lula da Silva estaba impedido de presentarse como aspirante al máximo cargo.
Es que, hasta ese momento, el ex mandatario lideraba las encuestas, y su salida de las opciones hizo que la masa votante debiera replantearse su sufragio.
Y mientras muchos creyeron que buena parte de su apoyo -al menos el suficiente para ganar en las urnas- se iría derechito al candidato que lo supliría en la papeleta, su compañero en el Partido de los Trabajadores, Fernando Haddad, eso finalmente no ocurrió, ya que la retórica derechista de Bolsonaro conquistó el corazón de quienes votarían por Lula sólo por un factor prácticamente de historia y carisma.
Desde ese instante, los números a meses de la pasada por las urnas empezaron a favorecer al derechista, quien incluso se perfiló en algunos sondeos con la opción de cerrarlo todo en primera vuelta.
Puras flores
Ultraconservador y admirador de regímenes militares, como el de Augusto Pinochet, ese es a grandes rasgos el perfil con el que Jair Bolsonaro, a sus 63 años, salió a cazar votos por todo el territorio brasileño.
Sin temor a declararse opositor de varios de los movimientos más populares de estos tiempos, como los pro-aborto y la agenda LGTB, además de una agresiva estrategia en seguridad social y aspectos esconómicos, el derechista agarró vuelo, y también se ganó el apoyo y admiración de afines políticos en el continente, algo que en nuestro país corrió por parte de la UDI y de José Antonio Kast, quien hizo una campaña muy similar a la de Bolsonaro en la elección que finalmente ganó Piñera.
De hecho, Kast se transformó en uno de los mayores adherentes al estilo del brasileño. Es más, ambos se reunieron a trazar líneas de algo que es una realidad a estas alturas: el giro a la derecha que experimenta nuestra región.
Según el experto en política internacional, Israel López, "Sudamérica se pintó de celeste: la derecha cerró triunfos en Argentina, Chile, Perú, Colombia y Brasil, victorias que se conectan en el tiempo con la administración de Trump", contextualiza sobre esta tendencia.
Para el especialista, el fin de lo que define como "la marea rosa del siglo XXI", donde enmarca a los gobiernos de Hugo Chávez, Lula, Néstor y Cristina Kirchner, Evo Morales, Pepe Mujica, Tabaré Vásquez, Fernando Lugo, Dilma Rousseff, Rafael Correa y Michelle Bachelet, se destacó por "la implementación de políticas progresistas de dispares resultados".
Si bien reconoce que "el mayor acierto fue haber sacado de la extrema pobreza a millones de latinoamericanos y atender a la cuestión social", aventura que buena parte de este giro a la derecha lo marcó "el mayor error: la corrupción sistemática, pasiva y activa de los distintos actores políticos".
¿Por qué fue tema? Un mandatario que impactó a la clase política chilena
No hay medias tintas con Bolsonaro. Bueno, al menos en Chile. Es que el mandatario electo de Brasil genera controversia y polarizó a la clase política chilena. Y este fenómeno, incluso, se vive en la derecha, que mostró diferencias cuando Jacqueline van Rysselberghe, presidenta de la UDI, lo fue a visitar, un hecho que levantó plumas. Lo concreto es que lo que haga el jefe del país más grande del continente nos afectará en lo económico.