Tenía la garganta pa'l gato y claramente era el peor de los momentos para andar con la maldita carraspera. ¡Era su debut en la Quinta tras tres décadas de humor! Pero, con la fe intacta, Jajá Calderón se subió no más a darle cara al Monstruo.
De entrada, el canoso enganchó bien con los presentes, con chistes de la vieja escuela que eran ideales pa' este público anglo, que tal vez lo que necesitaba era una dosis de aquel humor.
Al estilo "cuentachistes", Jajá caminó tranquilito, con tallas que muchas veces tenían remates que rozaban lo obvio, lo evidente y, no pocas veces, lo fome... para otro tipo de audiencia, claro.
Pero era su noche, no había nada que lo pudiera frenar. Su manija la fue llevando con una mezcla entre lo retro y una inteligente manera de refrescar chistes que estaban de cumpleaños, pero que con una enchuladita servían pa' salir nuevamente al choque.
En resumen, Jajá Calderón no desentonó en una noche que estuvo totalmente pensada en un público calmadito, que no tenía intenciones de hacerse dramas, sino que de disfrutar una noche clásica de los festivales ochenteros, cuando el espectáculo pasaba sobre la concha acústica y no tanto en la marama de cosas que lo envuelven por fuera.
Lógico, porque en redes sociales este show fue vapuleado, pero para el propósito que se pensó, cumplió de manera notable.
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