Un día como hoy, pero en 2005, el Latino Heat perdió la vida luego de una falla cardíaca. Dieciocho años después, su legado permanece intacto. Aquí, honramos la vida y obra de uno de los luchadores más carismáticos y talentosos de la historia.
Parte de su círculo íntimo se convenció que desde ese instante, Chris Benoit dejó de ser la misma persona.
Pasadas las siete de la mañana, el exluchador canadiense llamó por teléfono a Chavo Guerrero para preguntarle en dónde estaban él y Eddie. La noche anterior habían acordado encontrarse a esa hora en el gimnasio de un hotel en Minneápolis, pero no lograba verlos por ningún lado. Podemos imaginar entonces a Chavo atender su celular con las lágrimas secándose alrededor de sus ojos, desgarrado, pero aún bajo dominio de la situación. A fin de cuentas es algo que iba a pasar ahora y muchas veces más en adelante. De todos modos, para atenuar el golpe, se aseguró de ser cuidadoso y le contrapreguntó a Benoit si tenía un lugar donde sentarse. Al terminar, lo único que escuchó del otro lado fue un grito visceral, lleno de dolor. De ésos que pueden romper un corazón.
Una hora y media antes, desde la recepción se comunicaron con Chavo. Le hicieron saber que aparentemente algo no andaba bien con su tío. En concreto, un guardia le dijo que Eddie Guerrero no contestó a las llamadas para despertar que él mismo había solicitado. Preocupado, Chavo fue a golpear su puerta. El seguro puesto les indicaba que en efecto alguien estaba adentro, pero no había respuesta.
Cuando cortaron el cerrojo, Chavo encontró a su tío tendido boca abajo en el baño de la habitación. Estaba en ropa interior, con el cepillo de dientes en una de sus manos. Lo agarró entre sus brazos y trató de moverlo. Le gritó hasta el hartazgo, golpeó su rostro. Intentó la respiración boca a boca. Pero Eddie no tenía apenas reacción. Según el recuerdo de su sobrino, hizo sólo un pequeño movimiento de hombro. Luego lo escuchó gargarear.
“Y de repente, en mis manos, se fue. Literalmente. Murió en mis brazos”.
La autopsia reveló una enfermedad cardíaca. Era la mañana del domingo 13 de noviembre de 2005. Eddie Guerrero falleció a los 38 años. Chris Benoit llegó al cuarto después de hablar con Chavo. Al verlo allí, sin vida, se acercó lentamente, sostuvo su cabeza y le dedicó unas palabras en voz baja. A partir de entonces, comenzó un proceso mental y emocional de odio y dolor que acabó de la peor forma.
Chris Jericho, en un capítulo dedicado a la tragedia de Benoit de la serie Dark side of the ring, ensayó la siguiente teoría:
“Creo que su destino estaba sellado el día que Eddie murió. No sé si lo sabía o no, pero creo que nadie podía salvarlo después de eso. Ni sus hijos, ni su familia, ni sus otros amigos. Yo pienso que Eddie era el único tipo”.
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En los deportes de contacto, la campana señala el comienzo y el fin de cada asalto. Señala, también, el término del combate. Un sonido con el que debió convivir prácticamente desde que tuvo uso de razón.
Eduardo Gory Guerrero nació el 9 de octubre de 1967 en El Paso, Texas, miembro de una distinguida dinastía de luchadores, tal vez la más célebre de México. Por eso mismo su destino parecía escrito: heredó el oficio familiar. Desde muy niño se dedicó a entrenar y perfeccionar sus habilidades sobre el cuadrilátero. Su padre, de hecho, cada tanto le permitía poner a prueba lo aprendido en breves combates frente a su sobrino, Chavo Jr., que se desarrollaban habitualmente en los intervalos de sus eventos. Con un repertorio que hacía de él un prodigio, a los veinte años inició formalmente su carrera profesional.
En la promoción Empresa Mexicana de Lucha Libre (hoy Consejo Mundial de Lucha Libre CMLL) concretó sus primeros suplexes en 1987 y permaneció allí hasta 1993, con performances que le permitieron inclusive estrenarse en Japón, otra de las cunas del wrestling. Registró también un breve paso por Asistencia Asesoría y Administración (Lucha Libre AAA) hasta 1994, momento en que decidió emigrar a Estados Unidos cuando Paul Heyman, entonces dueño de Extreme Championship Wrestling (ECW), lo convocó.
Habiendo colgado en su cintura dos veces el Campeonato de la Televisión y ofrecido una de las rivalidades más influyentes de la época con Dean Malenko, Eddie Guerrero dio el salto a la World Championship Wrestling (WCW). Eran palabras mayores, pero estuvo a la altura: se midió a consagrados como Ric Flair y The Four Horsemen y coprotagonizó luchas inolvidables contra futuras estrellas del negocio como Rey Mysterio, Chris Jericho, o su gran amigo, Chris Benoit. En su paso por la empresa de Ted Turner, fue campeón de los Estados Unidos y de Peso Crucero, pero de seguro lo más relevante fue la fundación del Latino World Order, facción que buscaba reunir a todos los luchadores mexicanos de la compañía frustrados por las pocas oportunidades que recibían.
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Vickie Guerrero, su viuda, cuenta en Dark side of the ring que Eddie solía lesionarse mucho. Sufría dolores insoportables a menudo, devenidos de un accidente automovilístico el día de Año Nuevo de 1999. Pero él se negaba a pedir un tiempo para recuperarse. Se convenció que en un negocio tan exigente, cinco o seis meses fuera de televisión pueden ser cruciales. Pensaba que lo más probable era que en ese período alguien tomara su lugar. Más en su escenario actual.
Eddie había firmado en enero de 2000 por la World Wrestling Federation (WWF) cansado de las promesas incumplidas de Eric Bischoff. Debutó el último lunes del mes, con los que eran sus compañeros de ruta desde hace cuatro o cinco años: Dean Malenko, Chris Benoit y Perry Saturn. Pero en su primera lucha individual se resintió del codo, de modo que fue retirado de la programación por unas semanas. En su regreso, se alió con Chyna, su Mamacita, fraguando una no menos graciosa que recordada historia que lo llevó a conseguir con su ayuda los campeonatos Europeo y luego Intercontinental.
Pero su empuje, las victorias y los títulos contrastaban con los dolores que recrudecían. Chris Jericho recuerda esa época así: “Todo lo que hacía era luchar, al punto de soportar muchos dolores físicos. Es lo que era y es lo que hacía. Pero también hay que ser honestos, había mucho alcohol y drogas para eso”.
“Eddie solía calmar esos dolores con drogas y alcohol, y se puso todo cuesta arriba”, convalida esa versión Vickie.
En tren de asegurar las cosas, o al menos ése era el pretexto inicial, Guerrero abusó sobre todo de los analgésicos. La empresa resolvió enviarlo a rehabilitación pero no pudo, o no quiso, detenerse a tiempo:
“Eddie tuvo tres ataques de sobredosis en la casa”, sincera Vickie. “En las primeras dos llamé a la ambulancia, y sólo le daban el alta en la tarde y lo enviaban a casa. A la tercera, sólo lo dejé tirado ahí. De hecho, llevé a las niñas al colegio y le dije a Dios: si te lo vas a llevar, que sea ahora, porque es algo malo en mi vida”.
Por si fuera poco, en noviembre de 2001 fue detenido por conducir en estado de ebriedad. La WWF lo despidió poco después, una noche que se presentó drogado a trabajar. Al verlo en esas condiciones, las autoridades de la compañía le comunicaron que debía irse a casa. Guerrero llamó a su esposa para contarle lo que había pasado.
En cuestión de semanas, perdió el mejor contrato de su vida y su matrimonio. Había tocado fondo.
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“Para Eddie, el wrestling lo era todo. Primero Dios. Luego, la lucha libre y la familia en segundo lugar”, recuerda con una sonrisa que denota nostalgia Vickie Guerrero.
De ahí se explica que aun sin la WWF, el mexicano arriesgara por empezar de nuevo, desde abajo. La lucha libre, su trabajo, el legado de su familia, probablemente suponía su mayor orgullo. Allí, entre las cuerdas del ring, se sabía capaz de hacer lo que muy pocos, pero el último tiempo no había podido demostrarlo. Entonces retornó al circuito indie, luchó en Ring of honor y otras promociones más pequeñas, contra CM Punk y Rey Mysterio, en tanto continuaba con su proceso de desintoxicación. Hizo lo que estaba a su alcance para rehacer su vida, y en poco tiempo llegaron noticias. Buenas noticias, digamos. Eddie consiguió otra oportunidad de su familia y de Vince McMahon.
En 2002, de regreso en World Wrestling Entertainment (WWE) los planes para Guerrero incluyeron ganar el Campeonato Intercontinental a un estelar, como Rob Van Dam, e incluso obtener una lucha titular por el Campeonato Indiscutido por primera vez en su carrera, ante The Rock, y claro, aunque él recibió el conteo de tres, las cosas pintaban distintas.
Más tarde, Eddie, ahora acompañado por su sobrino Chavo, construyó el personaje que pronto propició el mayor empuje de su carrera, si es que no su leyenda. Adoptó el siguiente lema: I lie, I cheat, I steal. Yo miento, engaño y robo, admitía sin vergüenzas, de cierto modo incorporando elementos de su vida privada a sus propias historias in-ring.
Al público le encantaba eso, se sentía real que en cada lucha el mexicano hiciera de las suyas, con divertidas dinámicas que incluían a los árbitros, a Chavo y a sus rivales. En poco tiempo, se convirtió en una especie de fábrica mayorista de trampas al servicio del espectáculo. Y su vínculo con los fanáticos, sumado a su habilidad innata, hicieron de él alguien capaz de asumir un rol más importante.
2004, de hecho, fue tal vez el año cumbre en la trayectoria de Guerrero. Mientras su amigo Chris Benoit se llevaba el Royal Rumble para desafiar a Triple H por el Campeonato Mundial de Pesos Pesados, él conquistó una batalla real de quince luchadores para conseguir una oportunidad por el Campeonato de la WWE. Por primera vez en diecisiete años, Eddie era considerado main eventer. En febrero, durante No Way Out, la última estación previa a Wrestlemania, respondió a esa confianza levantando el título máximo de la compañía luego de una inesperada victoria sobre un tipo que parecía imbatible, como Brock Lesnar.
Luego, para hacer más emotiva la coronación, cuando su viejo amigo Benoit obtuvo el título en la vitrina de los inmortales, Eddie subió al cuadrilátero a modo de sorpresa para abrazarlo y culminar su historia de underdogs, dos hombres que por su tamaño parecía difícil que algún día pudieran llegar adonde estaban y que, como prueba, tardaron casi dos décadas en conseguirlo. “Yo y Nancy (Benoit) lloramos, las niñas estaban emocionadas…, podías ver el confeti y los fans aplaudiendo de pie”, subraya Vickie cuando rebobina la historia hasta la noche del 14 de marzo de 2004 en el Madison Square Garden de New York. De no ser por lo que sucedió con el canadiense más adelante, esa postal de ambos, tengan por seguro, ocuparía un lugar mucho más especial en la historia de WWE.
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El 11 de noviembre de 2005 Eddie Guerrero luchó por última vez. Fue contra Mr. Kennedy, a quien derrotó para ganar un lugar en el equipo de Smackdown que lucharía en Survivor Series.
Dos días después, de golpe, perdió la vida.
Al día siguiente, en RAW, se homenajeó su obra en un programa emotivo como pocos en la historia de la compañía. Una de las particularidades es que esa noche ningún luchador estaba obligado a combatir, pero varios amigos de Eddie resolvieron subir al ring para enseñarle su respeto y despedirse. En los intervalos, aparecían ellos frente a la lente de la cámara para dedicarle algunas palabras, recordar algún momento. Decirle lo mucho que lo querían.
“El homenaje que le hizo la WWE no pudo haber sido mejor”, sostiene Vickie. “El escenario estaba repleto con todo el personal. Pero sólo puedo recordar a Chris, él sólo lloraba…”.
En efecto, Benoit estaba roto. Al momento de pararse frente a la cámara, un tipo reconocido por su dureza, por prácticamente nunca dejar al descubierto sus emociones, no pudo dejar de llorar: “Ahora me doy cuenta de que te amo y te extraño —dijo en aquella oportunidad—, y de corazón te digo, que te amo y que nunca te olvidaré. Nos volveremos a ver”.
Hablaron también John Cena, Shawn Michaels, Rey Mysterio y Batista. Los homenajes continuaron en Smackdown y trascendieron a la WWE: hubo un programa dedicado a su carrera en Ring of honor y TNA (Total Nonstop Action) hizo lo propio con su PPV Genesis.
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Eddie Guerrero fue inducido merecidamente al Salón de la Fama en 2006. Su legado perdura hasta la actualidad en WWE, a través de diferentes luchadores e historias.
Basta con ver, por caso, cada lunes en RAW a Dominik Mysterio, hijo de Rey, quien recoge su movimiento final, la estética del Latino Heat y el recordado ángulo con Chyna, aunque a quien él llama su mamacita es a Rhea Ripley.
Precisamente su soberbio Frog Splash, los lowriders, las trampas y su conexión con el público, su ¡Viva la raza! siguen robando los corazones de millones de fanáticos alrededor del mundo.
A dieciocho años de su muerte, Eddie permanece en la memoria de cada fanático del wrestling.
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