En todo pueblo o ciudad habita una mujer con muchos gatos. Este tipo de comportamiento resulta tan común que se las denomina, de manera algo peyorativa, como la "loca de los gatos". Incluso derivó en un estereotipo que aparece hasta en la serie animada Los Simpson.
Uno de los casos más extremos puede encontrarse en California, Estados Unidos, donde Lynea Lattanzio fundó en su casa The cat house on the kings, un centro especializado en rescatar animales en situación de calle.
Todo comenzó en 1992, cuando su padre le pidió ayuda para encontrar nuevos gatos. Ella fue hasta un refugio de animales de la zona y regresó con 15.
En la actualidad convive con más de 1100 en su propiedad de casi tres hectáreas, aunque ya pasaron por allí alrededor de 28 mil. Como se quedó sin lugar para ella en su hogar, debió mudarse a una casa rodante.
"Estoy en el tope de la lista de las excéntricas 'locas de los gatos'".
"Cuando comencé todo salía de mi bolsillo. Gasté el dinero de mi jubilación, vendí mi auto y hasta mi anillo de casamiento", comentó Lattanzio.
Salud mental
Un trabajo exhaustivo realizado por investigadores del Centro Médico Académico de Amsterdam, Países Bajos, recopiló más de 50 estudios que involucraban diferentes problemas de salud mental y la propiedad del gato.
Luego del entrecruzamiento de datos descubrieron que las personas infectadas con el parásito T. gondii -responsable de la toxoplasmosis- tenía casi el doble de probabilidades de desarrollar esquizofrenia que una persona que no era portadora.
Esta conclusión llegó para confirmar un viejo estudio del doctor Robert H. Yoklen de la Escuela de Medicina de Baltimore Universidad Johns Hopkins, quien en 1982 había revelado que las personas que tenían un gato durante la niñez fueron diagnosticados con enfermedades mentales más tarde en la vida.
En ese momento, el trabajo de Yoklen había recibido críticas por ser estadístico: "El estudio en realidad no prueba que el parásito puede causar enfermedad mental. Simplemente plantea la hipótesis de que existe un enlace débil entre tener un gato en la infancia y más tarde el desarrollo una enfermedad mental".
Por su parte, Joanne Webster, patóloga y profesora honoraria de la Imperial College London’s Faculty of Medicine, rechazó la posibilidad de que los parásitos T. gondii, que se encuentran en las heces de los gatos, puedan ser los responsables del desarrollo de afecciones a la salud del cerebro.
"Las personas que tuvieron toxoplasmosis apenas muestran cambios en la conducta. Existen muy pocos casos en que las personas hayan desarrollado esquizofrenia y otros trastornos asociados con niveles dopamina alterados, como el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC), déficit de atención trastorno de hiperactividad y trastornos del estado de ánimo, como para concluir que una enfermedad puede ser la raíz de las otras", dijo.
Razones emocionales
El director del Centro para la Neuropsicología y Ciencias del Comportamiento Forense de Nueva York, Naftali Berrill, también sostuvo esta teoría.
Para Berrill las personas que sufren el Trastorno Esquizoide de la Personalidad (TEP) se inclinan por relacionarse con muchas mascotas por razones emocionales.
"Hay personas que tienen muchas dificultades para relacionarse con sus pares. Ellas satisfacen la necesidad que todos los humanos tenemos por el afecto teniendo vínculos muy fuertes con sus mascotas", explicó Berrill.
Para Berrill, además, resulta común que las personas que posean signos depresivos se conviertan en "amigas devotas de sus mascotas" y que "no existen razones para preocuparse, por más raro que este comportamiento parezca para los demás".
"La única vez que debe alarmarse es si la persona deja de ser funcional, está gastando dinero en los animales domésticos que debería gastar en sí misma, si vive en condiciones insalubres o los animales domésticos se están reproduciendo de manera incontrolable", explicó Berrill.