Los balleneros japoneses cazaron 333 ballenas en el océano Antártico al cabo de la campaña de caza iniciada en diciembre pasado, indicó este jueves a la AFP la agencia japonesa de pesca.
Los barcos regresaron en la mañana del jueves al puerto de Shimonosek (suroeste), una de las principales bases de balleneros, de la cual habían partido a comienzos de diciembre.
Los nipones habían zarpado en diciembre de 2015, tras un año de suspensión de la caza, aprovechando una falla en la moratoria mundial de 1986 que tolera la investigación letal en los mamíferos.
Japón invocó objetivos científicos para esta campaña de caza, pero es sabido que la carne de ballena termina en la mesa de los japoneses.
Paralelamente a la caza, los pescadores llevaron a cabo investigaciones no letales, que incluyen la extracción de muestras de piel y la fijación de sistema GPS en algunos ejemplares para "estudiar los itinerarios de migración", dijo a la AFP Hiroyuki Morita, uno de los responsables de la agencia japonesa de pesca.
El consumo de carne de ballena es una tradición en Japón, país de pescadores que caza la ballena desde hace siglos. La flota ballenera se desarrolló mucho después del fin de la Segunda Guerra Mundial, cuando Japón sufría hambre.
Sin embargo, la degustación de esa carne blanca que se parece a un bife de vaca disminuyó a medida en que la economía japonesa se convertía en una de las más prósperas del mundo.