Fiebre, anorexia, y sangrado nasal son solo algunos de los síntomas que pueden afectar a tu mascota tras la picadura de un mosquito infectado.
La leishmaniasis visceral en mascotas se trata de una enfermedad grave que puede afectar tanto a animales como a seres humanos.
Esta enfermedad es producida por un parásito microscópico llamado Leishmania chagasi, el cual puede estar en mosquitos.
Según indica la Organización Panamericana de la Salud, cada año se registran 3.500 casos de leishmaniasis, ocasionando una tasa de letalidad del 7%.
Esta enfermedad, mayormente cutánea y visceral, se puede detectar en las regiones de América del Sur, América del Norte, Asia y África; tanto en zonas rurales como en urbanas.
¿Cómo se contagia?
La infección de la leishmaniasis es producida tras la picadura de un insecto llamado flebótomo que ya se encuentra infectado por el parásito.
Este insecto es un poco más pequeño que un mosquito del que normalmente conocemos que se desarrolla en agua estancada.
Junto a ello, este particularmente se destaca por estar completamente cubierto de vellos se crean dentro de la materia orgánica, requiriendo de un ambiente completamente oscuro, húmedo y fresco. Usualmente su actividad es durante las noches, instancia en la que puede picar tanto a seres humanos como mascotas, transmitiéndoles la enfermedad.
Principales síntomas
En el caso de mascotas, los síntomas más comunes y visibles son las lesiones en la piel, úlceras, adelgazamiento exagerado, fiebre, inflamación del hígado, ganglios y anemia.
En estos casos, se debe tener más precaución ya que el parásito de este insecto puede permanecer en nuestros peludos por meses y periodos largos de tiempo, lo que puede ser también contagioso para otros animales.
Por otro lado, en el caso de los seres humanos, esta enfermedad se puede evidenciar con los síntomas de una fiebre irregular, agrandamiento del abdomen y adelgazamiento, al igual que los animales.
¿Cómo prevenir leishmaniasis?
Una de las medidas de seguridad más efectivas en contra la leishmaniasis es la utilización de pesticidas y repelentes.
Por otro lado, en las instancias en las que saquemos a pasear a nuestras mascotas se recomienda evitar sacarlos al aire libre durante la noche.
Mantener limpio nuestros patios y jardines, libre de residuos y material fecal de los animales, son la mejor forma de mantener a nuestros peludos libre de características que puedan ser llamativas para la reproducción de este peligroso parásito.
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