Esta es mi última columna de 2016 y me gustaría contarles mi punto de vista sobre los animales abandonados.
Estos animalitos se han convertido en parte del paisaje urbano, así como un poste de luz o un aviso; pasan indiferentes ante la mayoría de las personas que inmersas en su rutina no se detienen a pensar que son vidas. Es importante señalar que me refiero al común de los mortales, no a las organizaciones que tanto hacen por ellos.
Me he puesto a hacer tantas veces un parangón entre aquellos humanos que piden dinero en las esquinas y duermen en las calles, pero si tan solo abriéramos los dos ojos -como siempre me dice mi mujer-, nos daríamos cuenta que mientras pasas por un parque, manejas tu auto, andas en bicicleta o simplemente paseas, ellos están allí.
Enroscados en el pasto, caminando sin rumbo sedientos o esperándote a la salida del supermercado moviéndote la cola para ver si logran conseguir algo de alimento.
Acoge a los abandonados
No estoy diciendo nada nuevo, es verdad, pero es una realidad que esta vez no voy a criticar, ni voy a enrostrar a ninguno de los estamentos que debieran estar impidiendo hace muchos años que esto siga sucediendo.
Esta vez solo quisiera decirte amigo lector que la mejor forma de empezar el año es acoger en tu hogar a una de estas criaturas.
Comamos lentejas, comamos uvas, demos una vuelta a la manzana con las maletas a cuestas. Pero la mejor manera de comenzar un nuevo ciclo para mi es comenzar ejerciendo acciones concretas desde el corazón. Acoge y dale un hogar a una criatura abandonada.
Feliz 2017 para ustedes y gracias por su lectoría este año.