Ya en los tiempos del Papa Juan Pablo II la espiritualidad de los animales era todo un tema. En esa época, la autoridad máxima de la iglesia católica, cerró todo atisbo de polémica asegurando en 1990 que, tanto los hombres como los animales, tenían alma.
Sin embargo, todo quedó en cerapio el 2008 luego que el anterior Papa, Benedicto XVI, se fuera en la dura al afirmar que ninguna mascota peluda, semipeluda o pelada, tenía espíritu y que, por eso, la posibilidad de irse al cielo de los animalitos, junto a tatita Dios, era una falacia, oeh.
El discurso fue un tremendo mazazo para los animalistas, en especial para los peques, quienes el jueves 11 de diciembre se robaron la película ante el actual Sumo Pontífice de los católicos: el argentino Francisco I.
La cosa fue más o menos así, según consignan los apóstoles del The New York Times. En una de las tantas apariciones públicas del Papa Pancho, un pequeño se le acercó muy compungido para preguntarle que onda con las mascotas, en especial su perrito, recién fallecido. El atado, según sapea el diario gringo, fue que el chiquillo no podía creer que su adorado can no tuviera un espacio junto a Dios, la virgen María, Jesús y todos los hombres buenos que, al fallecer llegaron al cielo.
Y como el Papa Pancho lo que menos tiene es ser un líder religioso de libretos armados, le aseguró al pequeñín que su perrito sí tenía un espacio -y bien grande- en el cielo.
"Un día, nosotros podremos mirar a nuestros animales ante la eternidad de Cristo. El 'Paraíso' está abierto para todas las criaturas de Dios", fue la sentencia de Francisco I, la que por estos días tiene saltando en una patuleca a todos los amantes de los perrunos y fervientes seguidores del catolicismo.