Hace unos días los amantes de las arañas caminaban por las paredes de la pura emoción tras enterarse del ''hallazgo'' de una nueva especie en nuestro país: la Steatoda nobilis, conocida en el ambiente como la venenosa y falsa ''viuda negra''.
Sin embargo, el carnaval les duró la nada misma y el cotillón se lo debieron guardar, pues dicha especie tiene varias generaciones en nuestro país.
La pulenta la soltó el entomólogo Alfredo Ugarte, quien le señaló a La Cuarta que ''esta araña es más vieja que el hilo negro, tiene más años que yo''.
Para el bichólogo, esta confusión se produjo porque en el mundo científico se anuncian los descubrimientos cuando ya se les puede dar la descripción a las especies. “Pero esta especie tiene más de 50 años en Chile e incluso más”, dateó.
Conocida
La confusión respecto a su hallazgo se debe a que los investigadores chilenos Daniela Mardones y Álvaro Zúñiga publicaron en la revista The Canadian Entomologist su descubrimiento y soltaron que ''el veneno (de la Steatoda nobilis) es muy similar al de la viuda negra''.
Los científicos explican que el tóxico transmitido al picar a sus víctimas “es neurotóxico, afecta directamente al sistema nervioso. Si bien no es tan complicado como el de la ''viuda negra'', es doloroso y tiene ciertos efectos que son similares, como sudoración, fiebre en algunos casos, paralización del lugar de la mordedura y otros''.
Pero eso no urge a los médicos, pues están al tanto de todos sus efectos e incluso conocen el antídoto para el veneno. ¿La razón? Es prima de la araña del trigo y de la poto colorado, dos de las más brígidas que hay en el país, y antes se llamaba Steatoda SP.
''En Chile, las picaduras de esta especie son poco comunes. Pero en caso de que llegue un paciente, se le realiza un tratamiento sintomático con una dilución por suero y relajante muscular'', nos dateó el doctor Miguel Ángel Marchesse, subdirector del Hospital Clínico de la Mutual de Seguridad.
El ''dostor'' concluyó que las picaduras de esta ''tienen un bajísimo riesgo mortal''.
¡Así que a no urgirse, cabros!
