"Creo que seré gato toda mi vida", asegura la joven noruega, identificada solamente como Nano, quien desde hace cuatro años está convencida de que en realidad es un felino en un cuerpo humano.
Tan así es la cosa, que la lola de 20 años no sólo jura que "me di cuenta que era un gato cuando tenía 16 años", sino que según ella puede comunicarse maullando y posee una visión nocturna que le permitiría cazar un ratón".
También contó qué sensaciones atraviesan su cuerpo cuando se enfrenta a un perro en la calle: "A veces siseo cuando veo a uno. Es porque su comportamiento y mi instinto automáticamente reaccionan". Y añade: "Nací en la especie equivocada", mientras relata que duerme en lugar insólitos para un humano, como sobre un almohadón o en el lavabo. "Es obvio que soy un gato cuando empiezo a ronronear y a maullar y a caminar en cuatro patas", concluyó.