Isabel Margarita Llanquimán se aburrió de trabajos esporádicos y decidió buscar estabilidad. Con una de sus hijas en situación de discapacidad, esta mujer de 36 años entró al rubro de la construcción para ayudar a su familia y tener mayor tiempo para ella.
Presentado por
El rubro de la construcción se está abriendo cada vez más a las mujeres, que tienen motivos de sobra para dedicarse a la amplia oferta de trabajo y capacitaciones que se ofrecen. Razones hay muchas, desde una mayor independencia hasta mejores ingresos, pero la aspiración de Isabel Llanquimán fue especial.
Esta mujer de 36 años, madre soltera y oriunda de La Cisterna, tuvo un motivo que la empujaba a atreverse. Cansada de horarios eternos y trabajos esporádicos, Isabel deseaba una mayor estabilidad para ayudar a su hija menor (7), quien se encuentra en situación de discapacidad.
Y así fue. El año 2019 Isabel se capacitó como técnica en redes de gas e instalación sanitaria, fue certificada por la SEC y ya lleva un año trabajando en el rubro.
"Fue un desafío personal que me hice. Antes trabajaba como cajera, cuidaba a mis hijas, pero necesitaba más tiempo. En mi rubro ahora me hago mi propio horario, soy independiente y puedo acompañar a mi hija al médico o a sus terapias", afirma.
Pero el comienzo no fue fácil. En su curso de capacitación, Isabel era la única que no tenía ninguna experiencia previa con la construcción, a diferencia de sus compañeros. "Me costó el principio, era todo nuevo para mí. No sabía nada, pero tuve el apoyo de los profes que me ayudaron harto", señala.
Pese a lo complicado que fue el comienzo, Isabel a pura disciplina sacó el curso adelante y logró la certificación de la SEC. Hoy ya se encuentra inmersa en el mundo laboral y sus clientes y clientas se lo agradecen.
"En mi primer trabajo me dijeron anda a ver un cliente. Al principio estaba nerviosa, obvio. Era mi primera experiencia en domicilio, pero lo hice bien y la persona quedó muy satisfecha con mi trabajo", relata.
Confianza con sus clientas
Aunque acota que ahora en su mayoría son mujeres las que la contactan por sus servicios. "Ellas confían mucho en mí, porque muchas viven solas y no se atreven a dejar entrar a un hombre. Estoy en diversos grupos de mujeres y me van contactando por ahí", cuenta.
"Me siento muy gratificada por mi trabajo. Hay un trato muy amable con mis clientas, y también estoy muy satisfecha con mis ingresos. De esto se puede vivir bien y puedo mantener sola a mis hijas", afirma orgullosa.
Pero Isabel Llanquimán no se conforma, y pese a que el trabajo hoy en día le sobra, incluso en pandemia, quiere seguir mejorando y profesionalizarse. "Me proyecto mucho en el rubro. Me encantaría tener más herramientas y perfeccionarme más. Me apasiona todo lo de la construcción", finaliza.