"Cuando empecé era pollita, cualquiera me mandaba, pero después saqué personalidad y me hago respetar en el trabajo", cuenta Judith Umaña (25).
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Desde niña siempre vio a su papá trabajando como camionero. Lo admiraba y quería ser como él. Por eso Judith Umaña (25) siempre se sintió atraída por los fierros y las máquinas. Fue su máxima aspiración.
Por eso no fue extraño que en su adolescencia haya entrado a trabajar en un taller mecánico. Le gustaban las tuercas, pero no le satisfacía. Ella buscaba algo más. Así que vio una oportunidad y no dudó en atreverse.
"Un día vi a un caballero afuera de mi casa con una retroexcavadora. Le dije si me enseñaba y me contestó que sí. Luego fui a sacar la licencia y me lancé", indica Judith, quien en ese época tenía solo 19 años.
"En ese tiempo yo estaba comprometida con mi ex marido. Él no quería, así que lo hice a escondida. Junté plata para sacar mi licencia y nadie supo en ese momento", agrega.
Sus comienzos en el rubro no fueron fáciles. Como en todo trabajo, tuvo que esforzarse y demostrar sus capacidades. "Al principio ganaba poco, pero me sirvió para ganar experiencia. Estoy agradecida de eso. Después me empezaron a dar labores y obras más grande porque fui demostrando que soy buena", afirma.
"Cuando empecé era pollita, cualquiera me mandaba, pero después saqué carácter y personalidad. Ahora yo digo 'soy la operadora y manejo la máquina', sé como hacer el trabajo y nadie se puede meter", añade.
Consejos
Con sus más de seis años de experiencia arriba de maquinaria pesada, esta joven de San Bernardo entregó algunos consejos a toda persona que se esté iniciando en el rubro.
"Para partir es mejor ser lento pero seguro, nadie te puede apurar. Porque después si pasa un accidente tú eres el culpable porque vas arriba de la máquina. Es un trabajo de mucha responsabilidad. Hay que tomar todas las medidas de seguridad", recomienda.
Y es que durante esos seis años de trabajo arriba de una retroexcavadora ha pasado por todo. Desde trabajar en un relleno sanitario, hasta meterse a un río con toda la dificultad que eso representa.
"Una vez tuve que meterme a un curso de agua para hacer una plataforma en el fondo. Habían muchos trabajadores que se mareaban y les daba miedo, pero yo aguanté. Me sentía segura y lo hice", cuenta orgullosa.
Judith Umaña no tiene dudas de que el rubro que realiza es su pasión. A su corta edad tiene tres hijos y se separó de su ex marido hace un año, por lo que ahora trabaja más y tiene esa independencia que antes no tenía.
"Salí adelante y ahora lucho sola con mis hijos. Nadie me regala nada. Mis padres están en el sur y una vecina cuida de mis retoños cuando no estoy. Mi sueño ahora es poder adquirir mis propias máquinas y tener aún más independencia", finaliza.