La curicana Mariela Peredo tiene doble trabajo, pero la construcción es su pasión y lo que más ama. Todo su esfuerzo va dirigido para ayudar a su familia.
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Si personificamos la palabra esfuerzo, probablemente Mariela Peredo (56) sería una excelente candidata. Nacida en Curepto, Región del Maule, vivió una infancia alejada de las grandes ciudades.
Siendo mayor, miraba con deseo el capacitarse en el mundo de la construcción, tema que siempre le llamó la atención gracias a su papá. Sin embargo, no le alcanzaba el dinero para estudiar.
"Cuando salí de cuarto medio, me fui a Santiago para estudiar Tecnología de la Construcción, pero no me alcanzaba la plata que ganaba en ese momento, así que tuve que dedicarme a otras cosas. Pero siempre me ha gustado la construcción, y me siento feliz haciendo este tipo de trabajos", relata la maestra.
Así fue como Mariela trabajó en diversos rubros, siendo enfermera y garzona en su momento, todo para poder alimentar y mantener a su hija. Su puerta a la construcción fue su emprendimiento, en el que se dedicó a vender pastelitos de Curacaví por casas y oficinas, tiempo en el que aprovechó de ofrecer sus servicios como maestra de construcción, rubro en el que ya lleva 15 años.
"Hoy puedo ampliar y hasta terminar una casa con mis conocimientos. De hecho, actualmente estoy terminando el segundo piso de una casa en Curicó, y he ido hasta Santiago a hacer trabajos junto a algunos contratistas", cuenta Peredo.
El esfuerzo sigue siendo su manera de vivir
En la actualidad, Mariela Peredo vive en Curicó, y es uña y mugre con su hija. Además, tiene tres nietos que le roban el corazón. Por ello es que día a día se esfuerza con doble empleo para ofrecerles siempre lo mejor.
"Embalo las frutas en los packing, porque es un sueldo que tengo seguro. Tengo que pagarme la AFP, llevar las colaciones, pagarme mis viajes para trabajar en construcción, que es otro ingreso", narra.
"Me ha tocado duro, pero siempre tiro para arriba. Lo que me ha dado fuerzas para salir adelante es siempre querer ser alguien en la vida, y luchar porque mi hija y mis nietos no pasen tantos sufrimientos como los he pasado yo. Si es que me voy de este mundo, quiero que ellos puedan vivir tranquilos", agrega.
"Hay que atreverse a hacer lo que a uno le gusta"
Mariela desea que muchas más mujeres comiencen a trabajar en el mundo de la construcción, ya que pueden aportar con inteligencia, detallismo y responsabilidad.
"Ojalá que muchas mujeres y jovencitas no tengan que trabajar en cosas que puedan ser denigrantes, la construcción las está esperando. Esto es un arte maravilloso", señala Peredo.
Para aquellas mujeres que aún no se atrevan a dar el paso para trabajar en construcción, la maestra indica que "hay que atreverse a hacer lo que a uno le gusta, porque ahí uno se realiza y hace las cosas mejor, Así se forma la ilusión y la esperanza de vida de salir adelante y luchar por algo que uno quiere", finaliza.