Patricio Gálvez reveló que sus nietos estaban "muy felices" y que gritaron de júbilo al volver a Gotemburgo, donde residían sus padres.
Patricio Gálvez, un chileno residente en Suecia, llegó hoy en Gotemburgo (oeste) con sus siete nietos, huérfanos de yihadistas, un mes después de viajar a Siria para rescatarlos del campamento de refugiados de Al Hol.
Los niños, de entre 1 y 8 años, fueron trasladados al campo de Al Hol tras la caída, a finales de marzo, de Al Baguz, el último bastión del califato creado en el norte de Siria e Irak por el grupo terrorista Estado Islámico (EI), al que se habían unido sus padres después de abandonar Suecia.
Las autoridades kurdas que controlan la zona autorizaron la semana pasada, tras una negociación con Suecia, el traslado de los niños a Irak para reunirse con su abuelo, someterse a exámenes médicos y realizar los últimos trámites burocráticos.
"El viaje ha ido bien, han estado tranquilos. Ahora nos vendrá la policía a buscar y nos trasladarán a las oficinas de los servicios sociales", declaró Gálvez a la televisión pública sueca SVT en el aeropuerto de Gotemburgo.
Reveló que sus nietos estaban "muy felices" y gritaron de júbilo al volver a Gotemburgo, donde residían sus padres, una sueca de origen chileno y Michael Skråmo, un yihadista noruego-sueco conocido por los vídeos en los que invitaba a otros compatriotas a unirse al EI y cometer atentados en Suecia.
Otros niños
La historia de Gálvez ha recibido mucha atención en los medios suecos y ha provocado un intenso debate político sobre la necesidad de rescatar a los entre 60 y 80 niños de origen sueco y huérfanos de yihadistas que se encuentran en campamentos sirios, algo que sí han hecho otros países con sus nacionales.
El Gobierno sueco se mostró inicialmente reacio a actuar, pero acabó modificando su postura, aunque resaltando que cada caso debía ser tratado de forma individual.
"Son unos cobardes que no respetan la convención internacional de los derechos de los niños. Hoy no se trata de pasaportes ni de documentos consulares. Se trata de una acción humanitaria", declaraba Gálvez en conversación con Efe el mes pasado ante las reticencias iniciales de Estocolmo.
Gálvez, de 50 años y que reside en Suecia desde hace tres décadas, lamentaba las dificultades de movimiento y comunicación en la zona, la falta de ayuda y el mal estado físico de varios de sus nietos, a quienes pudo visitar unas horas en Al Hol.
Skråmo y su esposa, ambos convertidos al islam, viajaron de vacaciones en 2014 a Turquía con sus cuatro hijos -tuvieron tres más luego- y de allí se desplazaron a Siria para unirse al califato.