Al barbón ya le habían pegado la desconocida en Pakistán

Tras la caída del régimen talibán en Kabul a finales de 2001, Osama bin Laden tuvo que huir hasta las áreas tribales de Pakistán, donde el apoyo inicial que le brindaron varias facciones locales fue decreciendo con el paso de los años.

"A pesar de que mantenía su aura de héroe y de ser una inspiración ideológica, para algunos grupos Bin Laden se había convertido en una carga y cada vez tenía menos respaldo", dijo a Efe el director del Instituto paquistaní de Estudios de Paz, Amir Rana.

Bin Laden, miembro de una acaudalada familia saudí, aprovechó al principio su potencial financiero para apoyar a los grupos insurgentes en la convulsa frontera afgano-paquistaní, lo cual fue determinante para que lo recibieran con los brazos abiertos.

"En los últimos años ese apoyo económico de Bin Laden había disminuido y posiblemente eso ayudó a que el apoyo de los grupos talibanes y otros militantes también decayera", justificó Rana.

El fundador de Al Qaeda inició su lucha en Afganistán a finales de los años ochenta financiando las actividades de las milicias que se oponían a la presencia soviética en tierras afganas (1979-1989).

Tras volverse cada vez más crítico con la postura de algunos países musulmanes ante la Guerra del Golfo (1991), lo cual le acarreó la pérdida de la nacionalidad saudí, Bin Laden intentó orquestar su lucha contra Occidente primero desde Somalia y luego desde Sudán. 

Por ese entonces, las autoridades estadounidenses ya lo consideraban responsable de diversos atentados contra sus intereses en varias partes del mundo. 

Las presiones de Washington sobre el régimen sudanés le obligaron a exiliarse de nuevo y volvió en 1996 a Afganistán, donde entonces ya gobernaban los talibanes, para ampliar sus actividades y ayudar a crear en ese país un santuario de la yihad islamista internacional.

Los acontecimientos del 11-S (2001) y la posterior intervención militar liderada por Estados Unidos en Afganistán obligaron a Bin Laden primero a refugiarse en las montañas cercanas a la frontera con Pakistán y luego a cruzar al Estado vecino.

"En los últimos años ha habido muchas especulaciones sobre su paradero, pero se sabe que recibió desde su llegada a Pakistán apoyo de grupos tribales y facciones talibanes", recordó el analista Rana.

A pesar de las recompensas ofrecidas por su captura, Bin Laden pudo eludir así los intentos de las fuerzas paquistaníes y los servicios secretos occidentales por seguir su rastro, bien protegido por una guardia pretoriana de seguidores, muchos de ellos árabes.

"Las autoridades paquistaníes, a pesar de las tensiones con Washington, acosaron a Al Qaeda y a sus líderes, a quienes vieron casi siempre como una amenaza", afirma la experta paquistaní Amina Khan, del Instituto de Estudios Estratégicos de Islamabad.

La presencia o no de Bin Laden y sus seguidores en suelo paquistaní fue siempre, no obstante, uno de los principales focos de tensión entre los gobiernos de Pakistán y Estados Unidos, especialmente tras la llegada de Barack Obama a la Casa Blanca.

En su primera visita a Pakistán como secretaria de Estado, en julio pasado, Hillary Clinton situó a Bin Laden y al líder de los talibanes afganos, el mulá Omar, en territorio paquistaní, lo cual fue inmediatamente desmentido por Islamabad.

Los analistas coinciden en pensar que Al Qaeda contaba con apoyo en algunos sectores paquistaníes, especialmente en las complejas áreas tribales, pero más tarde también surgieron brechas entre los talibanes afganos y los movimientos insurgentes autóctonos.

Esa división se intensificó con la creación de los talibanes paquistaníes -TTP, siglas en urdu-, cuya agenda difería de sus compañeros afganos y de la propia Al Qaeda, más preocupada por dar a su lucha contra Estados Unidos una dimensión más global. EFE 

COMPARTIR NOTA