En junio, mientras realizaban una expedición por un bosque del estado Georgia, dos gringos encontraron el cadáver del mítico Pie Grande.
Completamente sobrios, Matt Whitton (31) y Rick Dyer (28) contaron que el eslabón perdido entre los monos y el ser humano mide más de dos metros y pesa 270 kilos. Para su preservación metieron el cadáver a un refrigerador y subieron las borrosas fotos a su página de internet.
Los compadres juran que le realizaron un examen de ADN que demostraría que se trata de una especie nueva. Pero según Curt Nelson, científico de la Universidad de Minnesota que realizó los análisis genéticos, una de las muestras es de un cuerpo humano y la otra coincide en un 96% con el perfil genético de una zarigüeya. ¡Plop!
¡CHANTAS!
Dentro de la comunidad científica nadie les compró la historia del mono gigante y muchos los agarraron para el chuleteo, teorizando que sería nuestro amigo, el Chupacabras.
El profesor de anatomía y antropología de la Universidad de Idaho, Jeffrey Meldrum, los basureó en el suelo. Dijo que "soy extremadamente escéptico respecto de esto. Creo que las fotos echan un gran manto de duda sobre sus afirmaciones. Parecen de un simple disfraz con algunas tripas falsas encima".