El fallecido cantante pop, quien falleció a los 50 años producto de una sobredosis, se encontraba en un deplorable estado físico.
El 25 de junio de 2009 Michael Jackson falleció producto de una sobredosis de propofol en su casa de Los Ángeles. Su deceso provocó un fuerte llamado de conciencia sobre las consecuencia que existen al administrarse medicamentos en exceso.
Casi 11 años han pasado de ese hecho y este jueves se conocieron escabrosos detalles de la autopsia que recibió el intérprete de "Thriller". Según publicó The Sun, el músico tenía pastillas parcialmente disueltas en el estómago y se reveló que comía solo una vez al día. Lo que generó que estuviera al borde de una anorexia.
"Era piel y hueso, se le había caído el pelo y no había estado comiendo más que pastillas cuando murió", señaló una fuente al citado medio. "Las marcas de inyección en todo el cuerpo y la desfiguración causada por años de cirugía plástica demostraron que su declive en sus últimos años", complementaron.
La autopsia a Michael Jackson
Además, sus caderas, muslos y hombros estaban con hematomas producto de los constantes pinchazos que recibía. Analgésicos suministrados por su médico personal Conrad Murray, quien fue declarado de homicidio involuntario por administrar de mala manera un calmante.
Por su parte, los labios del cantante habían sido tatuados de color rosa, mientras que sus cejas eran tatuajes negros. Estaba calvo y había sido tatuado de color negro su cuero cabelludo para simular la calvicie. También ocupaba peluca.
Sus rodillas estaban magulladas y tenía múltiples cortes en su espalda. Su cuerpo también estaba manchado, lo que confirma que sí padecía vitiligo.