"Vine a enterrar los vestigios de la Guerra Fría", fue la frase con que el Presidente de Estados Unidos, Barack Obama, se ganó una ovación de la barra cubana tras el primer discurso que un mandamás gringo realiza en la tierra de los barbudos.
Con evidente emoción por el histórico momento que protagonizó, el caporal de Yuesei quiso aclarar de una el motivo de su visita, logrando amplia aceptación entre los más de mil jóvenes y funcionarios que llegaron a escuchar sus palabras en el famoso Gran Teatro de La Habana.
Ante la presencia del Presidente cubano, Raúl Castro, y en una transmisión sin censuras que pudo seguir todo el país en vivo y en directo a través de la radio y televisión locales, Obama dejó las puertas más que abiertas para dejar en el pasado la mala onda entre ambas naciones, distantes a pocos kilómetros.
Eso sí, el capo de Gringolandia no se fue por las ramas y en su discurso dijo sin atados que "el futuro de Cuba tiene que estar en manos del pueblo cubano".
Y agregó que "todas las personas deben tener el mismo peso ante la ley y que los ciudadanos tengan derecho a libertad de expresión, a criticar a sus gobiernos, a practicar su fe de forma pública, y de elegir su gobierno en forma pública y secreta".