La única certeza que tienen las autoridades de Marruecos es la muerte de gente inocente y el dolor de las familias de empleados y turistas fallecidos ayer por la mañana al detonar un artefacto explosivo en los bares más frecuentados de la plaza Yamaa el Fna, en el corazón de Marrakesh.
Hasta anoche se contaban 18 fallecidos y 20 heridos, en el peor ataque terrorista en Marruecos desde mayo de 2003, que vuelve a agitar el espectro de la violencia jihadista en el país.
Poco después de las 10.30, hora local (las 9.30 GMT) una violenta explosión se registró en el primer piso del café Argana, un establecimiento muy frecuentado por los turistas que visitan la ciudad, ya que sus terrazas, sobre dos pisos, dan sobre la Yamaa el Fna, epicentro del casco histórico de Marrakesh.
La explosión destruyó casi completamente el piso intermedio del café, sembrando muerte y destrucción a su alrededor y desatando el pánico en la plaza, abarrotada de turistas y marroquíes, en una mañana soleada de primavera.
Según el primer balance oficial de víctimas difundido por la televisión local, de los 18 muertos 10 eran de nacionalidad extranjera: 6 eran franceses y los otros 4 de nacionalidad aún no verificada, aunque informes de prensa sin confirmar hablan de holandeses, suizos y rusos.
Se ignora también, por el momento, si el atentado fue llevado a cabo por un solo atacante -como afirma un camarero del Argana, quien dijo haber visto al hombre tomarse un jugo de naranja antes de hacerse estallar- o por dos hombres, que habrían dejado una o varias bombas antes de alejarse del café.
El gobierno denunció el ataque como "un acto terrorista, un acto criminal deliberado", sin atribuir sin embargo la responsabilidad del atentado a algún grupo específico.
La principal organización armada jihadista activa en Marruecos es Al Qaeda del Magreb Islámico, el ex-Grupo Salafista para la Predicación y el Combate que se unió con la red internacional de Osama bin Laden.
Ninguna reivindicación ha sido efectuada por el atentado de hoy en Marrakesh.
El rey de Marruecos, Mohamed VI, condenó de inmediato el ataque, prometiendo que la investigación policial para identificar a los responsables se llevará a cabo "con toda la rapidez y la transparencia necesarias".
El atentado llega en un medio a una serie de iniciativas tomadas por el soberano para responder a la ola de protestas que ha sacudido Africa del Norte: Mohamed VI prometió una reforma constitucional de apertura, subió el sueldo de los empleados públicos y liberó a más de un centenar de presos políticos en las últimas semanas.
Aunque la violencia terrorista no lograra comprometer el "plan de transición nacional" asumido por el rey al subir al trono en 1999 -en claro contraste con el autoritarismo de su padre, Hassan II- es posible, sin embargo, que el atentado de Marrakesh tenga consecuencias negativas para la industria del turismo en el país.