"En casa de herrero, cuchillo de palo", reza un viejo dicho que busca reflejar la idea de que lo obvio no siempre se cumple. Un ejemplo de esto es lo que le pasó recién al fundador de Facebook, Mark Zuckerberg.
Todos los expertos siempre dicen que hay que tener claves difíciles de adivinar, hay que modificarlas de vez en cuando y nunca hay que usar la misma para muchas redes sociales o plataformas.
Bueno, el pastelito millonario no cumplió con ninguna de las tres y un grupo de hackers se quedó con sus cuentas de Instagram, Twitter, LinkedIn y Pinterest.
En 2012 se filtraron las claves de más de 100 millones de usuarios de LinkedIn y una de las que aparecía era la de Zuckerberg. La password era "dadada".
Cuatro años después, el pastel aún no modificaba esos datos y los cabros de Ourmine (Nuestromío) trataron de meterse a todas las redes sociales del ñoño y les funcionó a la primera.
A las horas del ataque, las cuentas volvieron a la normalidad y la cuenta de Twitter de los hackers fue suspendida.